Dos años de reinvención

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martes, 11 de junio de 2013

Hasta siempre

Montaje propio basado en el capítulo 6x14 de la sit-com Cómo conocí a vuestra madre


Nos irrita escuchar de alguien esencial en nuestra vida un "Hasta pronto" porque aunque esto implica un reencuentro no sabemos la proximidad de este. No obstante, lo que realmente nos horroriza es ese temido "Hasta siempre". Siempre significa eternidad, y eternidad conlleva una fría ausencia. Un "Hasta siempre" es una despedida y un punto y final y, por ello, deseamos que estos últimos instantes sean especiales.

<< [...] ¡ya te vas para no volver!, cuando quiero llorar no lloro... y a veces, lloro sin querer>> (Rubén Dario)

Sin embargo, estos momentos finales nunca son como deseamos que sean y suelen provocar en nosotros una completa frustración. Las últimas palabras antes de una inesperada muerte, el último grito que dirigiste a aquel desconocido que a priori fue tu mejor amigo, la última lágrima que derramaste por tu pareja. Los desenlaces, sin duda, nunca han sido de nuestro agrado.

No obstante, no solo se trata de un tema externo, sino que este pánico e impotencia se puede aplicar incluso a nuestra propia persona. Morir significa decir adiós a lo que te ha hecho feliz. Todas esas razones por las que vivimos se desvanecen en la eterna despedida final. Es incuestionable que solemos vislumbrar la muerte como algo pesimista, pero a veces, ser consciente de que somos mortales nos impulsa a llevar a cabo proyectos, sueños e ilusiones imposibles que no emprenderíamos en situaciones normales. Sí, esto es lo que deberíamos hacer los humanos cuando envejecemos o nos anuncian una enfermedad terminal. Por el contrario, nos sumimos en la más absoluta de las tristezas y es que, a pesar de querer aprovechar los últimos instantes de una existencia efímera, en nuestra mente se materializa de nuevo la controversia de las despedidas.

¿Es mejor contar a los seres queridos que la muerte acecha a la vuelta de la esquina o es preferible disfrutar los últimos amaneceres a su lado sin despertar preocupación? Sin duda, es una decisión difícil que solamente el que se encuentra en esa situación sabe tomar; una elección que, a pesar de todo, siempre será correcta.

Es entonces cuando surge otra problemática, esta vez focalizada en las últimas palabras. Y no se trata solamente de una lucha interna de aquel que roza ya el Tártaro, sino que cada ser humano se ha parado alguna vez a pensar en lo que le gustaría dedicar a sus allegados antes de que caiga el telón. Día tras día, nos martirizamos pensando en que, tal vez, la última conversación que hemos tenido con nuestra pareja, familia o amigos haya sido insustancial, absurda, monótona o, simplemente, inadecuada. Todos desearíamos despedirnos con un "os quiero", pero esta situación idealizada es bastante improbable.

¿De veras deberíamos otorgar tanta importancia a los últimos instantes? ¿Debemos despedirnos correctamente día tras día por si alguna mañana ya no despertamos? Convivimos con el miedo de no poder decir adiós y continuamente lo repetimos; mas si nos dedicamos exclusivamente a despedirnos, ¿qué tiempo nos quedará para saludar?

1 comentario:

  1. El título se las trae, ¿eh? Creía que eras tú el que decía hasta siempre al blog, y de poco me da algo. Este susto me ha hecho pensar seriamente en ir leyendo tantas y tantas entradas que he ido dejando para otro momento. ¿Quién sabe? Lo mismo son tan buenas como esta y me las estoy perdiendo... (Lo comprobaré).
    Sigue así, estás haciendo un gran trabajo.

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