Fuenteovejuna, señor >>
Nos esforzamos por hacernos oír, a pesar de que nuestra voz sea diminuta, casi nula. Intentamos tener voto a nivel individual pero, siendo objetivos, sabemos que se trata de una tarea casi imposible. Sin embargo, quizás los ojos de un colectivo puedan tener una visión más amplia del mundo y más medios para modificarlo. Reconocemos que una sola persona, por muy carismática que sea, no puede destruir los enloquecidos cimientos de esta sociedad si no se rodea de hombres que apoyen, alaben y realcen su propuesta.
No obstante, nuestra inutilidad como seres humanos nos deja siempre en evidencia. No sabemos trabajar en equipo porque hemos crecido en un ambiente de individualismo. Individualismo y rivalidad. Querer ser "el mejor" y no "los mejores". Así nos va a los españoles, que hemos escrito una historia contemporánea monótona y repetitiva. Decenas de constituciones, algunas sin promulgar; cientos de leyes nunca impuestas. Esto se debe a que solamente encomendamos la tarea a un único ser (o a varios que, irremediablemente, por mutualismo, se pueden considerar uno solo). Necesitamos trivialidad de ideas, lluvia de intelectos, no solamente dos posiciones contrapuestas.
Hipocresía es avergonzarnos de un país sin futuro y después cantar las victorias de nuestro deporte a grito de "yo soy español". En ocasiones pienso que nos interesa más una copa de oro que una economía y cultura próspera. Parece que salvo "La Roja", nadie sabe cómo trabajar en equipo, porque nuestro declive cada día es más evidente.
Sinceramente, no podemos sentirnos orgullosos de ser españoles, ni europeos, ni siquiera ciudadanos del mundo. Somos mediocres y lo tenemos que asumir si queremos avanzar. Debemos aprender a aliarnos, como Fuenteovejuna, pueblo de obra lopesca que nadó a contracorriente para vencer lo impuesto y, de esta manera, prosperar. Los que andan siempre unidos, jamás serán vencidos. Todos maquinaron la muerte del comendador, cada uno aportó su parte, y a pesar de ello, el pueblo entero no recibió duras represalias.
Espero que algún día nos fijemos una meta y trabajemos mano a mano para alcanzar ese objetivo. Espero que pronto podamos pronunciar, henchidos de felicidad y razón:
<< ¿Quién emergió de la decadencia?
España, la mejor >>