Dos años de reinvención

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domingo, 4 de agosto de 2013

El diablo que habita en sus ojos: Entrega 1

1ª PARTE: El Génesis

Oscuridad. De eso estoy compuesto. De agujeros negros y pozos sin fondo. De un ardiente fervor, del más malvado de los aromas y sabores. Mi cuerpo está forjado en un tono rojizo que pervierte las retinas de mi público, penetrando finalmente en su indefenso cerebro.

Soy aquel que no tiene ningún nombre, pero que ha recibido a lo largo de su existencia cientos de ridículos apodos. Soy Lucifer. Algunos me llaman Belcebú. Otros prefieren apuntar que soy un ángel caído. Ángel caído, curiosa denominación. Antes era la luz y la pureza y mirad en qué me he convertido, en ese ser indefinido de proporciones tenebrosas.

Quisiera sentirme querido, pero realmente el inmenso poder que poseo eclipsa cualquier otro absurdo sentimiento humano. ¿Quién necesita amor si se posee un cetro con el que gobierno en todo tipo de mentes? Un cetro con tres punzantes terminaciones al que muchos llaman tridente. Un tridente con el que hacer sangrar, con el que poder controlar, manipular y gobernar a mi antojo.

Mi edad es eterna. Hace tiempo que cumplí milenios, incluso podría afirmar que millones de años. Nací junto a los primeros homínidos, crecí junto a avanzadas civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana, y me he mantenido joven hasta la más inmediata actualidad. Vivo al lado de ti, al acecho de cualquier decisión que puedas tomar, para intentar convencerte de lo malo. Sin embargo, y a pesar de mi gran experiencia, todavía me pregunto qué es el mal. ¿El mal es aquello que nos perjudica y nos hace sufrir? ¿Es acaso lo que repercute negativamente en nuestro alrededor? Yo, ni siquiera siendo quien soy, sé distinguir entre lo malo y lo bueno, entre lo que haría yo y lo que llevaría a cabo el más bondadoso de los dioses. Dioses, otro curioso término. Yo, semejante a Él, también deberé ser un Dios. Quizás no venerado pero, sin duda, una deidad es lo que soy. Soy omnisciente, omnipresente y omnipotente. En estos mismos instantes, habito dentro de ti, dentro de tus ojos llenos de furia, venganza y crueldad.

Erguido y mostrando una sonrisa maliciosa, me dispongo enfrente de un hombre de mediana edad que apunta con una pistola a la sien de su propia mujer. El insensato todavía no se ha decidido, permanece dubitativo sin bajar el arma. Espero. Pronto sabrá cómo actuar y hará lo más conveniente para él. Pronto elegirá su opción y espero con ansias a que finalmente me escoja a mí, ser resistente a cualquier brillo de luz, amo y señor de las tinieblas.


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