En el eco de su voz resuenan aquellos sordos recuerdos,
gotas de alcohol, medicina del olvido, derramadas por la noche.
Intensa y cerrada, su mente, lúcida antes de partir
a la nada, donde flotan esencias del Líbano nunca traídas,
donde el discurso del ayer jamás fue pronunciado,
donde la existencia del no-ser jamás fue vivida.
Y aquí me quedo yo a mí mismo preguntando.
¿Qué será de mí cuando el destino me ahogue
y mi letra no quede grabada a fuego,
cuando sus caras se encapoten de un tenue gris,
cuando no sepa nada acerca de mi ir y venir?
Mis experiencias calladas por el silencio del tiempo,
sus protagonistas, ellos, desconocidos, no serán nadie para mí.
¡Oh!, ¿por qué, olvido, por qué diablos te abrazo a ti?
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