Dos años de reinvención

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jueves, 7 de marzo de 2013

El fútbol como arma mortífera

El fútbol -aún a riesgo de que forofos se opongan rotundamente a mi idea- no tiene ningún interés como deporte, pero sí como elemento clave en el comportamiento de una sociedad. Esta oposición que usted, aficionado al balonpié, acaba de mostrar ante la proposición anterior es solamente uno de los muchos signos de la fuerza con la que nos arrastra este fenómeno de masas.

Para entender mi argumentación, únicamente hay que sentarse delante del televisor a ver cómo en todas las cadenas, la sección deportiva está encabezada (y básicamente protagonizada) por el deporte estrella, aunque más bien por sus figuras más representativas. No sólo nos importa el resultado del partido jugado antes de ayer, sino también si Cristiano está triste, si Piqué ha tenido un hijo con Shakira o si Guti ha sobrepasado el límite de velocidad, utilizando estos aspectos como bazas para nuestra discusión sin desenfreno sobre temas futbolísticos.

Sí, acabo de referirme al fútbol como un debate, pero no creo que este símil sea correcto. En un debate se suelen contrastar diferentes puntos de vista, sin embargo, en estos lares todo es negro o blanco. O más bien azulgrana y blanco. Todo gira alrededor de los más reputados clubes: el Barça y el Real Madrid. Y cuando afirmo que todo, es todo. Parece que, cuando se nos agota nuestra fuente de argumentos en cualquier dilema cotidiano, echamos mano de nuestra predilección futbolística. Una continua, monótona y agresiva batalla entre madridistas y barcelonistas que, haciendo alarde de su hipocresía, se unen cuando en el encuentro juega La Roja. En este caso, todos somos uno, todos somos españoles.

Cuando las cámaras enfocan a un seguidor fiel llorando, vitoreando la victoria de su equipo o con los nervios a flor de piel, podemos observar claramente la enrevesada sociología que esconde una actividad lúdica como es el fútbol. La violencia en los clásicos de la final de la Copa del Rey, por exponer un ejemplo, es notoria cuando cerca de la Cibeles, los altercados se multiplican; una muestra más del potencial, no sólo económico y deportivo del fútbol, sino también social.

El colmo de esta práctica es la posible independencia en un futuro de Cataluña. Apoya al Barcelona que los madridistas te catalogarán de independentista, y siempre empleando la misma excusa: "se quieren desligar de España solamente para no tener rival deportivo, ¡menudos catalanes de mierda!". Siempre he dicho que la política deteriora todos los aspectos de la vida, pero es el fútbol esta vez el que mancilla una ideología. El fútbol o, más bien, una sociedad ignorante que considera el deporte como un asunto primordial dentro de un país. ¿Acaso lo más grave que supondría la independencia de Cataluña sería la escisión del Madrid y el Barça? ¿Y la economía? ¿Y los asuntos exteriores?. Esto constata lo ineptos que somos utilizando el fútbol como arma mortífera, cuando ni siquiera sabemos manejar una pistola de balines.


<< El fútbol puede ser una buena metáfora para pensar la sociedad y sus contradicciones. Los cánticos independentistas durante el último "clásico", la exhibición de banderas nacionales (cuatribarradas, estrelladas o rojigualdas), confirman las tesis sobre el fútbol como forma de guerra incruenta [...] >>

Fútbol e independencia, Carles Feixa, antropólogo social (El País, 17/11/12)

1 comentario:

  1. Hala, ya me tienes por aquí cual perro faldero... jajajaja qué va. Que sepas que ya leí esta entrada en su momento, pero no encontré nada que rebatir. Aunque ahora al reclamarme por mis aposentos bloggeros me has inspirado y todo. Enhorabuena XD

    El interés que suscita el fútbol sí es por lo deportivo, pero de forma indirecta. Si no le dieran tanta importancia en los telediarios, programas dedicados a los deportes, periódicos [etc] no tendría ni la mitad de la relevancia que ahora mismo tiene en la sociedad.
    Ahora bien, ¿quién suscita ese interés a la sociedad y por qué? La respuesta es muy sencilla: toda persona o empresa que mueve o genera ganancias económicas. España es el "país cani" de Europa, ya que vivimos de los deportes y el turismo. Si invertimos en darle importancia al fútbol, la gente gastará dinero en ir a ver los partidos, y más aquí aprovechando el tirón cultural, que atrae mucho a los extranjeros. Se gastan cincuenta euros en un restaurante, ochenta en ver el fúbtol, veinte en transporte público y doscientos en un hotel. Un negocio redondo.
    Y si para colmo, nos metemos en la vida privada de los jugadores, pues mejor que mejor. ¿Qué más da que unos cualquiera agredan a Rudy Fernandez, jugador del Real Madrid de baloncesto? No es el deporte rey, así que lo pasan en un simple reportaje denunciándolo, y a los dos minutos ya están con que CR7 ha adoptado siete enanos del Congo, y a cada uno le ha asignado una chacha, una puta para que le haga la paja a partir de los catorce años, y un servicio de catering que ni el rey y Rajoy juntos consumen en todo un año.
    El fútbol en principio es otro remedio pasajero contra los tiempos que estamos pasando, y los que vendrán. La gente quiere pensar por un momento que todo está bien, aunque para ello haya que ver a veinte tíos corriendo detrás de un balón, y otros dos quietos parados bajo tres palos esperando a que llegue el baloncito. Y claro, si la gente le da importancia por el hecho de evadirse un rato de la realidad, imagina como se frotan las manos todos los empresarios pensando en llenar un estadio de a lo mejor cincuenta mil personas, a cuarenta euros por cabeza de media. Vamos, es que soy yo Florentino Pérez y me la cascan durante varias horas multitud de prostitutas de lujo.
    Realmente, no hubieras hecho esta entrada si el fútbol no se hubiera convertido en un negocio. Porque al no ser así, no se publicitaría tanto en los medios, ni sería tan relevante para la gente, tan sólo habría unos cuantos que serían verdaderamente forofos.

    ¡Hasta la próxima!

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