Dos años de reinvención

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martes, 5 de marzo de 2013

Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 18

España, 1945

El ambiente se encontraba realmente frío. El declive de las potencias del Eje se hizo visible desde mediados de la guerra. La victoria de los comunistas sobre los nazis en la batalla de Stalingrado cambió las riendas del conflicto. Los alemanes se agazaparon, retrocedieron fronteras y el fin de la catástrofe se avistaba muy cercano.

Ajenos a toda situación bélica internacional, la pareja disfrutaba de aquellos cálidos momentos juntos como si fueran los últimos. Quizás era algo egoísta por su parte, pero no les importaba nada: millones de muertos, heridos, familias en el umbral de la pobreza. Todo aquello era algo que pretendían ignorar, ya habían sufrido demasiado.

Últimamente se rumoreaba que Mussolini había sido capturado y ejecutado por la resistencia italiana y que Hitler, ante el temor de que le ocurriera lo mismo que al Duce, se suicidó. Allí en España, la censura impedía la entrada de gran cantidad de información acerca de la decadencia de los fascismos y la desaparición de estos en Europa. Quizás Franco también tenía miedo a que el pueblo se sublevara pero este, al contrario que el Führer, no lo hizo. El dictador español permaneció en el poder durante unas décadas más, convirtiéndose en el último régimen totalitario en el continente.

El suicidio de Adolf Hitler, ocurrido el 30 de abril de aquel mismo año, coincidió con la muerte de la abuela italiana de nuestra protagonista. Recibió la pésima noticia y una tarea que se encomendaba a la muchacha: la anciana hizo prometer a su familia que sería enterrada en Alemania, junto a su fallecido marido.

- Debo irme a Alemania - comunicó la pintora a Francisco.

- ¿Volverás? - contestó, esperando con ansia una afirmación.

- Necesito terminar mi obra futurista y, ahora que los asuntos internacionales se han calmado, debo volver a mi lugar natal. Pero puedes venirte, deseo que me acompañes.

Aquello significó una puñalada para el español, que prefiriera retornar antes que pasar su vida junto a él en la Península.

- Lo siento. Mi España, a pesar de su situación actual, sigue siendo mi España - respondió dolido, e irónicamente añadió: - No eres tan importante como para dejar todo atrás. Como ves, pienso igual que tú.

La respuesta fue tan impropia de él que sorprendió a la chica la cual, sin replanteárselo, preguntó sin más:

- ¿Hasta siempre?

- Hasta pronto - sentenció él.

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