12
Una noche de desenfreno acaba sumida en un sangriento amanecer. Sangriento y doloroso, era convite de una cuenta atrás, esclavo de un tic tac de velocidad alarmante. No sería, sin embargo, una predicción maya catastrófica -eso quedó atrás hace dos años-, pero sí se presentaba ante mí un año de cambios, de abundantes signos de puntuación. Interrogación, punto y seguido, punto y aparte, exclamación. Orgulloso, a día de hoy puedo afirmar que nada ha significado un punto y final.
11
El amor no se cuantifica en medidas temporales, ni siquiera en parámetros de intensidad. Un te quiero mucho no pesa más que un te quiero a secas, ni un y yo más tiene herramientas adicionales para combatir. Únicamente hay sensaciones, sinceras y compartidas. Me alegré, pues, no solo de que un primero de febrero el Sol despertara y yo estuviera a tu lado, sino de la evolución de un sentimiento en activo. Evolución -matizo- no en términos matemáticos, sino humanos. Porque el amor, ese cúmulo de experiencias tanto intensas como pasivas que jamás podrán ser reducidas a una sola, es claro fruto -cada día estoy más convencido- de nuestra humanidad. El amor y también el arte, que, aplicado a nuestro caso, vienen a desembocar al mismo mar.
10
El materialismo desapareció al verme rodeados de todos ellos. No importan los regalos, ni el dinero, ni la cena, ni la otra noche de desenfreno que vendría después. Al calor de la hoguera de sus almas, el frío y el mecanicismo del mundo daba igual. Y no quedan fotos que justifiquen lo que sentí, ni cifras -ni siquiera los propios 18- que contabilicen el amor que sentí hacia ellos. Amor, por fortuna volvemos a encontrarnos. Amanecer sangriento, contigo, desgraciadamente, también me he topado. Sensaciones de naturaleza idéntica, experimentadas de distinto modo. ¡Qué cíclico transitar!
9
Signos de interrogación. En este pasaje turbio numerosas son las cuestiones planteadas. ¿Por qué? ¿Y por qué en este preciso instante? ¿Qué? ¿Qué ha cambiado en mí? ¿Quién? ¿Quién me llevó al desastre del replanteamiento? O más bien, ¿quién soy? ¿Y qué espero de mí? Presión externa, que más bien viene de dentro; fuerza ejercida por la cruenta batalla entre el deber y el querer, entre la mente y el corazón. ¡No quiero decidir! ¡Qué condena la de ser libre! ¡Ay, Sartre, tenías razón! Tan solo quise dejarme llevar por el caudal del río.
8
Me acordé, entonces, de una de las películas de dibujos animados que más me gustaban de pequeño. "Ohana significa familia" era una de las citas más célebres de aquella obra de ficción, que, a mi temprana edad, era incapaz de comprender. Años más tarde, justamente ese día, comprendí lo que significaba ohana. Ohana era un tesoro valioso, ohana significa querer, ohana conformó un apoyo. Ohana se presentaba ante mí como un regalo. A pesar de las adversidades, de las indecisiones, del olvido y del desgastamiento, supe que ohana siempre tendría un hueco en mi diccionario personal. Y di gracias por, al fin, haberlo comprendido.
7
El mundo que crece alrededor y camina a tu lado día a día pasa, en ocasiones, desapercibido. Era en aquel momento yo, y no solo académicamente, gracias a ellos. Y lo sigo siendo. Nunca sabré colmarlos de suficientes agradecimientos. Los conocimientos son minucias al lado de la inteligencia emocional que, sin darme prácticamente cuenta, me incitasteis a desarrollar. Se crearon lazos indestructibles y cimientos que ninguna bola de demolición podrá nunca derribar. Gracias, pues, al Instituto Herminio Almendros, ese ente formado por todos aquellos que me apoyasteis en todo momento y me invitasteis a saltar. No era un precipicio tan profundo, al fin y al cabo. Y aún lo fue menos cuando os ofrecisteis a saltar conmigo.
6
El tren llegaba a las últimas paradas. Sonaba la sirena. No sé si estaba preparado. A pesar de ello, bajé, dispuesto a emprender otro trayecto, aunque siempre con billete de vuelta. Siempre en mi bolsillo, siempre.
5
Increíble. No admite otro calificativo. Los esfuerzos, la pasión y la entrega veían la luz. También se asomaban los miedos. ¿Soy merecedor de ser uno de los cincuenta afortunados? ¿Qué habían visto en mí? Seguro que el resto de talentos me cegarían. Pequeña estrella parecía ser yo, nada más que un rincón apartado de la Vieja Europa que en aquel viaje iba a descubrir.
4
No fue un viaje. No fue tan solo un viaje. Dejamos al Coliseo atrás, a la Torre Eiffel apagada, al Big Ben dar la hora sin prestarle la más mínima atención. Adoramos, por el contrario, lo que el ser humano escondía, admiramos el conocimiento compartido, dimos -o al menos eso pareció- un soplo de aire fresco a nuestro alrededor. Era el inicio de la enredadera en la que se iba a convertir mi vida. "Complícate la vida", alguien gritó. Ojalá siempre esté presente en mí esta agradable y reconfortante complicación.
3
Como buena revolución, aquella experiencia trastocó todas las evidencias de mi vida. Los axiomas dejaron de serlo y, al tambalearse parte de la estructura, el edificio que soy yo también se reconstruyó. Parecía que atrás iba a quedar una sucesión de historias y de protagonistas, pero finalmente un proyecto conjunto se abrió camino. Y sucedió. Tan solo sucedió.
2
Amaneció tal y como aquel 1 de enero de 2014 predije. Sorprendentemente no sangró. Nada más decía hasta pronto a la ciudad que me vio nacer, a mi familia, a mi pareja, a mis amigos. A mí, en cambio, me saludé. No iba ni siquiera a despedirme temporalmente de lo que había sido, sino que todavía me abracé más. La Alhambra se alzaba en el horizonte, mi pasión por las letras se iba a vivificar y gente sorprendente se iba a cruzar en mi camino. No podía estar más feliz con mi pasado, mi presente y lo que a partir de entonces iba a suceder.
1
Amaneció -repito- tal y como aquel 1 de enero de 2014 predije. Pero, evidentemente, no sangró. Confío en mí mismo y en todas las personas a las que quiero con locura y que no me han dejado de lado. El ahora es mi momento. Intentemos, pues, aprovechar el mediodía.
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POR UN 2015 DE CRECIMIENTO, DE SONRISAS Y SORPRESAS Y DE CAMBIOS.
POR UN 2015 A VUESTRO LADO