<<Buscó la existencia de un Dios durante toda su vida. Jesucristo, Alá, Buda, Jehová, Yahvé, rezó a todos. Rezó tanto que se convirtió en ateo.
Buscó una señal, una explicación de por qué nacemos y por qué morimos, durante toda su vida. Visitó matronas e incluso pompas fúnebres. Condujo tantos coches mortuorios, que renació de nuevo.
Buscó el significado de la vida durante toda ella. Nació, creció, se reprodujo, murió y quién sabe si se reencarnó. Se aturulló tanto buscando una respuesta, que incluso se le olvidó aquella enigmática pregunta>>
Dejé la pluma que hacía segundos sostenían mis dedos. ¿Por qué había escrito aquello? No tenía sentido y, peor aún, me contradecía continuamente. Impulsivamente, volví a escribir sobre aquel pergamino:
<<Pasó su vida buscando nuestro objetivo como humanos que, cuando encontró el significado de la vida, ya no pudo hacer nada para solucionarlo>>
Pensé acerca de aquellas misteriosas palabras que de mi mente habían brotado. Yo era el primer humano que conocía cuál era el verdadero significado de la vida. Inmediatamente, callé y olvidé. Mejor que cada uno encontrara su propia respuesta.