Dos años de reinvención

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jueves, 26 de septiembre de 2013

Cambalache

Se dijo que la vida y, en concreto, el siglo XX, era un auténtico trueque malicioso con afán de ganancia, un verdadero cambalache. De la mano de este siglo vinieron las dos Guerras mundiales, el afán de poderío y las nuevas corrientes filosóficas que dieron un vuelco a la manera de observar el mundo. El siglo XX fue decisivo y, aunque cruel, sirvió de transición a la prosperidad -o decadencia, según nuestra visión positiva o negativa de la vida- que caracteriza a la actualidad.

Uno de nuestros cantantes más reconocidos, Joan Manuel Serrat, dijo una vez que Cambalache, original de Enrique Santos Discepolo, es una de las canciones que mejor describe el siglo XX, una época difícil, complicada y marrullera, que queramos o no nos toca transitar a todos juntos, añadiendo que, quizás por eso, le gusta tanto cantarla.

Un tango que proporciona una visión panorámica de la realidad de aquellos años que no dista mucho de lo que actualmente ocurre a nuestro alrededor, pues "hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor".



Que el mundo fue y será 
una porquería, ya lo sé. 
En el quinientos seis 
y en el dos mil, también. 
Que siempre ha habido chorros, 
maquiavelos y estafaos, 
contentos y amargaos, 
barones y dublés. 
Pero que el siglo veinte 
es un despliegue 
de maldá insolente, 
ya no hay quien lo niegue. 
Vivimos revolcaos en un merengue 
y en el mismo lodo 
todos manoseados. 

Hoy resulta que es lo mismo 
ser derecho que traidor, 
ignorante, sabio o chorro, 
generoso o estafador... 
¡Todo es igual! 
¡Nada es mejor! 
Lo mismo un burro 
que un gran profesor. 
No hay aplazaos ni escalafón, 
los inmorales nos han igualao. 
Si uno vive en la impostura 
y otro roba en su ambición, 
da lo mismo que si es cura, 
colchonero, Rey de Bastos, 
caradura o polizón. 

¡Pero qué falta de respeto, 
qué atropello a la razón!;
Cualquiera es un señor, 
cualquiera es un ladrón... 
Mezclao con Stravisky 
va Don Bosco y La Mignon, 
Don Chicho y Napoleón, 
Carnera y San Martín... 
Igual que en la vidriera 
irrespetuosa 
de los cambalaches 
se ha mezclao la vida, 
y herida por un sable sin remache 
ves llorar la Biblia 
 contra un calefón. 

Siglo veinte, cambalache 
problemático y febril... 
El que no llora no mama 
y el que no afana es un gil. 
¡Dale, nomás...! 
¡Dale, que va...! 
¡Que allá en el Horno 
nos vamos a encontrar! 
No pienses más; sentate a un lao, 
que a nadie importa si naciste honrao... 
Es lo mismo el que labura 
noche y día como un buey, 
que el que vive de los otros, 
que el que mata, que el que cura, 
o está fuera de la ley...

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