Dos años de reinvención

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lunes, 1 de abril de 2013

¿La Historia se repite? (I): ¿Avanzamos o saltamos?

¿La Historia se repite? ¿Por qué las utopías dadas en el pasado se convirtieron en distopías? ¿Podemos aprender de lo acontecido en el ayer? ¿Es útil imponer en los centros educativos la asignatura como obligatoria y esencial para la formación del ser humano?



La Historia es un recuerdo. La Historia es el diario más íntimo de miles de generaciones. La Historia es el mecanismo de la humanidad para aprender y no volver a repetir lo que ha creado nefastas consecuencias sobre nosotros mismos. Sin embargo, este juego de engranajes se encuentra algo oxidado porque irremediablemente cometemos los mismos errores una y otra vez.

Hegel, filósofo marcado por la Revolución Francesa, profundizó en el término progreso, cuya definición todavía se encuentra muy difusa. ¿De veras progresamos o sólo avanzamos a zancadas evolucionando desde un comportamiento extremadamente conservador a una liberalidad desmesurada? Para responder a estas cuestiones, el alemán propuso una teoría, la cual conoceremos posteriormente como dialéctica hegeliana.

Según Hegel, la dialéctica tiene tres momentos: tesis, antítesis y síntesis. La tesis es una afirmación, la antítesis una oposición a la afirmación, y la síntesis el rechazo de la antítesis y una combinación de la afirmación y la negación. En resumidas cuentas e ilustrándolo, sería lo ocurrido en las últimas décadas de la sociedad española. Durante el régimen franquista, la censura lo dominaba todo, no existía la libertad de expresión. La democracia surgida en los años ochenta rompió completamente con las estructuras de la dictadura: el comportamiento liberal lo dominó todo y cualquiera podía hacer lo que le placiera, sin dar cuentas a nadie. Esta antítesis desembocó en una situación actual caracterizada por la corrupción, la cual surgió a raíz de la despreocupación y la euforia de emerger de un sistema totalitario como el de Franco, por lo que ahora andamos buscando una síntesis entre ambas políticas. Queremos liberalidad para todos los ciudadanos, pero creemos que sería positivo establecer duras represalias contra aquellos que abusan de su libertad perjudicando al resto.

Esto, sin duda, parecería la solución a todos nuestros problemas, pero Hegel no es tan optimista. De la síntesis evolucionaremos de nuevo a la tesis, conformando así un círculo repetitivo y monótono. Por tanto, la Historia sí que se repite (he ahí las cíclicas crisis económicas propias del capitalismo) y, a pesar de estar hartos de observar embelesados siempre el mismo fenómeno, nuestro orgullo no nos permite aprender de nuestros errores. Tal vez exista una fórmula mágica a nuestros fallos, una utopía que realmente funcione. No obstante, de la idealización de las utopías -y, más tarde, distopías- debatiremos en otra ocasión.

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