Dos años de reinvención

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lunes, 18 de junio de 2012

Ser feliz

Una noche, solo, a la 1 de la madrugada, tumbarte a pensar qué estás haciendo con tu vida. ¿Verdaderamente soy  feliz? Sólo me pregunto si solo estaré siempre. Me gustaría acostarme al lado de alguien, alguien especial, al que quisiera realmente. Alguien de la cual estaría completamente enamorado, no ese amor que no siento por nadie, ése que pretendo fingir en forma de "te quieros" sin sentido.

Me gustaría ser feliz, levantarme una mañana y que fuera todo perfecto. Para mí, para ella, para toda la gente especial que está sufriendo. Porque sufrimos por nada, sufrimos por problemas que no se disipan, sufrimos por no ser felices. ¿Y qué es ser feliz? Porque mi felicidad no depende de mí, ni siquiera de ti. Mi infelicidad no la produce nadie.

1 comentario:

  1. La felicidad creo que es algo muy relativo... cada uno tenemos nuestra propia felicidad y cada uno la gana o la pierde de forma distinta. Está claro que es algo individual, algo de cada uno de nosotros.La felicidad no te la puede dar nadie, pero créeme que si te la pueden arrebatar y es más doloroso que no encontrar la verdadera felicidad. (Sé que me contradigo ahí, pero no sé como expresarlo bien, si no lo entiendes me lo dices e intento arreglarlo)

    Se puede ser feliz estando solo, pero, tengo una pregunta ¿Serías feliz estando al lado de esa persona especial para ti? o mejor aún ¿serías más feliz estando al lado de esa persona especial?
    Yo tengo un punto de vista bastante peculiar en cuanto al amor y la felicidad juntos.

    Creo que más que que todo sea perfecto algo importante sería aprender a sufrir, a sufrir por las cosas realmente importantes, pero ¿quién pone el límite de por qué cosas merece la pena sufrir y por cuales no? Es algo difícil la verdad, yo prefiero no pensar en la felicidad,e intentar vivir mi vida disfrutando al máximo. Pero supongo que a la larga pasará factura.Y además creo que hay momentos en los que no se puede evitar preocuparte por cosas insignificantes.

    Si un problema no tiene solución no merece la pena sufrir por él, aunque siempre que haya una mínima posibilidad de que se arregle, creo que en la mayoría de casos merece la pena intentarlo.

    Me gusta e interesa mucho esta reflexión Rubén.

    Un beso

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