El fin es el comienzo de algo nuevo. Los griegos concebían el tiempo como un ciclo. No hay principios ni desenlaces. No sabemos en qué parte de la circunferencia iniciamos nuestra travesía ni dónde precipitará, si nos reencontraremos con la esencia de lo vivido o si todo lo acontecido quedará atrás, caudal de ese ciclo.
El fin es el comienzo de algo nuevo. Los griegos concebían el tiempo como un ciclo. No hay principios ni desenlaces. No sabemos en qué parte de la circunferencia iniciamos nuestra travesía ni dónde precipitará, si nos reencontraremos con la esencia de lo vivido o si todo lo acontecido quedará atrás, caudal de ese ciclo.
El fin es el comienzo de algo nuevo. Los griegos concebían el tiempo como un ciclo. No hay principios ni desenlaces. No sabemos en qué parte de la circunferencia iniciamos nuestra travesía ni dónde precipitará, si nos reencontraremos con la esencia de lo vivido o si todo lo acontecido quedará atrás, caudal de ese ciclo.
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El fin es el comienzo de algo nuevo. Los griegos concebían el tiempo como un ciclo. No hay principios ni desenlaces. No sabemos en qué parte de la circunferencia iniciamos nuestra travesía ni dónde precipitará, si nos reencontraremos con la esencia de lo vivido o si todo lo acontecido quedará atrás, caudal de ese ciclo.
De lineal poco tiene nuestra existencia
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