Son muchos los días en los que sopla el viento y las callejuelas están vacías de almas errantes. El viento continúa su labor: arranca hojas de árboles, desplaza la arena de la playa y deposita todo lo arrastrado en algún espacio hueco. Su característica furia sigue presente, a pesar de que ya no hay nadie en el exterior que sea consciente de su actuación constante. No obstante, el viento sigue soplando, derribando cimientos, trastocando los elementos de inhóspitos lugares, enloqueciendo mentes jóvenes.
Esto es solo un inciso. Pronto habrá aires frescos en este blog, aparentemente abandonado e inservible. Solamente hace falta un respiro en el tiempo para que yo vaya a sentirlos. Pronto saldré a mi balcón a recoger todos esos pensamientos que el viento sigue perfilando silenciosamente, aquellos cabos sueltos que un día se llevó arrastrando. Únicamente quisiera que sepáis que todavía estoy vivo, que el mundo sigue cambiando y que, aunque la ciudad continúa estando desierta, en breves me hallaré allá fuera gritando, revolucionando, agitando. En fin, espero que, querido lector, sigas esperando, pues pronto volveré a mis orígenes: ser tan reflexivo como el eterno e inagotable viento.
Vuelve y cuando vuelvas yo volveré contigo.
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