Orwell, G., 1984 [Apéndice Los principios de la neolengua]
"La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo" -Albert Camus
jueves, 6 de febrero de 2014
Neolengua, la "lingua franca" del futuro
martes, 4 de febrero de 2014
Exogénesis
El Génesis, gran enigma donde los haya, ha sido planteado en todas y cada una de las culturas. Los griegos creían, por ejemplo, en Gea, Eros y Caos, las tres primeras divinidades a partir de las que surgió la totalidad de lo existente, mientras que los cristianos defienden que un Dios modeló nuestro mundo en 7 días, pero que el domingo descansó al ver completada su Creación. Son tantas las hipótesis planteadas acerca de esa sustancia intangible y primigenia -más tarde, con el inicio de la filosofía occidental, los griegos hablaron del arjé- que no sabemos a quién creer. Incluso la ciencia moderna se ha aventurado a postular una nueva teoría basada en una explosión llamada Big Bang a raíz de la cual se formó todo el Universo.
No obstante, la pregunta que nos preocupa en esta ocasión es: ¿qué queda fuera del Génesis? Quizás nada. No queda nada, si acaso el vacío del cual nació todo. Ni siquiera existen unas afirmaciones irrefutables sobre el origen -incluso la ciencia basa el Big Bang en hipótesis, pues todavía no puede fundamentar sus datos en pruebas tangibles-. Para ello deberíamos remontarnos a la acción o acontecimiento primario y buscar sus causas. ¿El Big Bang? Como hemos dicho, tampoco sabemos qué o quién lo causó, aunque se baraje una posible unión de partículas, cuya procedencia no se conoce con exactitud.
Comencemos, pues, nuestra búsqueda rastreando alguna similitud relacionada con esta gran incógnita en la vida cotidiana. Podríamos afirmar que -aunque también es una evidencia discutible- toda acción humana viene determinada por otra, el conocido efecto dominó. Usted, querido lector, está aquí leyendo esta entrada porque alguien le trajo a este humilde blog pero, a su vez, ese individuo cercano a usted recibió la noticia de la existencia de esta página web a través de otra persona o causa. Así nos podríamos remontar infinitamente sin sacar nada en claro. Por tanto, tuvo que haber algo que, al comienzo de todo, se moviera pero que, por el contrario, no se moviese. Nos sonará, sin duda alguna, al motor inmóvil del que ya habló el filósofo griego Aristóteles.
Sin embargo, no debemos desviarnos del tema. Puesto que no podemos definir una fecha o causa exacta del inicio del Génesis -sonará redundante, pero el Génesis puede considerarse un proceso-, intentemos llegar a la conclusión de cuándo se puso punto y final al origen. Podríamos exprimir nuestros sesudos cerebros sin llegar, en este punto también, a coalición alguna. No obstante, les ilustraré una de las múltiples posturas.
En primer lugar, tomemos como referencia de nuevo la teoría científica. Según los especialistas, todavía a día de hoy estamos sufriendo las consecuencias del Big Bang y es que, al fin y al cabo, el Universo sigue expandiéndose. Prueba de ello es el paso del tiempo, enemigo de todos los poetas. Tempus fugit. Y todo por culpa de aquella tremenda explosión. Mas, como todo proceso, el Génesis algún día deberá acabar y eso sucederá cuando las ondas causantes del tiempo cesen. Eso significará el fin del Génesis, del Big Bang o, por defecto, del inicio del Big Crunch, procedimiento en el que se volverá a repetir todo lo ya acontecido, pero a la inversa. Una vuelta atrás en el tiempo. Un auténtico "Retrogénesis".
No obstante, no planteemos más inconcluyentes hipótesis y adoptemos de una vez por todas esta postura: seguimos atrapados en el Génesis. Se emplea la palabra "atrapados" porque, a fin de cuentas, es la más correcta en este contexto. Los seres humanos somos, en definitiva, esclavos del tiempo, que nos arrebata la juventud y nos envejece día a día. ¿Qué queda fuera del Génesis, entonces? Ese era nuestro interrogante inicial. Nada más hay dudas al respecto. Lo que sí está claro es que los humanos estamos embarcados en el navío de los orígenes que, tras millones de años, sigue todavía a la deriva.
¿Existe acaso el soñado exogénesis que planteábamos? ¿Seremos capaces algún día de huir? Ante el rastro que nos ha dejado la historia del Universo, podemos afirmar a priori que nosotros no asistiremos al desenlace del Génesis. Lo que sí que es innegable es que, desgraciadamente, tendremos el papel protagonista en el que será pronto -¡maldito Génesis, traidor y único culpable!- nuestro más oscuro final.
No obstante, la pregunta que nos preocupa en esta ocasión es: ¿qué queda fuera del Génesis? Quizás nada. No queda nada, si acaso el vacío del cual nació todo. Ni siquiera existen unas afirmaciones irrefutables sobre el origen -incluso la ciencia basa el Big Bang en hipótesis, pues todavía no puede fundamentar sus datos en pruebas tangibles-. Para ello deberíamos remontarnos a la acción o acontecimiento primario y buscar sus causas. ¿El Big Bang? Como hemos dicho, tampoco sabemos qué o quién lo causó, aunque se baraje una posible unión de partículas, cuya procedencia no se conoce con exactitud.
Comencemos, pues, nuestra búsqueda rastreando alguna similitud relacionada con esta gran incógnita en la vida cotidiana. Podríamos afirmar que -aunque también es una evidencia discutible- toda acción humana viene determinada por otra, el conocido efecto dominó. Usted, querido lector, está aquí leyendo esta entrada porque alguien le trajo a este humilde blog pero, a su vez, ese individuo cercano a usted recibió la noticia de la existencia de esta página web a través de otra persona o causa. Así nos podríamos remontar infinitamente sin sacar nada en claro. Por tanto, tuvo que haber algo que, al comienzo de todo, se moviera pero que, por el contrario, no se moviese. Nos sonará, sin duda alguna, al motor inmóvil del que ya habló el filósofo griego Aristóteles.
Sin embargo, no debemos desviarnos del tema. Puesto que no podemos definir una fecha o causa exacta del inicio del Génesis -sonará redundante, pero el Génesis puede considerarse un proceso-, intentemos llegar a la conclusión de cuándo se puso punto y final al origen. Podríamos exprimir nuestros sesudos cerebros sin llegar, en este punto también, a coalición alguna. No obstante, les ilustraré una de las múltiples posturas.
En primer lugar, tomemos como referencia de nuevo la teoría científica. Según los especialistas, todavía a día de hoy estamos sufriendo las consecuencias del Big Bang y es que, al fin y al cabo, el Universo sigue expandiéndose. Prueba de ello es el paso del tiempo, enemigo de todos los poetas. Tempus fugit. Y todo por culpa de aquella tremenda explosión. Mas, como todo proceso, el Génesis algún día deberá acabar y eso sucederá cuando las ondas causantes del tiempo cesen. Eso significará el fin del Génesis, del Big Bang o, por defecto, del inicio del Big Crunch, procedimiento en el que se volverá a repetir todo lo ya acontecido, pero a la inversa. Una vuelta atrás en el tiempo. Un auténtico "Retrogénesis".
No obstante, no planteemos más inconcluyentes hipótesis y adoptemos de una vez por todas esta postura: seguimos atrapados en el Génesis. Se emplea la palabra "atrapados" porque, a fin de cuentas, es la más correcta en este contexto. Los seres humanos somos, en definitiva, esclavos del tiempo, que nos arrebata la juventud y nos envejece día a día. ¿Qué queda fuera del Génesis, entonces? Ese era nuestro interrogante inicial. Nada más hay dudas al respecto. Lo que sí está claro es que los humanos estamos embarcados en el navío de los orígenes que, tras millones de años, sigue todavía a la deriva.
¿Existe acaso el soñado exogénesis que planteábamos? ¿Seremos capaces algún día de huir? Ante el rastro que nos ha dejado la historia del Universo, podemos afirmar a priori que nosotros no asistiremos al desenlace del Génesis. Lo que sí que es innegable es que, desgraciadamente, tendremos el papel protagonista en el que será pronto -¡maldito Génesis, traidor y único culpable!- nuestro más oscuro final.
Polvo eres y en polvo te convertirás...
Vídeo de dibujos animados basado en la tercera parte de la sinfonía del grupo británico Muse, Exogenesis
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