Dos años de reinvención

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miércoles, 10 de octubre de 2012

Mitología

<<En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos>>

Pura literatura y belleza. Pura magia y ciencia irracional. La mitología intenta explicar de forma amena y a través de dioses o semidioses, objetos y fenómenos que nos rodean; sucesos que ni siquiera pasados tantos siglos podemos nosotros explicar.

La mitología griega es la más bella de todas, sin ofender a la escandinava. Este es el principio del libro Teogonía de Hesíodo. Sin embargo, no pretendo aburriros con lecciones didácticas, sino poéticas, filosóficas y cotidianas, ya lo sabéis; por lo tanto, me remitiré únicamente al tema del texto.

¿De qué trata? Del comienzo de todo. ¡Ay, si pudiéramos explicar realmente y con precisión lo que sucedió en el inicio! Los católicos optan por la opción de que Dios creó el mundo en siete días. La mitología escandinava nos presenta la vida como unión entre el frío y el calor y una posterior formación del mundo de los humanos, Midgard, y el de los dioses, Asgard, que se sitúa en el centro del primero. En cambio, y como podemos ver reflejado en la narración anterior, los griegos relataban que al principio existía la oscuridad, Caos, la tierra, Gea, y el amor, Eros, que embriaga a todos con su esencia.

Tal vez actualmente pensemos que todas estas historias son patrañas, que no tienen ni el mínimo sentido. Algo de razón llevamos, pero eso no justifica lo hipócritas que somos. ¿Acaso no creemos en la magia, en las supersticiones? Vivimos rodeados de mitos y, lo más decepcionante es, que nos los creemos.

El amor verdadero es un mito. La amistad incondicional y eterna, una burda mentira. Las palabras de los políticos, necias pero convincentes para su rebaño de votantes. La verdad en sí es un mito; y confiar en el ser humano por su propia naturaleza, una gran equivocación.

No obstante, no os preocupéis. Pronto desaparecerán los mitos y todo serán certezas: jinetes del infierno perseguirán a los pecadores, a quienes han pregonado mentiras sin fundamento. Lo dice la Biblia en el Apocalípsis. Sí, es cierto, me contradigo, pero soy humano y, por lo tanto, al mito me remito. Una vez más.

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