Dos años de reinvención

Dos años de reinvención
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martes, 26 de febrero de 2013

Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 17

España, 1940

- ¿Cómo me encontraste antes de que aquellos nazis me acribillaran por proteger al pobre Sahmuel? - preguntó la muchacha.

- Fue realmente increíble, sin duda. - aportó Francisco - En ningún instante supe que estabas en peligro. Tras poder huir de aquella mugrienta cárcel donde me tenían encerrado, solamente pensé en ir a buscarte y, siendo guiado por mi alocado instinto, opté por viajar a Alemania cuyo objetivo era encontrarte. Antes de partir, consulté tu número postal para saber a qué ciudad debía dirigirme, y aprovechando que vivías en un pueblo no muy extenso, desesperadamente me dispuse a inspeccionar calle por calle de aquel lugar. Aunque, sinceramente, no ha sido muy difícil hallarte.

- Si no te conociera, pensaría que esto que me cuentas es una burda farsa. Demasiada casualidad.

- ¡Ay, querida! - suspiró el español - Las casualidades, en ocasiones, existen. Y el azar se presenta en cada esquina, desde la ruleta rusa hasta los encuentros inesperados. Las situaciones azarosas son tan frecuentes que ni siquiera podemos distinguir entre lo corriente y lo novedoso, lo fuera de lo normal. Y sí, afortunadamente, pude salvarte de la muerte, pero únicamente esta vez. Nadie, ni siquiera Dios, puede librarte de partir al otro mundo.

- Lo que me pregunto es cuál es la causa de golpearme en la cabeza si sabías que yo hubiera aceptado inmediatamente la propuesta de fugarme contigo.

- Fue un acto reflejo, lo hice invadido por el pánico. Así, aproveché la ocasión para traerte a España y darte una grata sorpresa. He aquí yo. Delante de tus ojos, y tú delante de los míos. Quizás no te pueda librar de la siniestra sombra del Hades, pero al menos prefiero que mueras en mis brazos.

Aquellos detalles demasiado dulces que siempre había despreciado en cualquier otro hombre, ahora le parecían realmente tiernos y significativos si estas palabras procedían de su amado español. Se entregó a sus brazos y se fundieron en un beso.

- Te amo. Y amaría morir en este preciso instante - dijo la pintora entre beso y beso, a lo que él respondió con una amplia sonrisa.

A su vez, ese beso se fundió en desnudez, y ese nudismo hizo que aquellas dos almas masacradas por la guerra se fundieran en una sola. El amor, único remedio para olvidar -al menos por un segundo- tanto temor, tanto sufrimiento.


domingo, 24 de febrero de 2013

Entre la imaginación y la realidad

Tanto leer novelas de caballerías hizo que se perdiera lo poco que quedaba en él de cordura. Podríamos tratarlo de ingenioso, claro; imaginativo también entraría dentro de su personalidad.

Sin embargo, su mejor virtud era su interminable optimismo. Soñaba con una vida mejor, se evadía hacia su mundo idealizado. Montado en su ágil caballo, protegido por un intrépido escudero, vencía obstáculos, llevando una vida de ensueño junto a su bella dama.

La locura produjo el olvido y tergiversó una pésima y cruda realidad. Loco de atar, caballereaba sobre los flacos lomos de un enquencle jamelgo y respaldado por un hambriento pueblerino, imaginaba seres imposibles a partir de molinos, cargando con la soledad y la ausencia de una mujer que lo amara.

En estos tiempos de crisis, pobreza y sueños rotos, necesitamos creer en un futuro más apacible y mejor. Ser ingeniosos, imaginativos y optimistas como aquel hidalgo.

Por supuesto, no tanto como nuestro protagonista. Los auténticos prudentes buscamos el término medio. Queremos soñar con un mundo ideal, sin ataduras ni decadencia, pero no vivir en él. Eso nos apartaría de la realidad, lo único primordial y verdadero.

Os deseo lo mejor. Espero que encontréis el perfecto equilibrio de esta desestabilizada balanza: entre lo irreal y lo real, la locura y la cordura, entre tu mundo y el mundo. Cabalguemos contracorriente, sorteando lo que se nos viene encima, acerquémonos cautelosamente a ese lugar ideal.

Quizás el bravo Don Quijote estuviera desamparado y perdido, que formara parte de peripecias inimaginables para así impresionar y ganar el cariño de su Dulcinea. No obstante, en el fondo, su objetivo no era ese. Su meta era la misma que la de cualquier ser humano.


jueves, 21 de febrero de 2013

El infierno son los otros

Irremediablemente, los demás tienen gran importancia en nuestra propia vida. Afortunadamente, y desgraciadamente, convivimos en sociedad. Una sociedad con unas creencias y unas culturas fijas. Unas costumbres que, en múltiples ocasiones, no se corresponden con nuestra ideología. No obstante, ¿la sociedad es un opuesto a nuestra persona o soy yo el que voy a contracorriente? ¿Es lo tradicional lo realmente correcto? ¿Acaso mi pensar es antisocial?

Existe una inacabable fuente de ventajas y desventajas de vivir en sociedad, recogidas en multitud de teorías filosóficas. Sin embargo, me gustaría tratar sobre la interesante y peculiar ideología de Jean-Paul Sartre.

Sartre, padre de la corriente existencialista, no sólo se dedicó a decir aquello de los seres humanos deben reinventarse a sí mismos, nada ni nadie nos condiciona. También nos deleitó con una de las más reconocidas citas acerca de la vida en conjunto: el infierno son los otros.

El infierno son los otros... Esta sentencia firme aclara la rígida postura de Sartre con respecto a la sociedad. Está en el bando revolucionario, ese del que hablábamos al comienzo. Al fin y al cabo, no se aleja mucho de su archiconocido "existencialismo", la sociedad nos condiciona e intenta ponernos en un lugar que no merecemos.

El infierno son los otros, nos repite el filósofo francés. Por lo tanto, ¿cuál es el cielo, su contrario? Para él, el paraíso es la soledad, vivir ajeno a una sociedad que nos oprime. Mi reflexión es, ¿de veras podríamos vivir sin relacionarnos con los demás? Somos seres vivos, y como tales estamos obligados a llevar a cabo las tres funciones vitales. ¿Se extinguiría la especie si todos buscáramos el Jardín del Edén que nos propone Sartre? ¿Para evitar sufrir debemos no exponernos al mundo?

Sin embargo, pretendo ir más allá. Si la sociedad nos asfixia, nos cataloga, nos ordena, es porque nosotros acatamos todos esos mandatos. Los rusos convivían fieles al zar hasta que alguien pensó que ya bastaba de tantas desigualdades. Sartre sería muy revolucionario, pero se conformó con que los demás crearan de su vida un escenario de rojo intenso poblado por seres con tridentes, en vez de contraponerse y crear el verdadero paraíso: el suyo propio.

En conclusión, tal vez vivir en sociedad posea repercusiones negativas, pero sin todos aquellos ciudadanos que la componen no sabríamos amar, odiar, rabiar, llorar o criticar. Se dice que el infierno son los otros; pero para otro, el infierno lo conformaré yo.

martes, 19 de febrero de 2013

Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 16

Alemania, 1939.

La Noche de los Cristales Rotos supuso el fin de la libertad de Sahmuel. Los nazis se lo llevaron allá donde el sol no nace, allá donde no existe la vida. Junto a muchos otros, fue introducido en el vagón de una locomotora en la cual el espacio para respirar era prácticamente nulo.

Tras un trayecto interminable durante el cual Sahmuel observó el paisaje a través de una ventana recubierta de alambre de espino, llegaron a un recinto repleto de niños y adultos de etnia judía, con pelo rapado y mirada vacía. Parecían trabajar sin descanso y Sahmuel pudo imaginar que su futuro también sería ese.

Abrieron la puerta del compartimento y soldados que empuñaban un arma obligaron agresivamente a los viajantes a bajar del tren y cubrirse por unos ropajes blancos y negros que ellos mismos les ofrecían.

Sahmuel miró al cielo. Nevaba. Era un tanto extraño, estaban en pleno verano y la altitud allí no era demasiado alta. Así llegó a la conclusión que lo que caía no era vapor de agua solidificado. Aquello procedía del humo que emanaba de una chimenea gigante. ¿Qué quemarían? ¿Leña para crear calor? ¿Tal vez carbón? ¿Vestimentas inservibles?

Un dirigente con una esvástica en el brazo dirigió a Sahmuel a aquella chimenea. El judío le preguntó qué trabajo le encomendarían allí y el nacionalsocialista le respondió con una risotada burlesca. Fue ahí cuando el muchacho cayó en la cuenta que no estaba allí para cobrar un empleo.

Uno de los jóvenes que picaban piedra forzadamente se acercó a Sahmuel quien se encontraba perplejo.

- Bienvenido a Auschwitz - dijo con una sonrisa apagada.

No quería ser recibido allí, deseaba escapar. Fue difícil pero logró evitar todos los sistemas de seguridad. Una vez fuera del campo de concentración observó como aquel judío que le había informado sobre el lugar en el que se encontraba, se internaba en la alta torre. El humo se hizo todavía más negro. Sahmuel había conseguido burlar su muerte, pero no por mucho tiempo.

martes, 12 de febrero de 2013

Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 15

PARTE 3: ÚLTIMOS RETOQUES

España, 1940

La muchacha no cesaba de mirar las pupilas de Francisco. Vacías y sufridoras, pero a la vez enamoradas, le sostenían la mirada. La pintora no podía imaginar cuántas calamidades habría tenido que superar durante aquellos días de pánico. Ni siquiera podía hacerse una idea de lo que tendrían que sufrir los españoles durante el ascenso de esa inclinada cuesta que es la posguerra. Curiosa, se imaginaba cada una de las situaciones horrorosas que había experimentado aquel ser, mientras este las relataba.

- Es agonizante observar como tus seres más queridos se van desplomando en el suelo a causa de una bala injusta dirigida contra ellos. Pero aún es más desastroso si, impotente, no puedes salir de tu escondrijo a impedirlo. Todo por creer en unas absurdas, y ahora inservibles, creencias ideológicas. Por el simple hecho de ser republicanos pusieron en peligro su vida y las de su alrededor que, ya ni siquiera fue una amenaza sino una realidad. Cada uno de mis padres, hermanos, abuelos, derrotados sobre un suelo empapado de un color burdeos. Yo, sin embargo, una vez descubierto por aquellos militares, me rendí. Dejé de lado todo por lo que luchaba, todas las ideas que defendía, para sortear la atenta mirada de la muerte. No sé si hice bien, si soy un cobarde o no, pero en periodos de flaqueza, no te pones de lado de un bando ni de otro, sino de parte de tu efímera vida.

Francisco, resignado, suspiró y, acto seguido, continuó con su historia:

- Fui destinado a la cárcel donde me trataban como a una vulgar marioneta. Me escupían, insultaban, pegaban. Dejaban mi dignidad por los suelos. Incluso me replantee si hubiera sido mejor ser acribillado en honor a mis allegados. No lo sé, estaba muy confuso, y lo sigo estando. Un día, me anunciaron que iba a ser obligado a abandonar este mundo, que con mi terrorismo ideológico había vuelto perversos a mis fieles seguidores, que había causado un mal irreparable en la nación española. En resumidas cuentas, me iban a reducir a un montículo de polvo. No obstante, tal vez un Dios, imaginario e inexistente o quizás real y piadoso, oyó mis plegarias. Sucedió un acto digno de considerar un milagro: si me ponía a merced del excelentísimo general Francisco Franco, mi condena sería perdonada y abolida. Acepté sin más. Pudiese ser que en otro momento me hubiera dado igual perder la vida antes que entregársela a los nacionalistas, pero para entonces ya poseía un sueño que deseaba cumplir: conocerte. Tú eras, eres y, posiblemente, serás mi sueño.

La pintora esbozó una sonrisa bobalicona. Saber que su recuerdo era su único atisbo de luz entre rejas le proporcionaba una máxima gratificación. De repente, cambió su aspecto y se mostró preocupada.

- ¿Cómo pudo haber en ti tanto sufrimiento? Sin duda es desolador. Me pregunto qué fue de Sahmuel aquel 1939... Los nazis lo secuestraron la Noche de los Cristales Rotos y ya no supe nada de él hasta que lo vi el otro día tendido en el suelo, muerto. ¡Cuántas penurias tuvo que pasar allá donde fuera que estuviese!


miércoles, 6 de febrero de 2013

Llámalo X

Nuestro punto de partida se sitúa en el Hades: la muerte. Quizás para este asunto es un tanto extremo remontarnos al tema fúnebre por excelencia, pero es imprescindible para comprender en su conjunto la idea principal que os pretendo relatar. Al fin y al cabo, ¿no necesitamos conocer el antagonista para obtener más datos sobre el personaje principal: nuestra vida? La muerte, a fin de cuentas, es la desembocadura de nuestro día a día. ¿O tal vez vivimos muertos en este mundo y renacemos una vez fallecidos?

Sin retornar de nuevo a los misterios que oculta la temida, quisiera hacer hincapié en la magnitud en la que el miedo nos influye cotidianamente. El temor hacia algo es un mecanismo más de supervivencia. Si no existiera un estímulo que nos apartara involuntariamente la mano en el momento que rozamos un puntiagudo cactus, moriríamos. Son algunas situaciones las que nos acercan a nuestra defunción y el miedo no nos proporciona más que colaboración en nuestra causa vital. No obstante, no sabemos agradecer este instinto que la sabia naturaleza nos proporcionó, e intentamos evitar dejarnos llevar por el terror continuamente. Sin embargo, no lo conseguimos porque ese perjuicio para nuestro yo está siempre al acecho e, involuntariamente, hacemos cambios en el órgano más modificable y flexible del que gozamos: nuestro lenguaje.

Imaginemos a unos prehistóricos que descubren las ventajas e inconvenientes del uso del fuego. Uno de esos homo se aproximaría a la luz que de un tronco de árbol emanaría. Sentiría así una reconfortante calidez y, dispuesto a experimentar más intensamente esa sensación, acabaría rozándolo. Como animal que es, apartaría la mano y gritaría algo a aquel ser maligno que le ha causado tanto mal. No pararía de repetir siempre el mismo inteligible vocablo, demostrando el temor que siente hacia esa criatura. Desde ese momento, toda la tribu repetiría ese sonido con el que harían referencia al abrasador fuego. Sin embargo, como aquel descubrimiento desata tanto revuelo entre su grupo, algún joven sabio los tranquilizaría pronunciando una palabra totalmente distinta. Así podría mitigar levemente el terror que causa en ellos el fuego. Poco a poco, ese nuevo concepto se difundiría por todo el clan y, finalmente, no verían las llamas como un enemigo. Un solo gruñido habría podido disipar aquellas preocupaciones, aunque con lo que ellos no cuentan es que, a pesar de denominar aquello de una manera distinta, la amenaza continua allí, brotando de la rama.

Actualmente, nosotros (no tan lejanos de ese homínido) seguimos creando nuevos conceptos para una misma definición que, en ocasiones, nos producen menos pavor. De esta manera, tenemos una amplia gama de vocabulario, compuesto esencialmente por eufemismos.

El amor, por ejemplo, es uno de los mayores temores del ser humano. Enamorarnos para que después nos rompan el corazón es absurdo para algunos. Por eso intentamos hacer distinción entre los diferentes grados de querer. ¿Acaso un sentimiento es algo cuantitativo? ¿Te quiero yo más que tú a mí, pero menos que él a ti?

En conclusión, diariamente intentamos esquivar la muerte variando los matices de nuestro rica lengua. Y es que, ¿qué es esto más que una reflexión? ¿Una opinión? ¿Un pensamiento interior de un chiflado que a nadie interesa? Al fin y al cabo, todo es lo mismo, así que mejor llamemoslo X.

martes, 5 de febrero de 2013

Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 14

Francisco sorprendió a la chica por detrás y la abrazó con dulzura. La pintora estaba embriagada en una de sus pinturas. Representaba un asombroso paisaje que se alzaba frente a ella, una España esperanzadora y con necesidad de renacer.

- Me comentaste por correspondencia que pintaste un cuadro para mí. ¿Podría verlo? -le preguntó el español.

Ella sonrió y le mostró el boceto del que había sido una de sus pinturas cumbre. Le prometió además que, en cuanto retornarán juntos a la ahora irreconocible Alemania, le mostraría el óleo original.

Sosteniendo la porción de papel, el hombre quedó asombrado ante tanta perfección y crítica social. El esquema representaba un planeta autómata y sin espíritu, gobernado por máquinas; pero en primer plano se disponían dos figuras angelicales, con un rostro rudo pero al mismo tiempo enamoradizo. Eran ellos. El amor que existía entre la pareja y un mundo que deterioraba al propio ser humano, hiriéndose a sí mismo. Una elegante y refinada obra futurista con guiños a la belleza estética del Renacimiento.

- Esto sí que es arte... -logró pronunciar, boquiabierto, el chico.

- ¿De veras lo es? - vaciló la pintora.

- ¡Claro que sí! Es lo más hermoso que he visto nunca... - elogió Francisco.

- ¿Y qué es la belleza? ¿Y qué es el arte? Nada más que una percepción, querido. Marcel Duchamp, genio vanguardista, desarrolló el ready-made, y presentó al público un sucio y viejo urinario como una auténtica obra de arte. Y recibió ovaciones. Cualquiera que hubiera tenido semejante ocurrencia habría sido tachado de loco pero él, muy prudente, postuló que el arte es una actitud mental que reside en el espectador. Es decir, cada cual cataloga algo de arte o gamberrismo. Si es una obra maestra solamente lo puede decidir el mismísimo público.

- Pues yo te digo, en calidad de público, que ese lienzo tuyo tiene que ser reconocido mundialmente porque para mí, eso es arte.

- Y, querido Francisco, ¿en qué te basas para afirmar que lo es?


domingo, 3 de febrero de 2013

Falsas apariencias

Aquellas tardes de verano... ¡Cuánto añoro divertirme junto a mis compañeros de aventuras! Soleadas, calurosas, llenas de esperanza y sabiduría... Ni la escuela me enseñó tanto como tan agradable experiencia.

Todos los viernes, como si de un ritual se tratase, acudíamos al lago más cristalino e inmenso que ningún hombre pudiese haber visto jamás, a unos kilómetros de nuestro pueblo. En medio de la naturaleza, disfrutábamos de refrescantes baños, charlas amenas y meriendas nutritivas y deliciosas. No obstante, lo que más nos gustaba de aquel inhóspito y encantador lugar era portar "la vara del saber".

Día tras día, nos disputábamos aquella barra de acero, ya que para nosotros significaba el control absoluto de la laguna. Yo, hábil como siempre he sido, me hacía en todas las ocasiones con la posesión de ese artilugio.

Un día, mientras ascendía a una gigantesca roca desde donde se podía admirar aquel maravilloso paisaje, se me cayó al agua la tan adorada "vara del saber". Me estiré para recogerla pero una horrenda imagen me paralizó. Tal estrepitosa caída había presenciado el instrumento que se había partido en dos partes. Mi bien de la infancia había sido destruido y, como niño que era, comencé a llorar desconsoladamente.

- ¿Qué ha ocurrido, Hugo? ¿Por qué lloras? - se acercó mi amiga María.

- La "vara del saber"... - logré pronunciar entrecortadamente - ¡Mírala! ¡Se me ha caído y se ha roto!

- ¿Cómo se va a romper? ¡Si es de acero! ¡Es un material muy resistente!

- ¡Cógela! ¡No te estoy mintiendo! ¡Lo que te digo es verdad! ¡La porción de la barra que está sumergida en el agua está doblada! - grité desesperado y entre lágrimas.

María alargó su brazo y sacó del lago la vara. A pesar de que parecía doblada dentro del agua, cuando mi compañera la devolvió a la superficie, se encontraba entera y tan recta como antes de que ocurriera aquel pequeño accidente.

- Antes de montar un espectáculo - me advirtió la chica - asegúrate de que lo que estás viendo no sea un reflejo de la realidad, una apariencia. Hugo, hazme un favor y madura de una vez.


Literatura Vital (V): Lejos de Toledo

- ¿Por qué tiene los ojos vendados, abuelo?

El Borrachón guardó silencio unos instantes, dio una calada al cigarrillo y respondió:

- ¿Por qué? Míralo. El pobre cree que va caminando a lo largo del río, siempre derecho. Oye el ruido del agua y eso le alegra el corazón y lo llena de esperanza, porque todo camino, por largo que sea, tiene un principio y también un final. Y el burro anda y anda y tiene la impresión de que va por un camino recto, tendido como un hilo a lo largo de algún río. De noche, cuando ya es bien oscuro, lo desatan y se lo llevan a darle de comer y beber, y luego otra vez, antes de que salga el sol, le vendan los ojos y vuelve a andar y andar, y cree que la meta está muy cerca. Porque también los burros saben que si persigues una meta lejana, cuanto más caminas hacia ella, más te acercas.

- ¿Y hasta cuándo andará así?

- Hasta que un día caiga y su alma de mártir vaya al paraíso de los burros a descansar del largo camino. Entonces habrá encontrado la meta. Y esa meta es el reposo eterno (...) Así es la vida: un triste andar en círculos alrededor de un palo. Y el hombre, ¿acaso no gira siempre siguiendo el mismo círculo, creyendo que persigue alguna meta lejana? (...) Y el pobre anda y anda sin parar.

- ¡Pero los hombres no llevan los ojos vendados!

- ¿Quién te ha dicho semejante estupidez? ¡Eso sí que no me lo esperaba de ti! Claro que los llevan, hijo, y mucho. Pero la venda es invisible, no es como ésta, la del burro. La venda humana está hecha con astucia y cuesta distinguirla. Y además existen varias distintas. ¡Si supieras cuántas hay! ¿O qué te crees que producen todas esas iglesias, sinagogas, mezquitas y demás supuestos templos de Dios? ¿O todos esos farsantes charlatanes del parlamento? ¿Qué, sino vendas para los ojos? (...) ¿Y los manifiestos patrióticos, los ideales falaces por los que la gente muere en las trincheras, las doctrinas militares, las homilías con agua bendita y las esperanzas engañosas? ¡Vendas para los ojos y nada más! ¡Es así, chico! (...)

- ¿De dónde sacas todas estas cosas, abuelo?

-¿Cómo que de dónde? ¡Y aún me lo preguntas! ¿Acaso hay en el barrio un burro más burro que yo?


Lejos de Toledo, Wagenstein, A.