Púrpuras las lágrimas
de sangre derramadas.
Torso indefenso,
mirada agazapada.
Grisáceas caricias
recorren su espalda,
clavando puñales,
ahuyentando su infancia.
Aún púrpuras gotas
de niñez no disfrutada,
sin juego, no rojizas todavía,
aún no madura, ya sí arrebatada.
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