Dos años de reinvención

Dos años de reinvención
Aquel 28 de mayo de 2012 todo empezó... Haz click y descubre las entradas especiales por el segundo aniversario del blog.

viernes, 23 de agosto de 2013

¿No queda más arte y cultura que crear?

Las artes han sido siempre una de las mayores ambiciones del hombre. Las prehistóricas cuevas ya adelantaban los comienzos de la nueva cultura y, posteriormente, el ser humano ha sentido, creado y reinventado la literatura, la música o la pintura, entre otras destrezas. No obstante, tras millones de años de arte, ¿todavía somos capaces de confeccionar nuevas obras maestras sin repetir lo ya inventado?

¿Qué son los grandes lienzos más que una revolución artística a causa de su polémica social? Eso es lo que deberíamos plantearnos. En esta actualidad tan liberal, ¿aún queda algo que nos impacte o nos provoque una completa oposición y que, cuando pase el tiempo, consideraremos grandioso? ¿De veras quedan Dalís, Picassos o Buñueles que rompan nuestros esquemas de la definición de la palabra "arte"? Como se puede observar, hemos elegido tres surrealistas para ilustrar el exponente máximo de originalidad y es que, las vanguardias ya terminaron por abarcar la totalidad. En el caso de la literatura, por ejemplo, los vanguardistas sabían que no podían revolucionar el contenido puesto que todos los temas habían sido tratados. No obstante, intentaron variar la forma de mostrar esos sentimientos, con gran éxito -claro ejemplo de ello son los famosos caligramas de Apollinaire-.

Hoy en día, ciudadanos del siglo XXI, no somos capaces de destacar muchos grandes artistas tras el auge de las vanguardias y, cada día, podremos menos. Sí, es cierto que en pintura ha nacido los movimientos "Pop-Art" o el "Op-Art", pero todavía muchos expertos se plantean si realmente se pueden considerar arte. ¿Acaso añadir coloridos filtros a una foto de la inmortal Marilyn Monroe o representar una lata de Sopa Campbell es algo magistral?

El arte no está tan lejos con respecto a la propia filosofía. Todas las obras ofrecen una crítica o un punto de vista del autor al fin y al cabo y, hoy, ya no hay novedades en este ámbito. Sin embargo, siempre nos olvidamos de un arte esencial y tan o más antiguo que el resto: la música. Los amantes de esta estarán de acuerdo en que la música es el arte más libre, sensorial y amplio, fuente inagotable de maestría e inspiración. Entonces, ¿podríamos afirmar a nivel general que las artes se encuentran en declive o todavía queda cultura que crear? Por tanto, ¿la destrucción de todo límite filosófico durante el siglo XX supone el fin de la creación artística?

Marilyn Monroe, Andy Warhol. Pop-Art.

lunes, 19 de agosto de 2013

El diablo que habita en sus ojos: Entrega 3

Entre la perfección nací, hace millones de años, rodeado de helechos, musgos, violetas, margaritas y todo tipo de fauna. Fui creado a partir de una semilla de la que, tras caer al suelo, brotó un erguido y enorme árbol perenne. Una vez completamente formado, ambicioso, quise abarcar aquel jardín sin límite ni frontera. Aunque, ¿qué puede hacer un árbol salvo mantenerse de pie a la espera de que alguien se acerque a él?

- Quizás, -pensé- debería metamorfosearme en algún ser que atraiga la atención de todos los elementos de mi alrededor.

No obstante, antes de que pudiera llevar a cabo ninguna acción, dos figuras hicieron acto de presencia en aquel entorno. Aquellos animales bípedos, aparentemente racionales, eran los primeros de una raza que posteriormente fue apodada "humana". El macho se hacía llamar Adán, mientras que el nombre de la mujer era Eva.

- Seguramente, -adiviné- ambos serán un capricho del Supremo, el piadoso y bonachón Dios.

Pasaban los días y Adán y Eva disfrutaban del Edén, felices, sin ninguna preocupación aparente ni una emoción negativa -gracias a mi no tardarían en sentirlas-. El Todopoderoso se percató de mis intenciones y advirtió a los dos humanos que no podían probar ningún fruto procedente de mí, a quien se refirió como el "árbol de la ciencia del bien y el mal".

Henchido de ira hacia Él, decidí transformarme en una atrayente y malévola serpiente que repta en busca de una presa fácil. Tal y como he hecho toda mi existencia, me arrimé a Eva y le aconsejé al oído que probara el fruto de mi árbol. Al principio se negó a beber de mi sabiduría pero, hechizada por mis perversos argumentos, accedió finalmente.

Se alimentó de mi sabiduría, pues tan solo soy eso. Soy el ser más sabio e inteligente de toda la Creación. Soy la chispa de fuego que robó Prometeo y el más delicioso y apetecible fruto del árbol del saber. Lo sé todo, lo bueno y lo malo, lo que alzaría a una civilización a los cielos y lo que más le empobrecería; mas yo he decidido vivir de las perversas decisiones. Soy la ciencia, la Verdad absoluta, por mucho que los dioses -o más bien los predicadores y devotos- digan lo contrario. Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por asomarse a observar cómo el más poderoso nos mueve con sus hilos de titiritero, por descubrir las intenciones reales de su Dios, por el simple hecho de conocer. Ningún líder desea alguien más inteligente que él entre sus filas, por eso fueron desterrados a sufrir y padecer, y todo ello solamente por pecar. ¿Pecar por qué? Ambos se tuvieron que marchar por elegirme a mí, el más antiguo y único, el Pecado Original.

Adán y Eva, Tiziano

miércoles, 14 de agosto de 2013

Dichoso aquel que...

¿Campo o ciudad? Hace unos siglos nadie se cuestionaba esto ya que eran muchas las personas que podían disfrutar de la naturaleza. Sin embargo, de la mano de la Revolución Industrial, muchos campesinos se vieron obligados a emigrar a la ciudad. Las nuevas urbes, que eran sinónimo de desarrollo y prosperidad, trajeron consigo numerosas facilidades, pero a su vez una profunda melancolía por el ambiente rural. Esos atardeceres en los que reinaba el completo silencio de aquella brisa leve y placentera causaba una inexplicable añoranza por la perfecta y sencilla vida que todos ellos dejaron atrás.

Es innegable que la ciudad es, actualmente, el lugar ideal para vivir. Los servicios sanitarios, educativos y recreativos son más abundantes que en zonas rurales, y su calidad también es mayor. Además, componen el centro de la actividad económica, donde reside todo el empleo, el cual se concentra en el sector terciario.

No obstante, ¿por qué literatos como Lorca defienden el ambiente que proporciona el campo? El poeta se horrorizó al pisar Nueva York, una ciudad ajetreada e insensible que no guardaba ninguna relación con su cálida Granada natal. Tal vez sea por eso por lo que, hoy en día, la mayoría de las personas habitan en las ciudades por obligación y no por libre elección, tal como dicta el ambiente globalizado característico de nuestro mundo actual.

Por esta razón, para expresar su decantación por el ambiente rural, muchos autores han empleado el tópico beatus ille, creado por Horacio, que exalta las cualidades de la naturaleza. En las églogas este sentimiento de nostalgia es muy evidente. Salicio y Nemoroso, personajes creados por el renacentista Garcilaso, entonan la más sincera oda a la vida al campo, su verdadero locus amoenus.

En conclusión, desde el latino Horacio, poetas hispanos de la talla de Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León han defendido la vida en el campo que, para ellos, componen una fuente de pureza, felicidad e inspiración. Al fin y al cabo, la ciudad, según Miguel Hernández, lo deteriora todo: << eléctrica la luz, la voz, el viento; y eléctrica la vida >>.


lunes, 12 de agosto de 2013

El diablo que habita en sus ojos: Entrega 2


Sus ojos desorbitados se posaban sobre la atenta y aterrorizada mirada de la joven. Él sostenía aquel revólver más que dispuesto a apretar el gatillo a menos que obtuviera respuesta de la paralizada chica.

- Lo repetiré, esta vez de mejor humor... ¿Con quién me engañas, cariño? - interrogó el hombre con lágrimas en los ojos y aparentemente calmado.

La mujer comenzó irremediablemente a temblar, augurando lo peor. Mas selló sus labios, a sabiendas de lo que esa decisión le acarrearía. Ella no tenía que añadir nada, ni siquiera que disculparse. No había hecho nada malo bajo su criterio y no declararía ante la presión de sus amenazas.

- ¡Dime con quién me engañas, joder! - gritó, rojo de ira - ¡Eres una meretriz, como todas! ¡Tan solo sois la mayor equivocación del hombre! Pero yo, ignorante, no me voy a equivocar más.

Intentando tranquilizarse para afinar su puntería, aproximó el cañón a la cabeza de su pareja. Estaba dispuesto a llevar a cabo su venganza. Sin embargo, en su interior, dos posiciones contrapuestas se batían en un duelo. Indecisión. Lo que podía hacer o no a continuación, le causaba una profunda indecisión.

Me acerqué a su oído sigilosamente. Quería pasar desapercibido, aunque no sería asunto difícil, pues para los humanos soy tan solo una esencia, una ráfaga de aire tan helada que causo a todos escalofríos. Le susurré al insensato y dubitativo muchacho una serie de instrucciones que debía seguir con cautela. Lo primero sería empuñar el arma decidido y dirigirle una mirada de superioridad y valentía. Lo siguiente sería apretar levemente el gatillo para que la bala saliera despedida, cortara el aire e incluso atravesara el alma de aquella belleza.

Totalmente convencido, iba a seguir mis pasos cuando, de pronto, algo aturdió aún más su ya atolondrada mente. Ahí estaba yo, aproximándome de nuevo a su oreja para proporcionarle otro consejo, otra salida. Me sorprendí a mí mismo mientras le recomendaba dejar libre a la chica, que se marchara y que se alejara de ella para siempre y, de dicha forma, no causarle más problemas. ¿Cómo podía yo aconsejar semejante barbarie? Yo, el diablo, el mal personificado. Aquella segunda decisión parecía piadosa, bondadosa, ¿por qué pronunciaba aquellas palabras? ¿Acaso esta causaría algún daño irreparable a alguno de ellos? A primera vista se vislumbraba como lo correcto aunque, ¿de veras lo era?

En aquel instante, maldije mis cuernos infernales y mis alas celestiales. Dos situaciones contrapuestas y ni siquiera podía decidirme por la que más me agradaría. Dos opciones y una ardua decisión. De repente, más vagas palabras se acumularon en mi boca. Muchas más alternativas al plan inicial, cada cuál más difícil de catalogar entre lo bueno y lo malo. Paulatinamente, el aturdimiento fue más notable ¿Qué haría un ángel? ¿Qué haría un diablo? ¿Qué haría yo?

jueves, 8 de agosto de 2013

La interpretación de los sueños (II): "Un perro andaluz" como gran muestra del surrealismo

¿En qué se parecen un ojo seccionado por una navaja, una mano de la que brotan moscas y una mariposa calavera? Aparentemente en nada. Para surrealistas como el cineasta Luis Buñuel y el pintor Salvador Dalí, estos elementos sí que guardan una cierta relación. En Un perro andaluz, ambos artistas los ponen de manifiesto. Al igual que en todas las obras surrealistas, la película se basa en el mundo onírico, componiéndose por una secuencia aleatoria de sueños. ¿Podría el propio Sigmund Freud desvelar el verdadero mensaje que esconde este proyecto cinematógrafico? Según Buñuel, no. Para el español sería una pérdida de tiempo buscar un significado a tal desorden de ideas alocadas, pues ni siquiera el título hace referencia al contenido real del film. ¿Se trata entonces de una tomadura de pelo o una de las más ingeniosas obras maestras de la historia del cine?


Un perro andaluz, Luis Buñuel (1929). Imprescindible su visionado.

domingo, 4 de agosto de 2013

El diablo que habita en sus ojos: Entrega 1

1ª PARTE: El Génesis

Oscuridad. De eso estoy compuesto. De agujeros negros y pozos sin fondo. De un ardiente fervor, del más malvado de los aromas y sabores. Mi cuerpo está forjado en un tono rojizo que pervierte las retinas de mi público, penetrando finalmente en su indefenso cerebro.

Soy aquel que no tiene ningún nombre, pero que ha recibido a lo largo de su existencia cientos de ridículos apodos. Soy Lucifer. Algunos me llaman Belcebú. Otros prefieren apuntar que soy un ángel caído. Ángel caído, curiosa denominación. Antes era la luz y la pureza y mirad en qué me he convertido, en ese ser indefinido de proporciones tenebrosas.

Quisiera sentirme querido, pero realmente el inmenso poder que poseo eclipsa cualquier otro absurdo sentimiento humano. ¿Quién necesita amor si se posee un cetro con el que gobierno en todo tipo de mentes? Un cetro con tres punzantes terminaciones al que muchos llaman tridente. Un tridente con el que hacer sangrar, con el que poder controlar, manipular y gobernar a mi antojo.

Mi edad es eterna. Hace tiempo que cumplí milenios, incluso podría afirmar que millones de años. Nací junto a los primeros homínidos, crecí junto a avanzadas civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana, y me he mantenido joven hasta la más inmediata actualidad. Vivo al lado de ti, al acecho de cualquier decisión que puedas tomar, para intentar convencerte de lo malo. Sin embargo, y a pesar de mi gran experiencia, todavía me pregunto qué es el mal. ¿El mal es aquello que nos perjudica y nos hace sufrir? ¿Es acaso lo que repercute negativamente en nuestro alrededor? Yo, ni siquiera siendo quien soy, sé distinguir entre lo malo y lo bueno, entre lo que haría yo y lo que llevaría a cabo el más bondadoso de los dioses. Dioses, otro curioso término. Yo, semejante a Él, también deberé ser un Dios. Quizás no venerado pero, sin duda, una deidad es lo que soy. Soy omnisciente, omnipresente y omnipotente. En estos mismos instantes, habito dentro de ti, dentro de tus ojos llenos de furia, venganza y crueldad.

Erguido y mostrando una sonrisa maliciosa, me dispongo enfrente de un hombre de mediana edad que apunta con una pistola a la sien de su propia mujer. El insensato todavía no se ha decidido, permanece dubitativo sin bajar el arma. Espero. Pronto sabrá cómo actuar y hará lo más conveniente para él. Pronto elegirá su opción y espero con ansias a que finalmente me escoja a mí, ser resistente a cualquier brillo de luz, amo y señor de las tinieblas.


viernes, 2 de agosto de 2013

Medea

Medea fue, es y siempre será esa mujer de carácter férreo. Eurípides, dramaturgo griego, la engendró como una fémina manipuladora e inteligente como la que más, dotándola de una superioridad inigualable. La venganza de la griega ha sido, sin duda, un referente académico -actualmente en términos psicológicos, se emplea el término síndrome de Medea- y una leyenda que ha sobrepasado los límites del tiempo.

La venganza se sirve en plato frío. Ya lo reza este dicho popular que muy describe a nuestra Medea. Tras sentirse engañada por su marido, busca la manera más cruel de hacerlo sufrir y hacerle pagar por su infidelidad. Podría atacar a su amante, pero ello no lo derrumbaría totalmente. Sabía cuál era el talón de Aquiles de su esposo Jasón y estaba dispuesto a atacarlo: sus hijos.

Medea, en un acto de arrebato de locura y obsesión, acaba con la vida de sus propios primogénitos, desmoronando al ahora impotente Jasón. Una decisión que también causaría en ella misma un dolor punzante pues había matado a miembros de su propia sangre. No obstante, prefería convivir ella también con la pérdida y el remordimiento antes que ver a su marido feliz en brazos de otra.

Es curioso comprobar como milenios más tarde, todavía existen personas que practican el noble arte de la venganza. No les importa llevar a cabo decisiones difíciles y autodestructivas con tanto que el fruto de su ira sufra. Así se mueve nuestro mundo actual: el rencor y el contraataque son los elementos vehículares de nuestra sociedad. Dar lo que recibimos es uno de nuestros lemas y la venganza nos proporciona un preocupante aroma relajante y placentero.

Y es que, a día de hoy, a pesar de haber evolucionado como civilización, todavía nos seguimos rigiendo por leyes antiquísimas. "Ojo por ojo, diente por diente". Así estamos todos actualmente, completamente ciegos y desdentados.

***


<< JASÓN
¡Oh, monstruo, la mujer a la que más odiamos [...]
que a tus hijos osaste con la espada atacar
siendo su propia madre y a mí así me matabas!
Después de hacer tal cosa, tras acto tan perverso,
¿a la tierra y al sol te atreves a mirar? [...]
¡Sal de aquí enhoramala, malvada y parricida!
A mi sólo me quedan los ayes por mi suerte,
que no podré gozar de mi reciente boda
ni en vida la palabra dirigiré a mis hijos
a quien di crianza y ser y que he perdido ya.

MEDEA
No ibas a llevar vida placentera riéndote
de mí tras tu deshonra del lecho conyugal. [...]
El caso es que herí tu alma como lo merecías.

JASÓN
Mas tú también padeces y mis males compartes.

MEDEA
Sí, pero me compensa saber que no te burlas.

JASÓN
¡Hijos, qué mala ha sido la madre que obtuvisteis!

MEDEA
¡Hijos, cómo os perdió la perversión paterna! >>

Medea, Eurípides