Dos años de reinvención

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martes, 25 de junio de 2013

¿Victoria o derrota? (I): Non semper "vini, vidi, vici"

El continuo reto que nos ofrece nuestro día a día puede llegar a ser insoportable. Cada acción que emprendemos desemboca en un resultado positivo o negativo, por lo que podríamos afirmar que la vida es un auténtico desafío. No obstante, hay ciertas ocasiones en las que se puede perder todo o ganar el más honorable de los premios.

Julio César, romano ególatra e incansable, conquistó cada uno de los territorios de la antigua Galia, tal como narran sus Comentarios de la guerra de las Galias. Pedante como el que más, narra en tercera persona cómo el gran general impuso su poder en territorios ajenos a la urbs sin suponerle ningún esfuerzo.

Sin embargo, y a pesar de lo largo que se sitúa en el tiempo -e incluso en lo que a la personalidad se refiere-, este personaje continúa siendo uno de los mayores emblemas en el ámbito de los retos. Su cita Alea jacta est ya es mundialmente conocida y muy empleada a la hora de enfrentarse a una de esas decisiones que nos causan una insufrible incertidumbre. Lo dejamos todo en manos de la suerte, porque ya hemos hecho todo lo posible para acercarnos a la meta.

No obstante, no todos podemos ser como el eterno César que conseguía sus propósitos en un abrir y cerrar de ojos. No todos podemos pronunciar aquello de vini, vidi, vici (vine, vi, vencí). Anterior al resultado, hay un arduo esfuerzo para hacerse con lo soñado, pues el éxito no es instantáneo. No todos tenemos un potente ejército y unas numerosas cohortes a nuestro servicio para cumplir nuestros deseos.

Por todas estas razones, los seres humanos hemos fracasado a lo largo de la historia. Hemos arriesgado y perdido lo más valioso que teníamos. Hemos apostado una dignidad que ha sido reducida y derrochado todo nuestro sudor de manera inservible. Por otro lado, la cara oculta de esta Luna esconde la victoria. Cuando alguien se arrodilla derrotado, otro ser se proclama vencedor.

Mas el quid reside en no desfallecer jamás. Cada reto perdido nos acerca al ansiado triunfo que cada día que pasa es más inminente y que será -por lo menos- gratificante, por el simple hecho de haberse embarcado en un viaje de proyectos aparentemente imposibles pero que, tras tanto quehacer e impotencia, debemos afirmar que para nosotros no lo son.

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