Si tenemos pareja y decenas de amigos es por la ventaja que provoca en nosotros. No estoy hablando de la popularidad, sino que alego a favor de aquel ser sin nombre, es decir, cualquier ser humano perdido en un Universo aislado. Un Universo que, a su vez, está compuesto por otros individuos quienes, en su origen, vagaban errantes por aquel espacio inhabitable que compartían con otros de su imagen y semejanza que también marchaban sin rumbo fijo.
No obstante, un día, surgieron en aquel ser desconocido unos interrogantes: ¿quién soy yo? ¿qué quiero de mí? ¿cuál es mi objetivo?. Por esa sencilla razón, este se acercó a otros de los habitantes de aquel lugar y emanaron de su boca aquellas preguntas. El lenguaje, instrumento armamentístico social, había sido creado. El otro no supo qué responderle y, posponiendo esta conversación, comenzaron a entablar una relación afectiva.
Una eternidad después, aquel individuo consiguió respuesta a sus cuestiones a costa de los lazos forjados con sus vecinos. Es esa al fin y al cabo la meta de conocer gente distinta en nuestra vida, de cambiar de pareja y amistades, de proponer experiencias nuevas. Todas esas dudas que alimentan diariamente nuestro insomnio son resueltas por nuestros más allegados. La vida y las relaciones son un autodescubrimiento. No hay mayor misterio para el hombre que conocer su papel individual y fundamental en este entresijo al que apodamos mundo, y para conocernos primero debemos conocer.
Todas esas caídas, idas, venidas, miradas, puñaladas y agridulces vaivenes forman parte del proyecto humano. Experimenta los opuestos a raíz de compartir tu existencia con otros humanos y se vislumbrará tu verdad ante ti. Aprovecha y disfruta, porque lo que no vivas con esa persona, no lo sentirás con ninguna otra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario