"La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo" -Albert Camus
sábado, 29 de diciembre de 2012
Pisotones haciendo senderos
Si detestamos la oscuridad es porque nos da miedo pisarla. Sin embargo, pisamos otros sucios terrenos, tierra o asfalto, nos da lo mismo. Pisamos con tal fiereza que dejamos huella en cada sendero por el que caminamos. Con tanta fuerza marcamos nuestro territorio que, en ocasiones, nos quedamos clavados, inmóviles. Sin poder avanzar, arrastramos todo lo que habita detrás de nosotros, imparables. No hay nada que se nos resista, nos sentimos como dioses; excepto la noche, nuestro talón de Aquiles. No obstante, un día, dejándonos llevar por una ambición de gran magnitud, nos apoyamos inconscientemente encima de lo oscuro. Con una cara descompuesta, admiramos lo que acaba de suceder: hemos pisado la oscuridad y superado con ello nuestros temores. Aparentemente. Para el mundo, hemos vencido a nuestros demonios pero, interiormente, sabemos que algo que nos daba miedo en el pasado, nos sigue asustando. Al fin y al cabo, la oscuridad siempre nos causará terror y es porque nos da miedo pisarla.
Literatura Vital (III): De mimbre
aun sin acabar de zurcir las heridas
de sus maldormidas noches,
de sus maldormidas noches,
resquebraja el suelo con atroces embestidas,
sumido su corazón en el más absoluto de los ostracismos,
sus latidos surcan el cielo y caen a plomo,
se embriaga de nada y la nada trenza,
haciendo de la nada un ser latente,
y a mí, aunque inmóvil, nimiedad a su lado,
me place ser polvo del rincón de sus penas,
me enorgullece ser algo etéreo en su alma,
amo y señor de sus perdidas miradas,
amo y señor de sus perdidas miradas,
cuidador de su corazón de mimbre,
que, aunque arrecien los vendavales,
se doblará antes que partirse.
León manso come mierda, Kutxi Romero (vocalista grupo "Marea")
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Mis vidas posibles
<< No podemos volver atrás, por eso cuesta elegir. Mientras no elijas, todo sigue siendo posible. >>
Las vidas posibles de Mr. Nobody.
Nemo no sabe quién es, ni siquiera si es. ¿Existimos si no podemos vernos directamente? Ya siendo un niño se hacía preguntas de este tipo y es que, Nemo nunca ha sido normal. El ángel pasó de largo y no le dio el beso del olvido y, por lo tanto, puede predecir su futuro. Pero es en el mañana cuando ni siquiera puede diferenciar su pasado. ¿Y si no le hubiera dicho semejante grosería a Anna? ¿Y si no hubiera bailado aquella noche con Eliz? ¿Y si no hubiera manipulado a Ying para dar envidia a la rubia?
La vida se compone de múltiples decisiones que encarrilan las vías de nuestro tren. Por desgracia, no todos podemos ser como Nemo, testigo de nuestras posibles vidas dependiendo de cada opción tomada. Tal vez algún día suceda el Big Crunch, el tiempo se invierta y podamos enmendar todos los errores cometidos en el ayer, pero esa es otra historia. Ante la no inmediatez del suceso, mejor será que sigamos caminando juntos. Hasta la próxima parada, en la cual se separen nuestros caminos.
Recortes, reformas y deformes (V): Euros, dólares o pesos
Euros, dólares, libras, pesos, reales. Dinero, pasta, pavos, guita,... Llamadlo como os plazca. El nombre no importa, solo es esencial saber que estamos sedientos de él. Queremos monedas, billetes también, a poder ser de color violeta. Excepto en estas fechas navideñas, durante las cuales decimos que lo que importa realmente es el amor, la familia y la paz. No sé si lo diremos de verdad o no, pero el marisco consumido no se paga con buenas acciones al prójimo.
Estoy harto de escuchar "El dinero no da la felicidad". Sí, hay ciertos aspectos que no se pueden comprar con dinero: tu primer beso, el amor hacia una madre, un círculo de verdaderos amigos. Sin embargo, no quiero parecer el típico anuncio de Mastercard porque, por mucho que digamos, tener calderilla a mano sí es necesario.
A pesar de repetir una y otra vez que, en momentos de flaqueza, la riqueza pasa a un segundo plano; ahora mismo España necesita una inyección de poder adquisitivo: en nuestro país residen millones de parados. En resumidas cuentas, no queremos estar desempleados para tener trabajo, queremos tener trabajo para conseguir dinero, deseamos conseguir dinero para pagar nuestras obligaciones y cubrirnos de caprichos, ansiamos tener más caprichos inútiles que nadie para poseer mayor poder. ¿Dónde residen los valores que intentamos transmitir a nuestros infantes? Somos un tanto hipócritas, pues.
Seríamos ilusos si afirmáramos que los billetes no proporcionan bienestar. Tal vez no puedan curar enfermedades, pero en muchos países (repetitivo ejemplo el de Estados Unidos) tu poder adquisitivo te puede salvar de la muerte. ¿Acaso si somos más pobres nos convertimos en algo menos valioso para la humanidad?
Centrándonos de nuevo en España, podemos observar como nuestro gobierno quiere emular a los Estados Unidos. Seamos objetivos, EE.UU. es la mayor potencia mundial (muy seguida de la creciente China) y posee muchos rasgos positivos como cualquier otra nación, pero también otros aspectos pésimos. ¿Por qué Rajoy y sus secuaces se empeñan en importar las actitudes negativas de los americanos? Privatización es el vocablo más repetido estos últimos meses. Educación, sanidad, redes ferroviarias sufren este fenómeno.
¿Y qué nos augura el futuro? Oscuridad para los no poseedores de piscina privada, por lo que se ve. Es sorprendente observar como en una sociedad que impuso tras un interminable Antiguo Régimen una jerarquía basada en el esfuerzo y el trabajo, se ve corrompida por sus propios ideales. Pon empeño en lo que haces que, si no está recubierto de oro, tienes nulas posibilidades.
Estoy harto de escuchar "El dinero no da la felicidad". Sí, hay ciertos aspectos que no se pueden comprar con dinero: tu primer beso, el amor hacia una madre, un círculo de verdaderos amigos. Sin embargo, no quiero parecer el típico anuncio de Mastercard porque, por mucho que digamos, tener calderilla a mano sí es necesario.
A pesar de repetir una y otra vez que, en momentos de flaqueza, la riqueza pasa a un segundo plano; ahora mismo España necesita una inyección de poder adquisitivo: en nuestro país residen millones de parados. En resumidas cuentas, no queremos estar desempleados para tener trabajo, queremos tener trabajo para conseguir dinero, deseamos conseguir dinero para pagar nuestras obligaciones y cubrirnos de caprichos, ansiamos tener más caprichos inútiles que nadie para poseer mayor poder. ¿Dónde residen los valores que intentamos transmitir a nuestros infantes? Somos un tanto hipócritas, pues.
Seríamos ilusos si afirmáramos que los billetes no proporcionan bienestar. Tal vez no puedan curar enfermedades, pero en muchos países (repetitivo ejemplo el de Estados Unidos) tu poder adquisitivo te puede salvar de la muerte. ¿Acaso si somos más pobres nos convertimos en algo menos valioso para la humanidad?
Centrándonos de nuevo en España, podemos observar como nuestro gobierno quiere emular a los Estados Unidos. Seamos objetivos, EE.UU. es la mayor potencia mundial (muy seguida de la creciente China) y posee muchos rasgos positivos como cualquier otra nación, pero también otros aspectos pésimos. ¿Por qué Rajoy y sus secuaces se empeñan en importar las actitudes negativas de los americanos? Privatización es el vocablo más repetido estos últimos meses. Educación, sanidad, redes ferroviarias sufren este fenómeno.
¿Y qué nos augura el futuro? Oscuridad para los no poseedores de piscina privada, por lo que se ve. Es sorprendente observar como en una sociedad que impuso tras un interminable Antiguo Régimen una jerarquía basada en el esfuerzo y el trabajo, se ve corrompida por sus propios ideales. Pon empeño en lo que haces que, si no está recubierto de oro, tienes nulas posibilidades.
domingo, 23 de diciembre de 2012
Llegan aquellos días...
Observo mi calendario mientras este me sostiene la mirada. En su última hoja, la doceava, vienen señaladas aquellas promesas que nunca cumplí, aquellas ilusiones que afortunadamente se hicieron realidad, aquellos acontecimientos que trajeron consigo mis peores presagios. 2012 ha sido un año muy dispar, tanto para un descontento alrededor como para mí.
Hoy, a día 23, veo como estos doce meses se consumen como la vela de esperanza que encendí un primero de enero. Puedo apreciar como la masacre que auguraron las civilizaciones antiguas no cobró vida un 21 de diciembre y, desafortunadamente, todavía no puedo ver los frutos de este ciclo recién estrenado que traerá consigo la luz tras una etapa de absoluta oscuridad.
Tal vez, lo mejor hubiera sido que el mundo se hubiese extinguido. Todo lo malo ya hubiera desaparecido, los humanos por ejemplo, traidores y mentirosos por naturaleza. ¿O quizás es mejor que nuestro día a día se alargue hacia un azaroso futuro?
Aún nos quedan metas que conseguir, combates en los que luchar o en los que provocar nuestra propia rendición. Aún nos queda una vida por delante; en un principio, un 2013 en el que hacer realidad todos aquellos sueños que todavía no hemos puesto en práctica.
Llega la Navidad y se multiplican las frecuentes felicitaciones que carecen de gran relevancia. Las fiestas transcurren muy rápidamente y esta época de optimismo y generosidad (últimamente envuelta en un papel plata de materialismo) se desintegra bien entrada la archiconocida "cuesta de enero"
Llegan aquellos días durante los cuales se recuerdan a los seres queridos que, por desgracia, no pueden asistir a estas Pascuas. Llegan aquellos días durante los cuales fingimos que los más desfavorecidos e infelices nos importan. Llegan aquellos días durante los cuales valoramos los resultados de unos esfuerzos propuestos tan ineficaces que dan lugar a la reformulación de más promesas insustanciales las cuales sabemos que, a lo largo de este arduo año que se nos presenta, volveremos a incumplir.
Hoy, a día 23, veo como estos doce meses se consumen como la vela de esperanza que encendí un primero de enero. Puedo apreciar como la masacre que auguraron las civilizaciones antiguas no cobró vida un 21 de diciembre y, desafortunadamente, todavía no puedo ver los frutos de este ciclo recién estrenado que traerá consigo la luz tras una etapa de absoluta oscuridad.
Tal vez, lo mejor hubiera sido que el mundo se hubiese extinguido. Todo lo malo ya hubiera desaparecido, los humanos por ejemplo, traidores y mentirosos por naturaleza. ¿O quizás es mejor que nuestro día a día se alargue hacia un azaroso futuro?
Aún nos quedan metas que conseguir, combates en los que luchar o en los que provocar nuestra propia rendición. Aún nos queda una vida por delante; en un principio, un 2013 en el que hacer realidad todos aquellos sueños que todavía no hemos puesto en práctica.
Llega la Navidad y se multiplican las frecuentes felicitaciones que carecen de gran relevancia. Las fiestas transcurren muy rápidamente y esta época de optimismo y generosidad (últimamente envuelta en un papel plata de materialismo) se desintegra bien entrada la archiconocida "cuesta de enero"
Llegan aquellos días durante los cuales se recuerdan a los seres queridos que, por desgracia, no pueden asistir a estas Pascuas. Llegan aquellos días durante los cuales fingimos que los más desfavorecidos e infelices nos importan. Llegan aquellos días durante los cuales valoramos los resultados de unos esfuerzos propuestos tan ineficaces que dan lugar a la reformulación de más promesas insustanciales las cuales sabemos que, a lo largo de este arduo año que se nos presenta, volveremos a incumplir.
lunes, 17 de diciembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 9
Instantáneamente esbozó el recuerdo de su querido español. Hacía casi un año que no recibía ninguna de sus poéticas epístolas. ¿Qué sería de él? Un sentimiento de celos la embargó: seguro que había encontrado a otra chica que lo hiciera más feliz. Eso sería, se habría olvidado completamente de ella, aquella guerra civil habría terminado y viviría junto a una mujer de curvas vertiginosas.
No obstante, la realidad no se asemejaba ni levemente a la visión de la joven. Sí, aquel conflicto interno había finalizado pero todavía quedaba la mayor de las miserias: una ardua posguerra. Miles de muertos, persecuciones, desnutrición, cartillas de racionamiento. Sin embargo, su español era ajeno a tales desgracias. Encerrado en una celda sin más luz que una rendija, sin más alimento que los insectos, sin más líquido que unas goteras situadas en el techo; su espíritu republicano se apagaba, a la vez que se ensombrecía su efímera juventud. Solo por creer y luchar por sus ideales fue destinado a morir entre oxidados barrotes de hierro.
La pintora, durante el camino hasta la sinagoga donde se reuniría con Sahmuel, rememoró a su único amor a través de cada una de las cartas que él había enviado. Se maldijo a sí misma por haber dudado del eterno afecto que el español le había prometido y es que, tal vez, se encontrara en apuros, quizás la guerra lo había arrastrado sin dejar rastro alguno.
Emergiendo de sus pensamientos, vio a Sahmuel a lo lejos, al final de la avenida, saludando con una amplia sonrisa. La joven incrementó el ritmo de su marcha. Deseaba estrecharlo entre sus brazos, lo había echado mucho de menos durante aquel año. Por fin, en cuestión de segundos, lo abrazaría con todas las fuerzas que le proporcionara su abatido cuerpo. Segundos que se alargarían, se harían eternos. Alguien sorprendió al pequeño Sahmuel por detrás, apuntándole con un arma a la sien. Segundos interminables que nunca transcurrirían, porque el tiempo para el judío ya había finalizado.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Literatura Vital (II): El mercader de Venecia
<< GRACIANO.- No poseéis buen semblante, signior Antonio; tenéis demasiados miramientos con la opinión del mundo; están perdidos aquellos que la adquieren a costa de excesivas preocupaciones. Creedme, os halláis extraordinariamente cambiado.
ANTONIO.- No tengo al mundo más que por lo que es, Graciano: un teatro donde cada cual debe representar su papel, y el mío es bien triste. >>
<< PORCIA.- Pues bien, sea entonces. Uno de estos cofrecitos contiene mi retrato; si me amáis, me descubriréis seguidamente (...)
BASSANIO.- Las más brillantes apariencias pueden cubrir las más vulgares realidades. El mundo vive siempre engañado por los relumbrones. En justicia, ¿qué causa tan sospechosa y depravada existe que una voz persuasiva no pueda, presentándola con habilidad, disimular su odioso aspecto? En religión, ¿qué error detestable hay, cuya enormidad no pueda desfigurar bajo bellos adornos un personaje de grave continente, bendiciéndolo y apoyándolo en textos adecuados? No hay vicio tan sencillo que no consiga dar en su aspecto exterior alguno de los signos de la virtud. ¡Cuántos cobardes, cuyos corazones son tan falsos como gradas de arena y a quienes cuando se les escruta interiormente se encuentra el hígado blanco como la leche, llevan en sus rostros las barbas de Hércules y de Marte, con el ceño malhumorado! No se adornan con estas excrecencias del valor más que para hacerse temibles. Contemplad una belleza y veréis que está comprada al peso; una especie de milagro se verifica que hace más livianas a aquellas que tienen una mayor cantidad. Así, esos bucles dorados, enroscados en serpentina, que voltejean lascivos con el viento, sobre una cabeza de belleza supuesta, examinados de cerca resultan a menudo no ser sino los viudos de otra cabeza, cuyo cráneo que los sustentó yace en el sepulcro. El ornamento no es, pues, más que la orilla falaz de una mar peligrosa; el brillante velo que cubre una belleza indiana; en una palabra, una verdad superficial de la que el siglo, astuto, se sirve para atrapar a los más sensatos. Por eso te rechazo en absoluto, oro, alimento de Midas, y a ti también, pálido y vil agente entre el hombre y el hombre; pero a ti, débil plomo, que amenazas más bien que prometes, tu sencillez me convence más que la elocuencia, y es a ti al que escojo. ¡Que sea dichosa la consecuencia de esta elección! >>
ANTONIO.- No tengo al mundo más que por lo que es, Graciano: un teatro donde cada cual debe representar su papel, y el mío es bien triste. >>
El mercader de Venecia, Shakespeare W.
<< PORCIA.- Pues bien, sea entonces. Uno de estos cofrecitos contiene mi retrato; si me amáis, me descubriréis seguidamente (...)
BASSANIO.- Las más brillantes apariencias pueden cubrir las más vulgares realidades. El mundo vive siempre engañado por los relumbrones. En justicia, ¿qué causa tan sospechosa y depravada existe que una voz persuasiva no pueda, presentándola con habilidad, disimular su odioso aspecto? En religión, ¿qué error detestable hay, cuya enormidad no pueda desfigurar bajo bellos adornos un personaje de grave continente, bendiciéndolo y apoyándolo en textos adecuados? No hay vicio tan sencillo que no consiga dar en su aspecto exterior alguno de los signos de la virtud. ¡Cuántos cobardes, cuyos corazones son tan falsos como gradas de arena y a quienes cuando se les escruta interiormente se encuentra el hígado blanco como la leche, llevan en sus rostros las barbas de Hércules y de Marte, con el ceño malhumorado! No se adornan con estas excrecencias del valor más que para hacerse temibles. Contemplad una belleza y veréis que está comprada al peso; una especie de milagro se verifica que hace más livianas a aquellas que tienen una mayor cantidad. Así, esos bucles dorados, enroscados en serpentina, que voltejean lascivos con el viento, sobre una cabeza de belleza supuesta, examinados de cerca resultan a menudo no ser sino los viudos de otra cabeza, cuyo cráneo que los sustentó yace en el sepulcro. El ornamento no es, pues, más que la orilla falaz de una mar peligrosa; el brillante velo que cubre una belleza indiana; en una palabra, una verdad superficial de la que el siglo, astuto, se sirve para atrapar a los más sensatos. Por eso te rechazo en absoluto, oro, alimento de Midas, y a ti también, pálido y vil agente entre el hombre y el hombre; pero a ti, débil plomo, que amenazas más bien que prometes, tu sencillez me convence más que la elocuencia, y es a ti al que escojo. ¡Que sea dichosa la consecuencia de esta elección! >>
El mercader de Venecia, Shakespeare W.
jueves, 13 de diciembre de 2012
Punto y aparte
Acabo de escribir sobre mi musa y la sustancia que la embriaga. Acabo de escribir palabras de anhelo, fuerza, positivismo que, por momentos, se han visto diluidas.
Aun sin ser consciente de la pésima recibida, me tumbo en la cama. Esto no debería haber ocurrido tan pronto. Sí, estaba preparado, dejé constancia de ello por escrito; no obstante, no estaba lo suficiente para que ocurriera ahora. Mis peores presagios han surgido, mis ilusiones más preciadas volatilizadas.
Me la imagino, a ella y a su delirio. De pie, con el abrigo y bolsas de la compra, las persianas bajadas y diciendo qué es de noche, presa del pánico que produce el olvidar y no entender por qué. Se me parte el corazón solo de imaginarlo. Y aún más si intento convencer a mi aturullado cerebro de que ni siquiera ha reconocido a su propia hija.
Por ahí dicen que no volverá a ser, otros que existe una ligera posibilidad de que su cabeza no haya vaciado todos y cada uno de sus pensamientos. Yo, paralizado por el miedo y la angustia del conocer por fin lo que la realidad nos brinda, intento consolarme. Consolarme a la vez que me convenzo que antes o después esto ocurriría, que es ley de vida y ya lo debería tener asumido.
Ahora, en estos instantes de decadencia emocional, me doy cuenta que tal vez no tendré portentosos músculos, pero soy una persona fuerte y decidida a resurgir con una sonrisa, a pesar de que hacerlo produzca en mí un dolor insoportable.
Quizás la próxima vez que la visite no se acuerde de mí, de su adorado nieto, pero no por ello tenemos que afirmar que todo este río de olvido ha llegado a su desembocadura. Tal vez mi madre y el resto de mi familia piensen así, que esto significa un punto y final. Seamos objetivos, no volveremos a aquellos felices años de risas y desenfado, no obstante, esto solo nos obliga a detenernos un instante y luego a continuar, aunque en la travesía ya no nos acompañe su cordura. En conclusión, no hay punto y final, solo punto y aparte.
Aun sin ser consciente de la pésima recibida, me tumbo en la cama. Esto no debería haber ocurrido tan pronto. Sí, estaba preparado, dejé constancia de ello por escrito; no obstante, no estaba lo suficiente para que ocurriera ahora. Mis peores presagios han surgido, mis ilusiones más preciadas volatilizadas.
Me la imagino, a ella y a su delirio. De pie, con el abrigo y bolsas de la compra, las persianas bajadas y diciendo qué es de noche, presa del pánico que produce el olvidar y no entender por qué. Se me parte el corazón solo de imaginarlo. Y aún más si intento convencer a mi aturullado cerebro de que ni siquiera ha reconocido a su propia hija.
Por ahí dicen que no volverá a ser, otros que existe una ligera posibilidad de que su cabeza no haya vaciado todos y cada uno de sus pensamientos. Yo, paralizado por el miedo y la angustia del conocer por fin lo que la realidad nos brinda, intento consolarme. Consolarme a la vez que me convenzo que antes o después esto ocurriría, que es ley de vida y ya lo debería tener asumido.
Ahora, en estos instantes de decadencia emocional, me doy cuenta que tal vez no tendré portentosos músculos, pero soy una persona fuerte y decidida a resurgir con una sonrisa, a pesar de que hacerlo produzca en mí un dolor insoportable.
Quizás la próxima vez que la visite no se acuerde de mí, de su adorado nieto, pero no por ello tenemos que afirmar que todo este río de olvido ha llegado a su desembocadura. Tal vez mi madre y el resto de mi familia piensen así, que esto significa un punto y final. Seamos objetivos, no volveremos a aquellos felices años de risas y desenfado, no obstante, esto solo nos obliga a detenernos un instante y luego a continuar, aunque en la travesía ya no nos acompañe su cordura. En conclusión, no hay punto y final, solo punto y aparte.
Sustancia
Cuerda o demente, seguirá siendo lo que un día fue: la musa que invoco al comienzo de cada reflexión, aquella que me da la suficiente inspiración para expresar esta amalgama de emociones que me embargan.
Y ahora que no sé lo que siento, dudo incluso de nuestras creencias, de lo verdadero y lo irreal, de esas fuerzas sobrehumanas que pensamos que gobiernan nuestros actos, que dirigen nuestro atormentado futuro. Por eso pido a mi musa -una vez más- que me proporcione la certeza suficiente para poder perfilar mis abstractos sentimientos en una porción de papel, que me muestre la respuesta correcta. Es ahora cuando empuño mi lápiz al igual que un guerrero hace con su arma, y dibujo inteligibles letras, tales como estas:
Yo no soy nada... Ahora lo entiendo. Entonces mis problemas tampoco lo son. Y mi musa, esa que emerge en la locura paulatinamente, se reduce a un cero a la izquierda. No somos nada, únicamente efímeros individuos. No obstante, también somos algo, somos palpables al menos.
Me derrumbo en la cama, no encuentro respuesta. Me da miedo que mi musa deje de ser la que era, ya que en este bizarro mundo parece que todo cambia, parece que nada mantiene su esencia.
Leo. Amo la lectura porque es el único método mediante el cual encuentro solución a tanto enigma. Busco entre mis apuntes de filosofía, en busca de alguien que haya tratado este caso. Aristóteles y su principio de causalidad. Aunque todo nuestro alrededor varíe, siempre hay algo que permanece, por ínfimo que sea: la sustancia. Nuestra sustancia...
En algún resquicio de mi cerebro, la luz se hizo. Mi musa, mi querida abuela, ya no se comporta como antes: no es tan cariñosa, tan pacífica, tan atenta como un día lo fue. Desvaría, pronunciando sentencias sin sentido alguno. En su discurso no hay ni pies ni cabeza. No obstante, su sustancia permanece y se mantendrá ahí, en lo más profundo de su ser. Quizás su sustancia solo sea su cuerpo o un difuso recuerdo en su memoria (y en la de cada uno de nosotros); sin embargo, cuerda o demente, seguirá siendo lo que un día fue: mi abuela, una parte de mí a la cual quiero con locura.
Y ahora que no sé lo que siento, dudo incluso de nuestras creencias, de lo verdadero y lo irreal, de esas fuerzas sobrehumanas que pensamos que gobiernan nuestros actos, que dirigen nuestro atormentado futuro. Por eso pido a mi musa -una vez más- que me proporcione la certeza suficiente para poder perfilar mis abstractos sentimientos en una porción de papel, que me muestre la respuesta correcta. Es ahora cuando empuño mi lápiz al igual que un guerrero hace con su arma, y dibujo inteligibles letras, tales como estas:
No creo en nada.
Ni Dios supremo.
Ni ángel, ni guarda.
No creo en nada.
No existe la fe,
ni creo que exista el mañana.
Ni credos, ni rosarios,
ni oraciones, ni silencios,
ni Cristos, ni Santos.
No creeré en nada,
ni en espíritu, ni en Virgen,
mientras vivamos en la nada
y yo no sea nada.
Me derrumbo en la cama, no encuentro respuesta. Me da miedo que mi musa deje de ser la que era, ya que en este bizarro mundo parece que todo cambia, parece que nada mantiene su esencia.
Leo. Amo la lectura porque es el único método mediante el cual encuentro solución a tanto enigma. Busco entre mis apuntes de filosofía, en busca de alguien que haya tratado este caso. Aristóteles y su principio de causalidad. Aunque todo nuestro alrededor varíe, siempre hay algo que permanece, por ínfimo que sea: la sustancia. Nuestra sustancia...
En algún resquicio de mi cerebro, la luz se hizo. Mi musa, mi querida abuela, ya no se comporta como antes: no es tan cariñosa, tan pacífica, tan atenta como un día lo fue. Desvaría, pronunciando sentencias sin sentido alguno. En su discurso no hay ni pies ni cabeza. No obstante, su sustancia permanece y se mantendrá ahí, en lo más profundo de su ser. Quizás su sustancia solo sea su cuerpo o un difuso recuerdo en su memoria (y en la de cada uno de nosotros); sin embargo, cuerda o demente, seguirá siendo lo que un día fue: mi abuela, una parte de mí a la cual quiero con locura.
lunes, 10 de diciembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 8
Cerrados a cal y canto se encontraban los cuadros más íntimos e impactantes que nunca nadie había admirado. Esto se debía a que nadie conocía a la creadora. Nuestra protagonista no tenía casi amigos y, los pocos que le quedaban la guerra los había distanciado, ensombrecido con sus horrores.
Solo un inanimado armario, a través de aquellas fieras pinturas, fue testigo durante aquellos años de la tristeza, la amargura y la soledad que traía consigo un desastre de tal magnitud. Utilizando carboncillo retrataba sombras, túneles eternos, almas vagando por lúgubres avenidas.
El negro era su único recurso. Inspiradora obra, quizás fuente de artistas como Goya. Pinceladas de un color rojo burdeos, en ocasiones vivaz, otras tenebroso y sombrío; representaban cada lágrima derramada por inocentes individuos.
Aquellos días de tonos azulados y verde juventud habían desaparecido dejando un rastro de vejez prematura. Solo hacía un año desde que las tropas hitlerianas habían decidido dominar un mundo ahora cruel y taciturno, pero el ambiente ya había embriagado de sufrimiento hasta el más recóndito resquicio del día a día.
La pintora pedía a gritos una buena noticia, por lo menos neutral, que le proporcionara una mínima razón por la que introducir un poco de color a su obra futurista. Quería reflejar en su lienzo un futuro que, a pesar de las injusticias, presentara alguna leve sonrisa por la que luchar. Lo que no sabía es que, un día, esa razón haría acto de presencia en su vida a través de una breve pero concisa epístola:
<< Hoy, a las 6 en la puerta de la sinagoga que tanto frecuentaba antes. Te he recordado cada día desde aquella terrible fecha. Y, a pesar de haber sido constantemente perseguido, estoy vivo, Dios mío, estoy vivo.
Solo un inanimado armario, a través de aquellas fieras pinturas, fue testigo durante aquellos años de la tristeza, la amargura y la soledad que traía consigo un desastre de tal magnitud. Utilizando carboncillo retrataba sombras, túneles eternos, almas vagando por lúgubres avenidas.
El negro era su único recurso. Inspiradora obra, quizás fuente de artistas como Goya. Pinceladas de un color rojo burdeos, en ocasiones vivaz, otras tenebroso y sombrío; representaban cada lágrima derramada por inocentes individuos.
Aquellos días de tonos azulados y verde juventud habían desaparecido dejando un rastro de vejez prematura. Solo hacía un año desde que las tropas hitlerianas habían decidido dominar un mundo ahora cruel y taciturno, pero el ambiente ya había embriagado de sufrimiento hasta el más recóndito resquicio del día a día.
La pintora pedía a gritos una buena noticia, por lo menos neutral, que le proporcionara una mínima razón por la que introducir un poco de color a su obra futurista. Quería reflejar en su lienzo un futuro que, a pesar de las injusticias, presentara alguna leve sonrisa por la que luchar. Lo que no sabía es que, un día, esa razón haría acto de presencia en su vida a través de una breve pero concisa epístola:
<< Hoy, a las 6 en la puerta de la sinagoga que tanto frecuentaba antes. Te he recordado cada día desde aquella terrible fecha. Y, a pesar de haber sido constantemente perseguido, estoy vivo, Dios mío, estoy vivo.
Sahmuel >>
sábado, 8 de diciembre de 2012
Literatura vital (I): Cien años de soledad
<< En la neblina de la convalecencia, rodeado de las polvorientas muñecas de Remedios, el coronel Aureliano Buendia evocó en la lectura de sus versos los instantes decisivos de su existencia. Volvió a escribir. Durante muchas horas, al margen de los sobresaltos de una guerra sin futuro, resolvió en versos rimados sus experiencias a la orilla de la muerte. Entonces sus pensamientos se hicieron tan claros, que pudo examinarlos al derecho y al revés. Una noche le preguntó al coronel Gerineldo Márquez:
-Dime una cosa, compadre: ¿por qué estás peleando?
-Por qué ha de ser, compadre, por el gran partido liberal. -contestó el coronel Gerineldo Márquez.
-Dichoso tú que lo sabes. -respondió él-. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo.
-Eso es malo -dijo el coronel Gerineldo Márquez.
Al coronel Aureliano Buendia le divirtió su alarma.
-Naturalmente -dijo-. Pero en todo caso, es mejor eso, que no saber por qué se pelea.
Lo miró a los ojos, y agregó sonriendo:
-O que pelear como tú por algo que no significa nada para nadie. >>
Cien años de soledad, García Márquez, G.
miércoles, 5 de diciembre de 2012
El absurdo de la vida
¿Y qué es la vida mas que una locura y una absurdez? Una vida es un conjunto de emociones sin sentido alguno. Una vida es algo muy valioso, no para manejarla a tontas y a locas. No obstante, una vida también es algo demasiado importante como para tomárselo en serio, como diría Wilde. Necesitamos payasadas, tonterías, conversaciones desenfadadas, gente absurda y divertida.
Buen ejemplo es el Sombrerero de nuestra infancia, el personaje demente de Alicia en el País de las Maravillas. ¿Acaso estuvo alguna de sus acciones justificadas? Lo mismo cantaba una alegre y pegadiza canción que inventaba nuevos vocablos y frases ingeniosas.
"A veces puedo pensar hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno" y su consiguiente "¿Imposible? Solo si tú crees que lo es" demuestra que, a pesar de su falta absoluta de cordura, puede articular oraciones con un sentido muy amplio y acertado. Lucha por lo poco probable, a pesar de que las estadísticas se pongan en contra, si realmente es lo que quieres.
Además, existe un neologismo que el personaje utiliza y que es digno de analizar: "muchosidad". Pecas de "muchosidad". Una palabra con definición inexistente. "Muchosidad" lo es todo. Abarca tus inmensas ganas de vivir, de comerte el mundo y rechazar todo el dolor que pueda causarte alguien o algo ajeno a ti.
Un día como hoy, naciste de la mano de tu "muchosidad" pero, quizás, conforme has ido creciendo, la has perdido. Tal vez, la amargura que produce en ti ciertas situaciones o personas estén arruinando esta genial cualidad que te caracteriza. "Tú antes eras más muchosa", dijo el Sombrerero Loco a Alicia, al mismo tiempo que esta cayó en la cuenta de que había dejado pasar su única oportunidad de ser feliz.
Esta entrada está dedicada a todas esas personas que me ayudan a mantener mi "muchosidad". No obstante, este pequeño detalle está especialmente dirigido a cierta persona que hoy celebra su cumpleaños: Carmen. Ya me conoces como soy, un Sombrerero y, por tanto, también sabes que te felicitaría si no fuera porque hoy es tu aniversario de nacimiento. Así que, adelantándome a mañana, te dedico mi más sincero "Feliz no cumpleaños".
Buen ejemplo es el Sombrerero de nuestra infancia, el personaje demente de Alicia en el País de las Maravillas. ¿Acaso estuvo alguna de sus acciones justificadas? Lo mismo cantaba una alegre y pegadiza canción que inventaba nuevos vocablos y frases ingeniosas.
"A veces puedo pensar hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno" y su consiguiente "¿Imposible? Solo si tú crees que lo es" demuestra que, a pesar de su falta absoluta de cordura, puede articular oraciones con un sentido muy amplio y acertado. Lucha por lo poco probable, a pesar de que las estadísticas se pongan en contra, si realmente es lo que quieres.
Además, existe un neologismo que el personaje utiliza y que es digno de analizar: "muchosidad". Pecas de "muchosidad". Una palabra con definición inexistente. "Muchosidad" lo es todo. Abarca tus inmensas ganas de vivir, de comerte el mundo y rechazar todo el dolor que pueda causarte alguien o algo ajeno a ti.
Un día como hoy, naciste de la mano de tu "muchosidad" pero, quizás, conforme has ido creciendo, la has perdido. Tal vez, la amargura que produce en ti ciertas situaciones o personas estén arruinando esta genial cualidad que te caracteriza. "Tú antes eras más muchosa", dijo el Sombrerero Loco a Alicia, al mismo tiempo que esta cayó en la cuenta de que había dejado pasar su única oportunidad de ser feliz.
Esta entrada está dedicada a todas esas personas que me ayudan a mantener mi "muchosidad". No obstante, este pequeño detalle está especialmente dirigido a cierta persona que hoy celebra su cumpleaños: Carmen. Ya me conoces como soy, un Sombrerero y, por tanto, también sabes que te felicitaría si no fuera porque hoy es tu aniversario de nacimiento. Así que, adelantándome a mañana, te dedico mi más sincero "Feliz no cumpleaños".
lunes, 3 de diciembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 7
PARTE 2: GRANDES RASGOS
Alemania, 1940
1939 fue un año duro. La pintora derramó más lágrimas durante aquellos doce meses que a lo largo de toda su vida, sobre un lienzo donde predominaban colores cálidos, verdes esperanzadores. Estos tonos alegres habían sido emborronados por el llanto y sustituidos, más tarde, por una gama oscura compuesta por el negror de los peores presagios.
Decían que la Gran Guerra había quedado atrás, pero esa afirmación era absolutamente falsa. El deseo de venganza de su patria, la alemana, había atacado con fuerza sobre una Europa, ahora vacía de ilusiones. Decían que la Gran Guerra había quedado atrás, pero sabios como aquella artista fueron los primeros en bautizar tal desastre como la Segunda Guerra Mundial, el mayor holocausto que la humanidad nunca antes había presenciado.
Aquel día de 1940 era el aniversario de un evento desolador: la partida de Sahmuel. No obstante, la muchacha no se atrevería a catalogar de muerte aquel extraño suceso. Dijeron que habían acabado con la vida del joven judío, pero ella tenía razones para sospechar que lo tenían en uno de esos recintos de los que últimamente se había oído hablar: los campos de concentración.
La pintora camina, reflexiva y decaída, pensando también en su amado español, en Sahmuel, en el fallecimiento de la cultura, el ascenso de los fascismos, el derroche de dinero en material bélico, las vidas humanas ya marchitadas, las margaritas ya deshojadas. Margaritas como las de ese ramo, a las cuales arrancaba los pétalos: "Acabará pronto, finalizará tarde, acabará pronto, finalizará tarde,..." Así, depositó aquel último resquicio de primavera en el interior de un otoñal ataúd vacío, que nada simbolizaba al pequeño Sahmuel. Sin duda, el 1939 había sido un periodo de lo más arduo que, desafortunadamente, se vería obligada a rememorar.
Alemania, 1940
1939 fue un año duro. La pintora derramó más lágrimas durante aquellos doce meses que a lo largo de toda su vida, sobre un lienzo donde predominaban colores cálidos, verdes esperanzadores. Estos tonos alegres habían sido emborronados por el llanto y sustituidos, más tarde, por una gama oscura compuesta por el negror de los peores presagios.
Decían que la Gran Guerra había quedado atrás, pero esa afirmación era absolutamente falsa. El deseo de venganza de su patria, la alemana, había atacado con fuerza sobre una Europa, ahora vacía de ilusiones. Decían que la Gran Guerra había quedado atrás, pero sabios como aquella artista fueron los primeros en bautizar tal desastre como la Segunda Guerra Mundial, el mayor holocausto que la humanidad nunca antes había presenciado.
Aquel día de 1940 era el aniversario de un evento desolador: la partida de Sahmuel. No obstante, la muchacha no se atrevería a catalogar de muerte aquel extraño suceso. Dijeron que habían acabado con la vida del joven judío, pero ella tenía razones para sospechar que lo tenían en uno de esos recintos de los que últimamente se había oído hablar: los campos de concentración.
La pintora camina, reflexiva y decaída, pensando también en su amado español, en Sahmuel, en el fallecimiento de la cultura, el ascenso de los fascismos, el derroche de dinero en material bélico, las vidas humanas ya marchitadas, las margaritas ya deshojadas. Margaritas como las de ese ramo, a las cuales arrancaba los pétalos: "Acabará pronto, finalizará tarde, acabará pronto, finalizará tarde,..." Así, depositó aquel último resquicio de primavera en el interior de un otoñal ataúd vacío, que nada simbolizaba al pequeño Sahmuel. Sin duda, el 1939 había sido un periodo de lo más arduo que, desafortunadamente, se vería obligada a rememorar.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Opresión
Ya lo dijo Marx en su crítica "El capital". A lo largo de todas las épocas siempre ha existido un antagonismo entre opresores y oprimidos. Desde el faraón y sus egipcios hasta el presidente corrupto y su pueblo, sin olvidarnos del rey absoluto y el pueblo llano.
Hoy día, el objetivo en la vida ya no es el placer propio del Epicureismo, ni la felicidad planteada por Aristóteles. En estos tiempos de crisis, para Europa y, en especial para España, esto no es lo más relevante. La meta que busca esta sociedad es la superioridad, a la cual accederemos únicamente por la vía de la competición.
En la escuela, como papagayos, nos obligan a repetir un sinfín de datos que, según los docentes, serán muy útiles el día de mañana. Tres por uno es tres; tres por dos, seis; tres por tres, nueve. He aquí un futuro economista. Lo más decepcionante es que cuanto más superior es el nivel educativo, mayor son los elementos inútiles a estudiar.
Actualmente, cuando los jóvenes tienen entre sus manos la fase específica de la tan temida Selectividad, se suceden por su mente una serie de pensamientos. Tantos años de esfuerzo, tantas horas de estudio, tanta presión ejercida por padres y profesores, para jugarte todo un porvenir en una ridícula prueba. Sí, quizás sepa analizar complejas oraciones sintácticas subordinadas, enumerar los postulados de la teoría de cuerdas o citar cada una de las reflexiones del filósofo Kant; pero no sé nada de lo realmente importante. No sé quién soy, porque nadie me lo ha preguntado; tampoco qué pensar, porque todas las opiniones me las han proporcionado; ni cómo sentir, porque nadie me ha emocionado.
Madurez intelectual, tal vez, ¡pero a qué precio! Opresión, agobio, angustia, tensión. Esto es lo único que la sociedad nos brinda. Y esto nada más acaba de empezar. Más tarde, conocerás a excelentes amigos en la Facultad con los que tendrás que luchar por el único trabajo disponible en España, conocer un idioma más que tus contrincantes, y estudiar para obtener la mayor calificación y que, de esta manera, se interesen por tu labor.
Se nos olvidó para qué nacemos, porque solo vivimos para trabajar. Sin descanso, sin pausa, sin ni siquiera pararnos a pensar si es esto lo que queremos. Ya adultos, con un trabajo estable y rozando la cuarentena, una cuestión rondará nuestra atareada cabeza: ¿he disfrutado de la vida? Ahí caerás en la cuenta de que por mucho dinero que poseas, por muy cómodo que sea el trabajo que tengas, has dejado atrás un pasado repleto de agobio, un sinvivir. Pronto morirás sin conocer la verdadera felicidad, sin obtener la respuesta al interrogante "¿por qué estamos aquí?" que tanta gente ansía conocer.
Prometeo, quien creó al primer ser humano a partir del barro, estaría muy descontento con el producto resultante . Tanto hemos querido modelar nuestra esbelta figura de barro, que hemos ejercido demasiada fuerza con las manos. Si queríamos lograr la auténtica perfección, siento decepcionarlos. Tras miles de años de esfuerzo, únicamente hemos conseguido una deforme silueta como resultado.
Hoy día, el objetivo en la vida ya no es el placer propio del Epicureismo, ni la felicidad planteada por Aristóteles. En estos tiempos de crisis, para Europa y, en especial para España, esto no es lo más relevante. La meta que busca esta sociedad es la superioridad, a la cual accederemos únicamente por la vía de la competición.
En la escuela, como papagayos, nos obligan a repetir un sinfín de datos que, según los docentes, serán muy útiles el día de mañana. Tres por uno es tres; tres por dos, seis; tres por tres, nueve. He aquí un futuro economista. Lo más decepcionante es que cuanto más superior es el nivel educativo, mayor son los elementos inútiles a estudiar.
Actualmente, cuando los jóvenes tienen entre sus manos la fase específica de la tan temida Selectividad, se suceden por su mente una serie de pensamientos. Tantos años de esfuerzo, tantas horas de estudio, tanta presión ejercida por padres y profesores, para jugarte todo un porvenir en una ridícula prueba. Sí, quizás sepa analizar complejas oraciones sintácticas subordinadas, enumerar los postulados de la teoría de cuerdas o citar cada una de las reflexiones del filósofo Kant; pero no sé nada de lo realmente importante. No sé quién soy, porque nadie me lo ha preguntado; tampoco qué pensar, porque todas las opiniones me las han proporcionado; ni cómo sentir, porque nadie me ha emocionado.
Madurez intelectual, tal vez, ¡pero a qué precio! Opresión, agobio, angustia, tensión. Esto es lo único que la sociedad nos brinda. Y esto nada más acaba de empezar. Más tarde, conocerás a excelentes amigos en la Facultad con los que tendrás que luchar por el único trabajo disponible en España, conocer un idioma más que tus contrincantes, y estudiar para obtener la mayor calificación y que, de esta manera, se interesen por tu labor.
Se nos olvidó para qué nacemos, porque solo vivimos para trabajar. Sin descanso, sin pausa, sin ni siquiera pararnos a pensar si es esto lo que queremos. Ya adultos, con un trabajo estable y rozando la cuarentena, una cuestión rondará nuestra atareada cabeza: ¿he disfrutado de la vida? Ahí caerás en la cuenta de que por mucho dinero que poseas, por muy cómodo que sea el trabajo que tengas, has dejado atrás un pasado repleto de agobio, un sinvivir. Pronto morirás sin conocer la verdadera felicidad, sin obtener la respuesta al interrogante "¿por qué estamos aquí?" que tanta gente ansía conocer.
Prometeo, quien creó al primer ser humano a partir del barro, estaría muy descontento con el producto resultante . Tanto hemos querido modelar nuestra esbelta figura de barro, que hemos ejercido demasiada fuerza con las manos. Si queríamos lograr la auténtica perfección, siento decepcionarlos. Tras miles de años de esfuerzo, únicamente hemos conseguido una deforme silueta como resultado.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 6
Sahmuel había sido testigo de toda aquella masacre. Ocultado tras una sombría esquina, observó cada uno de los movimientos de los fascistas. Impotencia. No sabía qué hacer: ¿aparecer triunfalmente y ser acribillado en el acto? Era una locura, y había disfrutado tan poco de una vida que durante aquellos instantes se desmoronaba...
Vio, reproducido en su cerebro a cámara lenta, vidrios atravesados por una bala metálica que provocaron un tremendo estruendo, al mismo tiempo que su corazón se hacía añicos. Órgano sensible, hasta el punto de ser tan frágil como el transparente cristal. Ojalá él fuera transparente y, heroico, pudiera hacer frente a aquellos dirigentes nazis sin ser reconocido.
Todavía quería vivir y, cobarde, continuó en su escondrijo. Sangre derramada, su propia sangre. Era tan duro tener que presenciar aquella nefasta escena. Sin embargo, en ese instante maduró. Ser consciente de que la muerte acecha en cualquier momento, hasta al más débil, le hizo crecer como persona. Hoy habían sido sus padres, pero quizás, mañana, el señor de la calavera podría rondar su alféizar. Lo que Sahmuel no sabía es que aquella visita no se aplazaría mucho más tiempo. Unos años más tarde, su vida asistiría a su desenlace, poniendo un punto y final a tan efímera y mísera existencia.
Vio, reproducido en su cerebro a cámara lenta, vidrios atravesados por una bala metálica que provocaron un tremendo estruendo, al mismo tiempo que su corazón se hacía añicos. Órgano sensible, hasta el punto de ser tan frágil como el transparente cristal. Ojalá él fuera transparente y, heroico, pudiera hacer frente a aquellos dirigentes nazis sin ser reconocido.
Todavía quería vivir y, cobarde, continuó en su escondrijo. Sangre derramada, su propia sangre. Era tan duro tener que presenciar aquella nefasta escena. Sin embargo, en ese instante maduró. Ser consciente de que la muerte acecha en cualquier momento, hasta al más débil, le hizo crecer como persona. Hoy habían sido sus padres, pero quizás, mañana, el señor de la calavera podría rondar su alféizar. Lo que Sahmuel no sabía es que aquella visita no se aplazaría mucho más tiempo. Unos años más tarde, su vida asistiría a su desenlace, poniendo un punto y final a tan efímera y mísera existencia.
martes, 20 de noviembre de 2012
¿Cómo están ustedes?
¿Cómo están ustedes? Toda España se lo pregunta, sin obtener respuesta alguna. En las gradas ya no hay niños respondiendo eufóricos a dicha cuestión. Esos jóvenes crecieron y fueron remplazando su asiento delante del televisor por inanimados ordenadores y monótonas rutinas.
Tras una dictadura franquista caracterizada por la represión, un conjunto de actores que mundialmente fueron conocidos como Gaby, Fofó y Miliki aportarían una sonrisa a una España empañada de tristeza y tortura.
Fofó fue el primero en abandonar a una juventud entusiasta que había cantado junto a él alegres melodías acompañadas de peculiares letras. "Hola, don Pepito" y "Susanita tiene un ratón" compuso la banda sonora de toda una infancia. Seguramente que la partida temprana y repentina de Fofó al cielo de los payasos no será nunca olvidada por los ya no tan niños.
Años después, Gaby consideró la posibilidad de unirse a su querido fallecido payaso, y dijo adiós al público, apagó los focos y las cámaras. Tan divertido trío había sido corrompido por los caprichos del destino, al igual que una niñez que se despedía del Gran Circo.
Pasó el tiempo y, los adolescentes y adultos que habían disfrutado con el espectáculo que aportó luz a sus vidas, olvidaron el mundo de los payasos. Todos lo hicimos, como si ya no necesitáramos risas para subsistir. Las nuevas generaciones ni siquiera conocieron a tales hitos. Los payasos, el circo y las estrofas pegadizas fueron sustituidos por la tecnología punta, un absurdo "Bob Esponja" y canciones arrítmicas.
Olvidamos nuestro pasado al igual que otros muchos que disfrutaron con Gaby, Fofó y Miliki. Hasta ahora. Miliki, vencido ante un mundo donde la crisis nos domina y, que a pesar de ello, no hagamos payasadas para ignorarlo; nos deja como ya hicieron en su día sus compañeros. Así se cierra un círculo, un legado y una generación ya perdida. Es ahora, con la muerte del último de los payasos cuando nos planteamos nuestra madurez. Es ahora cuando caemos en la cuenta de que somos realmente adultos que lloran por esta gran pérdida. Miliki, finalmente, te llevaste nuestra niñez.
Tras una dictadura franquista caracterizada por la represión, un conjunto de actores que mundialmente fueron conocidos como Gaby, Fofó y Miliki aportarían una sonrisa a una España empañada de tristeza y tortura.
Fofó fue el primero en abandonar a una juventud entusiasta que había cantado junto a él alegres melodías acompañadas de peculiares letras. "Hola, don Pepito" y "Susanita tiene un ratón" compuso la banda sonora de toda una infancia. Seguramente que la partida temprana y repentina de Fofó al cielo de los payasos no será nunca olvidada por los ya no tan niños.
Años después, Gaby consideró la posibilidad de unirse a su querido fallecido payaso, y dijo adiós al público, apagó los focos y las cámaras. Tan divertido trío había sido corrompido por los caprichos del destino, al igual que una niñez que se despedía del Gran Circo.
Pasó el tiempo y, los adolescentes y adultos que habían disfrutado con el espectáculo que aportó luz a sus vidas, olvidaron el mundo de los payasos. Todos lo hicimos, como si ya no necesitáramos risas para subsistir. Las nuevas generaciones ni siquiera conocieron a tales hitos. Los payasos, el circo y las estrofas pegadizas fueron sustituidos por la tecnología punta, un absurdo "Bob Esponja" y canciones arrítmicas.
Olvidamos nuestro pasado al igual que otros muchos que disfrutaron con Gaby, Fofó y Miliki. Hasta ahora. Miliki, vencido ante un mundo donde la crisis nos domina y, que a pesar de ello, no hagamos payasadas para ignorarlo; nos deja como ya hicieron en su día sus compañeros. Así se cierra un círculo, un legado y una generación ya perdida. Es ahora, con la muerte del último de los payasos cuando nos planteamos nuestra madurez. Es ahora cuando caemos en la cuenta de que somos realmente adultos que lloran por esta gran pérdida. Miliki, finalmente, te llevaste nuestra niñez.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 5
Alemania, 9 de noviembre de 1938
No sólo pintaba emotivos cuadros, sino que también compartía sus conocimientos artísticos con todo tipo de público interesado en ellos. Desde hacía unos años, en sus ratos libres y, para conseguir aquel dinero que no le proporcionaba la pintura callejera, daba clases particulares sobre Arte a adolescentes e incluso a adultos.
Cuando terminó la carrera, cruzó los dedos para que su destino no estuviera ligado a la enseñanza. No quería convertirse en una vulgar profesora que diera cuatro lecciones de arte, sin sentirlas ni pintarlas, a algún que otro niño multimillonario y mimado. No deseaba que su salida profesional fuera la más corriente de todas ellas, sino que quería destacar y ser reconocida como artista, no como una desconocida a ojos del mañana.
Sin embargo, su opinión había sido desechada al conocer a un alumno increíble y aplicado. Sahmuel, de trece años de edad, era un joven encantador. Cuando le pidió escribir su nombre en un papel arrugado, cayó en la cuenta de su etnia. Una hache en aquel topónimo sólo podía significar que era judío. Sahmuel, avergonzado tras el descubrimiento de la chica, bajó la cabeza y pidió con lágrimas en los ojos que no le contara a nadie de dónde procedía. No obstante, a ella no le importaba lo más mínimo. Era tan alemán, tan educado e inteligente como cualquier otro ciudadano. Hasta sus rasgos podían decirse que no delataban su origen.
De todas formas, no era a la pintora a quien le tenía que importar aquello, sino al gobierno que regía sobre una Alemania irreconocible. La libertad había sido sustituida por esvásticas que hacían referencia a un poderoso Führer. Una ideología basada en el predominio de la raza aria producía el pánico de miles de residentes. En los últimos meses, se perseguían especialmente a los judíos, blanco de la ira de Adolf Hitler.
Tras retornar de su amada Italia, la pintora concertó otra cita con Sahmuel para impartir, como usualmente hacía, sus clases de Arte. Aquella lección estaba dedicada al Barroco y, a pesar de que el adolescente sentía gran admiración hacia Velázquez, se encontraba un tanto preocupado y desconfiado ante su inhabitable alrededor. La joven le preguntó acerca de su comportamiento, y Sahmuel, a regañadientes, relató cómo su familia estaba siendo perseguida por hombres con insignias fascistas que actuaban en nombre de su líder. Afortunadamente, sus padres habían podido refugiarse dentro del almacén de su comercio, que se asentaba a solamente unas calles de allí.
La licenciada, compadeciéndose, prestó la más sincera ayuda a su alumno. Le explicó que no tenía por qué preocuparse, que todo saldría a pedir de boca. No obstante, ni siquiera ella lo tenía claro. No sabía hasta qué punto podían mostrar su crueldad aquellos dirigentes nazis. Por lo tanto, decidió interrumpir la clase y obligarlo a volver a la tienda con sus familiares antes de que anocheciera.
Minutos más tarde, aquel mandato le remordería la conciencia. Tan sólo instantes después de la despedida de Sahmuel, se sucedieron una serie de sonidos que jamás olvidaría. Vidrio. Grito infantil. Disparo. Silencio sepulcral. Llanto entrecortado.
Entornó los ojos, condolida. Aquella tragedia quedaría escrita en la historia como "La Noche de los Cristales", una madrugada durante la cual judíos, comercios y sinagogas fueron devastados a grito de Sieg Heil!
jueves, 15 de noviembre de 2012
Rarezas, puñaladas y esperas
Somos una amalgama entre semidioses y seres inertes. Al igual que la vida, somos perfección y certeza salpimentados con defectos y blasfemias. Hoy es eso lo que pretendo narrar: el cocktail resultante de tan opuestos, al que llamamos día a día.
Nuestra historia trata sobre ese sabor agridulce indescriptible. Una narración en la cual el protagonista dirige su mirada al reloj, símbolo de impaciencia, y a un cielo que anuncia tormenta. Protagonista que espera a su amado, a un amigo o a que la muerte lo arrastre consigo. Amado, amigo o muerte que se retrasa en su horario, y produce en el desesperado la sensación de un intercambio en la duración de las horas y minutos, de los días y años.
En nuestro relato, el narrador omnisciente se introduce en la acción de la obra. Tal vez se camufle como un personaje, recurso tan propio del monólogo interior del gran Unamuno. Quizás, haya una conversación entre ese protagonista impaciente y el narrador que, tratando a su creación como a un vulgar títere; obligue, ordene, manipule y apuñale. Puñaladas que asesta en el talón de Aquiles del personaje principal, derramando lágrimas de sangre y de dolor, cuya hemorragia tardará en cesar.
Y él sabe que el tiempo remitirá el sufrimiento y que, algún día, la herida deberá cicatrizar, con o sin la ayuda de un profesional. Tras un periodo de tiempo, no habrá ni rastro del pasado, pero la desconfianza, la extrañeza se seguirá apoderando de él. ¿De veras puede fiarse de aquel individuo que no acudió a su cita? ¿Realmente podrá en otra ocasión observar de nuevo los ojos de sus demonios? ¿Puede confiar en su alrededor? Tan siquiera alberga confianzas en sí mismo. Sabe que la rareza plagará su camino.
Nuestra historia trata sobre ese sabor agridulce indescriptible. Un sabor que hasta el peor de los chefs, ignorando las llamadas sin respuestas, el sentimiento de vacío y las puñaladas traperas; sabe y debe aliñar a su gusto.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Desorientación
Un barrio acogedor y diminuto se puede convertir en un absoluto infierno. Un abrasador Hades que muestra los indicios de una realidad que todos pretendemos evadir.
Día tras día, la anciana hacía su recorrido usual que correspondía a su propia manzana: carnicería, tienda de ultramarinos, pescadería y, de nuevo al hogar. Era tan corriente como atravesar dos calles que durante toda su vida habían permanecido allí. No obstante, el amargo momento de avistar aquellas avenidas como desconocidas había hecho acto de presencia.
"¿Dónde estará mi casa?", se preguntó. La tenía enfrente y ni siquiera podía reconocerla. La impotencia al observar cómo la demencia carcomía su cerebro se manifestó en una cristalina lágrima. Como amebas, las gotas fueron multiplicándose y la ansiedad, en aumento. Afortunadamente, decidió tranquilizarse e intentar recordar tan cotidiano dato. Cayó en la cuenta que su querido piso se situaba justo delante de ella y, rápidamente, sin esperar a que el inhospitable exterior la alcanzara, se internó en la vivienda.
Inmediatamente, tras entrar por la puerta, aún atacada por los nervios, hizo una llamada telefónica. Marcó el número de su hija con el fin de que la consolara y, desgraciadamente, yo escuché dicha conversación. La anciana relataba cómo había perdido la orientación y el gran esfuerzo que tuvo que ejercer para lograr situarse de nuevo. Mi madre acompañó a su progenitora en su interminable llanto. Unos especialistas ya habían anunciado que cualquier día esto ocurriría, pero ninguno de nosotros lo esperábamos tan pronto. ¿Actuamos? ¿Lo consideramos únicamente un lapsus? Era una decisión demasiado difícil...
Yo, conmovido también, me acerqué a mi madre que permanecía en estado de pánico. "Tranquila, son cosas de la edad", pronuncié con la voz entrecortada. Ni siquiera yo sabia si aquel síntoma era propio de sus años, si la edad fuera tan traicionera para cometer esa atrocidad, o si era simplemente una consecuencia de lo que tenía.
Una brújula. Nuestro cerebro no es nada más que eso, un instrumento más para orientarnos. Supongo que algún día todos olvidaremos dónde estamos y por qué permanecemos allí. Supongo que, pronto, todos nosotros nos sentiremos perdidos, acompañando a la desorientación que sufre una brújula cuando se acerca a una mina repleta de metales.
Día tras día, la anciana hacía su recorrido usual que correspondía a su propia manzana: carnicería, tienda de ultramarinos, pescadería y, de nuevo al hogar. Era tan corriente como atravesar dos calles que durante toda su vida habían permanecido allí. No obstante, el amargo momento de avistar aquellas avenidas como desconocidas había hecho acto de presencia.
"¿Dónde estará mi casa?", se preguntó. La tenía enfrente y ni siquiera podía reconocerla. La impotencia al observar cómo la demencia carcomía su cerebro se manifestó en una cristalina lágrima. Como amebas, las gotas fueron multiplicándose y la ansiedad, en aumento. Afortunadamente, decidió tranquilizarse e intentar recordar tan cotidiano dato. Cayó en la cuenta que su querido piso se situaba justo delante de ella y, rápidamente, sin esperar a que el inhospitable exterior la alcanzara, se internó en la vivienda.
Inmediatamente, tras entrar por la puerta, aún atacada por los nervios, hizo una llamada telefónica. Marcó el número de su hija con el fin de que la consolara y, desgraciadamente, yo escuché dicha conversación. La anciana relataba cómo había perdido la orientación y el gran esfuerzo que tuvo que ejercer para lograr situarse de nuevo. Mi madre acompañó a su progenitora en su interminable llanto. Unos especialistas ya habían anunciado que cualquier día esto ocurriría, pero ninguno de nosotros lo esperábamos tan pronto. ¿Actuamos? ¿Lo consideramos únicamente un lapsus? Era una decisión demasiado difícil...
Yo, conmovido también, me acerqué a mi madre que permanecía en estado de pánico. "Tranquila, son cosas de la edad", pronuncié con la voz entrecortada. Ni siquiera yo sabia si aquel síntoma era propio de sus años, si la edad fuera tan traicionera para cometer esa atrocidad, o si era simplemente una consecuencia de lo que tenía.
Una brújula. Nuestro cerebro no es nada más que eso, un instrumento más para orientarnos. Supongo que algún día todos olvidaremos dónde estamos y por qué permanecemos allí. Supongo que, pronto, todos nosotros nos sentiremos perdidos, acompañando a la desorientación que sufre una brújula cuando se acerca a una mina repleta de metales.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 4
<<Querida,
Aquí me hallo, escondido en un sótano sin más luz que la de tus ojos, sin más hidratación que tu saliva. Ocultado en un escondrijo con el miedo de que estos endebles muros se hundan, de que aquellos hombres de uniforme me descubran. Te preguntarás de qué hablo. Hace dos años, cuando la alegría invadía nuestros corazones republicanos, un general, Francisco Franco, dio un golpe de Estado. Fue el 17 de julio más negro de la historia de España, porque fue ese día el comienzo de nuestra persecución. Me buscan sólo por defender lo que creía, por tener unos ideales, por pecar de libertad.
Es una pena, ni siquiera me acuerdo de cuáles eran mis creencias. Supongo que, a estas alturas, no puedo confiar en nada ni albergar mínima esperanza. Me duele, mucho, que observes como aquel joven de mirada vital que conociste hace un lustro por correspondencia, se desvanezca en estos instantes. Quizás lo mejor sería rechazar mi razón por la de un colectivo y, así, poder mantener la vida. Ahora, mi principal meta es verte y no creo que llegue a conseguirla si continuo yendo a contracorriente.
Y es, en medio de una soledad que embriaga este húmedo cuarto, cuando me doy cuenta que nada en la vida es demasiado importante como para luchar si tu existencia depende de ello. Lo único que deseo es dejarme caer en tus brazos, seques mis lágrimas, me consueles y me mientas convenciéndome de que todo irá bien.
Una guerra civil que se antoja interminable. Tal vez cuando acabe ya estaré muerto, pero como una pequeña llama que alumbra hasta la más recóndita oscuridad, guardo una remota esperanza. Anhelo todo lo anterior a este horror, anhelo escribirte epístolas cada mes y hablarte acerca de mi tan maravilloso día a día. Solamente puedo confesar que, al menos, todavía te conservo a ti. A ti y a nuestro afecto incondicional. Espero que pronto, algún día, podamos vernos y afirmar juntos que, hasta en el más nefasto de los casos, termina triunfando el amor.
Te quiere,
X >>
Lloraba desconsoladamente, apretando con fiereza aquella carta contra su pecho. No podía creer que el único hombre al que había amado, a pesar de no conocerlo personalmente, estuviera en peligro. Sin embargo, extrañamente, era feliz. Tenía absoluto convencimiento de que, en escaso tiempo, él la visitaría y todo sería perfecto.
Preocupada pero a la vez eufórica, colocó un lienzo sobre su caballete de madera, escogió unos colores de gama cálida y comenzó a sentir. Sintió amor, pasión y esperanza hacia aquel español. Emociones retratadas en una pintura optimista que, sin duda, le entregaría tan pronto como fuera posible.
Aquí me hallo, escondido en un sótano sin más luz que la de tus ojos, sin más hidratación que tu saliva. Ocultado en un escondrijo con el miedo de que estos endebles muros se hundan, de que aquellos hombres de uniforme me descubran. Te preguntarás de qué hablo. Hace dos años, cuando la alegría invadía nuestros corazones republicanos, un general, Francisco Franco, dio un golpe de Estado. Fue el 17 de julio más negro de la historia de España, porque fue ese día el comienzo de nuestra persecución. Me buscan sólo por defender lo que creía, por tener unos ideales, por pecar de libertad.
Es una pena, ni siquiera me acuerdo de cuáles eran mis creencias. Supongo que, a estas alturas, no puedo confiar en nada ni albergar mínima esperanza. Me duele, mucho, que observes como aquel joven de mirada vital que conociste hace un lustro por correspondencia, se desvanezca en estos instantes. Quizás lo mejor sería rechazar mi razón por la de un colectivo y, así, poder mantener la vida. Ahora, mi principal meta es verte y no creo que llegue a conseguirla si continuo yendo a contracorriente.
Y es, en medio de una soledad que embriaga este húmedo cuarto, cuando me doy cuenta que nada en la vida es demasiado importante como para luchar si tu existencia depende de ello. Lo único que deseo es dejarme caer en tus brazos, seques mis lágrimas, me consueles y me mientas convenciéndome de que todo irá bien.
Una guerra civil que se antoja interminable. Tal vez cuando acabe ya estaré muerto, pero como una pequeña llama que alumbra hasta la más recóndita oscuridad, guardo una remota esperanza. Anhelo todo lo anterior a este horror, anhelo escribirte epístolas cada mes y hablarte acerca de mi tan maravilloso día a día. Solamente puedo confesar que, al menos, todavía te conservo a ti. A ti y a nuestro afecto incondicional. Espero que pronto, algún día, podamos vernos y afirmar juntos que, hasta en el más nefasto de los casos, termina triunfando el amor.
Te quiere,
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Lloraba desconsoladamente, apretando con fiereza aquella carta contra su pecho. No podía creer que el único hombre al que había amado, a pesar de no conocerlo personalmente, estuviera en peligro. Sin embargo, extrañamente, era feliz. Tenía absoluto convencimiento de que, en escaso tiempo, él la visitaría y todo sería perfecto.
Preocupada pero a la vez eufórica, colocó un lienzo sobre su caballete de madera, escogió unos colores de gama cálida y comenzó a sentir. Sintió amor, pasión y esperanza hacia aquel español. Emociones retratadas en una pintura optimista que, sin duda, le entregaría tan pronto como fuera posible.
viernes, 9 de noviembre de 2012
La otra cara de la ciencia
La Ilustración, la Revolución Francesa, el movimiento obrero y la democracia son sinónimos de progreso. A lo largo de las épocas, el levantamiento del pueblo y el auge de la intelectualidad han evitado el estancamiento de un Antiguo Régimen, de los abusos de mezquinos patronos y, en general, del transcurrir de una historia.
No obstante, el progreso no es sinónimo de mejora. El ser humano, ambicioso, prueba fortuna e intenta abarcar más de lo que realmente sus ojos pueden ver. Queremos desvelar secretos que, al menos por el momento, deben seguir siéndolo. Ansiamos conocer la fórmula del triunfo, la superioridad. Poner remedio a gravísimas enfermedades es uno de nuestros objetivos; queremos conseguir la manera de desafiar al ciclo vital. Otra de nuestras metas es crear vida e, incluso, destruirla. Para todo ello, manipulamos genéticamente, clonamos humanos e inventamos armas de destrucción masiva.
Un 6 de agosto de 1945, la aplicación perversa de la ciencia se hizo visible. Dos ciudades japonesas tales como Hiroshima y Nagasaki sufrieron el deseo del poder por parte de unos coléricos estadounidenses. Dos bombas atómicas fueron lanzadas, 300000 víctimas fallecidas. Habitantes sin más ambición que llevar a cabo sus quehaceres diarios. Ciudadanos que observaron cómo la humanidad intentaba poner fin a su propia existencia. Paradójica y escalofriante conclusión que refleja a la perfección la codicia de un ser humano quien controla una ciencia que bebe de su propia malicia.
La ciencia se creó para mejorar y, Einstein, uno de los ideólogos de la bomba atómica, apreciaba cómo el ser humano hacía que ésta se apartara de su razón de ser.
<<Por dolorosa experiencia, hemos aprendido que la razón no basta para resolver los problemas de nuestra vida social. La penetrante investigación y el sutil trabajo científico han aportado a menudo trágicas complicaciones a la humanidad (...) creando los medios para su propia destrucción en masa. ¡Tragedia, realmente, de abrumadora amargura!>>
Tragedia amarga. Así, Einstein resume y confirma una de las teorías universales más exhaustivas y certeras de la historia: la infinita estupidez de un ser humano imperfecto.
No obstante, el progreso no es sinónimo de mejora. El ser humano, ambicioso, prueba fortuna e intenta abarcar más de lo que realmente sus ojos pueden ver. Queremos desvelar secretos que, al menos por el momento, deben seguir siéndolo. Ansiamos conocer la fórmula del triunfo, la superioridad. Poner remedio a gravísimas enfermedades es uno de nuestros objetivos; queremos conseguir la manera de desafiar al ciclo vital. Otra de nuestras metas es crear vida e, incluso, destruirla. Para todo ello, manipulamos genéticamente, clonamos humanos e inventamos armas de destrucción masiva.
Un 6 de agosto de 1945, la aplicación perversa de la ciencia se hizo visible. Dos ciudades japonesas tales como Hiroshima y Nagasaki sufrieron el deseo del poder por parte de unos coléricos estadounidenses. Dos bombas atómicas fueron lanzadas, 300000 víctimas fallecidas. Habitantes sin más ambición que llevar a cabo sus quehaceres diarios. Ciudadanos que observaron cómo la humanidad intentaba poner fin a su propia existencia. Paradójica y escalofriante conclusión que refleja a la perfección la codicia de un ser humano quien controla una ciencia que bebe de su propia malicia.
La ciencia se creó para mejorar y, Einstein, uno de los ideólogos de la bomba atómica, apreciaba cómo el ser humano hacía que ésta se apartara de su razón de ser.
<<Por dolorosa experiencia, hemos aprendido que la razón no basta para resolver los problemas de nuestra vida social. La penetrante investigación y el sutil trabajo científico han aportado a menudo trágicas complicaciones a la humanidad (...) creando los medios para su propia destrucción en masa. ¡Tragedia, realmente, de abrumadora amargura!>>
Tragedia amarga. Así, Einstein resume y confirma una de las teorías universales más exhaustivas y certeras de la historia: la infinita estupidez de un ser humano imperfecto.
martes, 6 de noviembre de 2012
Una España de tristeza y sonrisas
Observamos, como postal habitual, a ese vagabundo que rebusca entre el contenedor en busca de un resquicio de carne en un hueso carcomido. Una parálisis es lo que se apodera de nuestro cuerpo al ver como nuestro bolsillo se vacía, y que hasta el último penique es recogido por cada vez más poderosos señores. Incluso nos parece corriente no avistar el último sueño roto en una fila interminable de un sustento familiar arrebatado.
Algunos, salvadores incansables, se movilizan. Otros asienten al reconocer que un grito sobre un millón de silencios nunca será escuchado.
Ésta no es más que la imagen que proporcionamos al mundo, a nosotros mismos. El New York Times, al menos, cree que España sólo se vale de desilusiones. Estampas muy cercanas a la realidad, pero que sólo muestran un parcial de ésta.
Quizás no nos podamos sentir orgullosos de nuestra política, ni economía, ni siquiera cultura. Sin embargo, poseemos una de las mejores gastronomías del mundo, y podemos presumir de que buscamos una recóndita felicidad en los detalles más insignificantes. Es un honor afirmar que retrocedemos a nuestra infancia y que, un abrazo, una cometa o un castillo de arena son el germen de nuestra risa diaria.
Es muy posible que tu cartera no se encuentre disponible para comprar una pulsera de diamantes a tu pareja pero, tal vez, un brazalete compuesto por las chapas de unas latas vacías sea una genial alternativa. O aún más sencillo: un beso, ése verdadero que nadie puede comprar.
Sin duda, se me escapa una lágrima al pararme a pensar en un país donde el futuro no destella por su grandeza. No obstante, el saber que todas las personas que hoy en día componen mi sonrisa estarán en él, aporta un atisbo de luz.
El Ideal de Granada aún conserva una remota esperanza y, por eso, ha creado un álbum por este motivo. Nos estarán arrebatando nuestro trabajo, nuestra educación y sanidad, pero lo único que no podrán suprimirnos serán esos roces, miradas y pequeños placeres por los que, orgullosamente afirmamos, merece la pena vivir.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 3
Roma, 1938
Hacía tiempo que deseaba realizar aquel viaje. Todo aquel efectivo que había conseguido gracias a los cuadros con los que deleitó a los transeúntes ingleses, le proporcionó lo suficiente para poder viajar hasta la Bella Italia que, desgraciadamente, últimamente no lo era tanto.
Todavía recordaba aquellos calurosos veranos de su infancia junto a su abuela materna. Ragazza la llamaba, mientras le ofrecía un generoso plato de pasta y le describía las obras del magnífico Da Vinci. Aquella anciana le acercó al mundo del auténtico arte, el Renacimiento Italiano. Quizás algunos vieran a Miguel Ángel como una falta de pudor pero, para ella, a pesar de su corta edad, era tan hermoso...
No obstante, en cuanto retornó a la bota de Europa, apreció que aquellos indicios del renacer que tuvo lugar en el siglo XV habían desaparecido completamente. No quedaba nada de literatura, desapareció Petrarca. No había rastro de pintura, se esfumó el trazo de Botticelli. Desafortunadamente todo lo plagaba una ideología.
Si la educación y la cultura son universales, ¿por qué politizarlas? Una obra fascista que defiende unos ideales impuestos por el Duce no puede ser considerado como arte. La calidad podría ser muy alta, pero pecaba de ausencia de libertad, de opinión. Un autor debe reflejar en su trabajo la rabia e impotencia hacia un mundo que jamás comprenderá. Plasmar un punto de vista personal y no el de un colectivo es la clave del éxito. En cuanto a ella, su posición era firme y, a pesar de ir a contracorriente, retrataría todo aquello que quisiera denunciar, a sabiendas de las consiguientes arduas represalias.
Como habitualmente hacía, compró un periódico. En la portada aparecía Mussolini en un discurso donde exponía promesas que jamás llegaría a cumplir. Hasta los periódicos eran controlados por los fascistas.
Impotente, arrojó aquella sarta de mentiras a la basura. En cambio, decidió evadirse de aquella nefasta realidad ojeando uno de sus libros de arte preferidos. Abrió al azar una página. El nacimiento de Venus, de Botticelli. Una lágrima recorrió su mejilla. La diosa que nació gracias a la cúspide del saber y la creatividad, desfallecía aquellos días. Un año más tarde, la marea que trazaba el pintor en un segundo plano arrastraría a la divinidad de la belleza: la Segunda Guerra Mundial comenzaría y, con ella, se haría la oscuridad.
Hacía tiempo que deseaba realizar aquel viaje. Todo aquel efectivo que había conseguido gracias a los cuadros con los que deleitó a los transeúntes ingleses, le proporcionó lo suficiente para poder viajar hasta la Bella Italia que, desgraciadamente, últimamente no lo era tanto.
Todavía recordaba aquellos calurosos veranos de su infancia junto a su abuela materna. Ragazza la llamaba, mientras le ofrecía un generoso plato de pasta y le describía las obras del magnífico Da Vinci. Aquella anciana le acercó al mundo del auténtico arte, el Renacimiento Italiano. Quizás algunos vieran a Miguel Ángel como una falta de pudor pero, para ella, a pesar de su corta edad, era tan hermoso...
No obstante, en cuanto retornó a la bota de Europa, apreció que aquellos indicios del renacer que tuvo lugar en el siglo XV habían desaparecido completamente. No quedaba nada de literatura, desapareció Petrarca. No había rastro de pintura, se esfumó el trazo de Botticelli. Desafortunadamente todo lo plagaba una ideología.
Si la educación y la cultura son universales, ¿por qué politizarlas? Una obra fascista que defiende unos ideales impuestos por el Duce no puede ser considerado como arte. La calidad podría ser muy alta, pero pecaba de ausencia de libertad, de opinión. Un autor debe reflejar en su trabajo la rabia e impotencia hacia un mundo que jamás comprenderá. Plasmar un punto de vista personal y no el de un colectivo es la clave del éxito. En cuanto a ella, su posición era firme y, a pesar de ir a contracorriente, retrataría todo aquello que quisiera denunciar, a sabiendas de las consiguientes arduas represalias.
Como habitualmente hacía, compró un periódico. En la portada aparecía Mussolini en un discurso donde exponía promesas que jamás llegaría a cumplir. Hasta los periódicos eran controlados por los fascistas.
Impotente, arrojó aquella sarta de mentiras a la basura. En cambio, decidió evadirse de aquella nefasta realidad ojeando uno de sus libros de arte preferidos. Abrió al azar una página. El nacimiento de Venus, de Botticelli. Una lágrima recorrió su mejilla. La diosa que nació gracias a la cúspide del saber y la creatividad, desfallecía aquellos días. Un año más tarde, la marea que trazaba el pintor en un segundo plano arrastraría a la divinidad de la belleza: la Segunda Guerra Mundial comenzaría y, con ella, se haría la oscuridad.
domingo, 4 de noviembre de 2012
Tiempo
No todos podemos ser como la Sibila de Cumas que pidió a Apolo vivir tantos años como granos de arena le cupieran en la palma de la mano. Excepto para esta pitonisa la cual olvidó desear la juventud infinita, el tiempo es limitado. Contable, efímero y, a veces, desperdiciado.
Tiempo que gastar y sin saber en qué. Tiempo que perder contigo, a tu lado, abrazándonos. Tiempo malgastado, tiempo de quejas y pocas acciones. Tiempo que ganar, al que plantar cara y mostrar que, por momentos, somos inmortales. Tiempo que se reduce a una colilla intentándose consumir. Tiempo para mí, para ti, para nosotros. Tiempo que hace acto de presencia a través del aliento que, en invierno, sale de tu boca, en forma de risas, de cuentos e historias. Tiempo que medir y contar y, que no espera tu descuido, sino que transcurre sin más.
Tiempo para soñar, para llorar, para sentir, para enloquecer, para reflexionar. Tiempo que, al cambiar el tempo, se escapa a nuestro compás.
martes, 30 de octubre de 2012
Primavera en una necrópolis
Sucios nichos rodeados de coloridas flores. Imagen decepcionante. Miles de almas, espíritus, fantasmas del pasado. Treinta euros malgastados en rosas frescas que el ambiente hará marchitar. Un ambiente entristecedor, desolador, a pesar de todas las amapolas traídas por los visitantes que proporcionan un atisbo de luz y color. Un alrededor que atrae pésimos recuerdos.
Todavía hay gente, quizás devotos, que piensan que el difunto permanece allí y debemos cuidarlo. Una costumbre respetable, pero parece que tan sólo nos preocupamos de mantenerlo bien atendido durante fechas claves, como este 1 de noviembre. ¡Ay, pobres ignorantes! Lo que separa a esa persona de nosotros no es una lápida, sino un mundo, un más allá, un quizá. Allí dentro sólo está depositado un cuerpo, unos huesos, tan propios de cualquier ser humano. El alma, la esencia de esa persona no la encontramos en estos lares, sino en el interior de sus más allegados.
¿Qué significa ir a visitar en el cementerio al familiar que más echas en falta cada Día de Todos Los Santos? Una tradición católica que se halla muy lejos de la realidad. ¿Para qué necesitas recordar su muerte acudiendo a la necrópolis? Sólo es una lápida que, mirándote fijamente, da sentencia de que en algún momento alguien estuvo allí; donde ahora reposan grisáceas cenizas y carcomidas estructuras óseas. ¿Por qué nos tenemos que torturar por dentro, llorar una muerte? Lloremos mejor por las alegrías que nos produjo durante su vida, hagamos memoria de lo que significó para nosotros.
¿Y para qué pregonar una ausencia que en tu día a día se mantiene presente? ¿Justificas acaso tu amor hacia esa persona yendo a estos tenebrosos lugares tan propios de los relatos de Allan Poe? Para nada, tal vez incluso sea todo lo contrario. Si verdaderamente lo quieres, si realmente lo echas de menos, olvida los temores y sufrimientos y que; aquellas palabras de apoyo, aquellos recuerdos inolvidables, se conviertan en los guías de tu vida. Aprovéchala sonriendo ya que, ellos, desgraciadamente ya sepultados, no pueden hacerlo.
Todavía hay gente, quizás devotos, que piensan que el difunto permanece allí y debemos cuidarlo. Una costumbre respetable, pero parece que tan sólo nos preocupamos de mantenerlo bien atendido durante fechas claves, como este 1 de noviembre. ¡Ay, pobres ignorantes! Lo que separa a esa persona de nosotros no es una lápida, sino un mundo, un más allá, un quizá. Allí dentro sólo está depositado un cuerpo, unos huesos, tan propios de cualquier ser humano. El alma, la esencia de esa persona no la encontramos en estos lares, sino en el interior de sus más allegados.
¿Qué significa ir a visitar en el cementerio al familiar que más echas en falta cada Día de Todos Los Santos? Una tradición católica que se halla muy lejos de la realidad. ¿Para qué necesitas recordar su muerte acudiendo a la necrópolis? Sólo es una lápida que, mirándote fijamente, da sentencia de que en algún momento alguien estuvo allí; donde ahora reposan grisáceas cenizas y carcomidas estructuras óseas. ¿Por qué nos tenemos que torturar por dentro, llorar una muerte? Lloremos mejor por las alegrías que nos produjo durante su vida, hagamos memoria de lo que significó para nosotros.
¿Y para qué pregonar una ausencia que en tu día a día se mantiene presente? ¿Justificas acaso tu amor hacia esa persona yendo a estos tenebrosos lugares tan propios de los relatos de Allan Poe? Para nada, tal vez incluso sea todo lo contrario. Si verdaderamente lo quieres, si realmente lo echas de menos, olvida los temores y sufrimientos y que; aquellas palabras de apoyo, aquellos recuerdos inolvidables, se conviertan en los guías de tu vida. Aprovéchala sonriendo ya que, ellos, desgraciadamente ya sepultados, no pueden hacerlo.
lunes, 29 de octubre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 2
Tras dibujar al óleo su cuadragésima pintura en la cual retrataba aquella hermosa perspectiva del Puente de los Suspiros, valoró la idea de evolucionar, de crear algo más propio e íntimo, no un simple boceto que le proporcionaba su calderilla semanal.
Joven de veinticinco años y de origen alemán; antes de mudarse a Oxford, residía en su país natal, en el cual estudió Artes. A pesar de derramar tanto sudor y sangre, esto no le proporcionó grandes frutos. Aunque ya se habían reconocido muchos derechos a las mujeres, aún existían prejuicios y desigualdad en el ámbito profesional que, seguramente, permanecerían aún durante muchos años. Todos los artistas reconocidos eran varones, tanto en pintura como en literatura.
Influida por el realismo del gran Velázquez, quería llegar a poseer tanto reconocimiento como éste, pero sabía que debido a su condición nunca lo conseguiría. Incansable, probaría con otro método: el futurismo, vanguardia que descubrió hace unos años. Por supuesto, no era tan destacable como el surrealismo del increíble Dalí; pero ella creía que sería un importante paso en su carrera. Retrataría un futuro incierto en un lienzo, aunque esto le llevara muchos años de esfuerzo.
Un importante paso en su carrera, he dicho, si aquello se pudiera considerar un éxito. Todos los días, muchos transeúntes la miraban con desprecio. Una mujer vagabunda, lo último que faltaba. Juzgaban únicamente su apariencia, no su magnífica calidad artística. Por eso, poca gente adquiría sus obras, sólo mujeres y algunos hombres tolerantes.
"Adolf Hitler asciende al poder". Todos los días leía las noticias internacionales en el periódico para tener noticias sobre su Alemania, aquella que añoraba tanto. Pero aquel día de enero de 1933, al leer ese titular, el sentimiento de melancolía fue sustituido por un escalofrío. Dicen que las mujeres tienen intuición, pues en aquella ocasión este sexto sentido le decía que algo no iba del todo bien. Seis años más tarde, sus peores pesadillas se verían hechas realidad.
Joven de veinticinco años y de origen alemán; antes de mudarse a Oxford, residía en su país natal, en el cual estudió Artes. A pesar de derramar tanto sudor y sangre, esto no le proporcionó grandes frutos. Aunque ya se habían reconocido muchos derechos a las mujeres, aún existían prejuicios y desigualdad en el ámbito profesional que, seguramente, permanecerían aún durante muchos años. Todos los artistas reconocidos eran varones, tanto en pintura como en literatura.
Influida por el realismo del gran Velázquez, quería llegar a poseer tanto reconocimiento como éste, pero sabía que debido a su condición nunca lo conseguiría. Incansable, probaría con otro método: el futurismo, vanguardia que descubrió hace unos años. Por supuesto, no era tan destacable como el surrealismo del increíble Dalí; pero ella creía que sería un importante paso en su carrera. Retrataría un futuro incierto en un lienzo, aunque esto le llevara muchos años de esfuerzo.
Un importante paso en su carrera, he dicho, si aquello se pudiera considerar un éxito. Todos los días, muchos transeúntes la miraban con desprecio. Una mujer vagabunda, lo último que faltaba. Juzgaban únicamente su apariencia, no su magnífica calidad artística. Por eso, poca gente adquiría sus obras, sólo mujeres y algunos hombres tolerantes.
"Adolf Hitler asciende al poder". Todos los días leía las noticias internacionales en el periódico para tener noticias sobre su Alemania, aquella que añoraba tanto. Pero aquel día de enero de 1933, al leer ese titular, el sentimiento de melancolía fue sustituido por un escalofrío. Dicen que las mujeres tienen intuición, pues en aquella ocasión este sexto sentido le decía que algo no iba del todo bien. Seis años más tarde, sus peores pesadillas se verían hechas realidad.
domingo, 28 de octubre de 2012
Reflejos
Tengo miedo de ser espejo.
¿Y si el reflejo es una ilusión,
una alusión a otro yo?
¿Y si ese no soy yo?
¿Y si me muestra
una muestra que no corresponda
a lo tangible, a lo visible?
¿Y si soy sólo reflejo
tal como me percibo yo?
Un espejo.
Tengo miedo de ser
lo que no muestra el espejo.
miércoles, 24 de octubre de 2012
De arrugas y grandeza
Dicen que el diablo sabe mucho más por viejo que por ser el dueño de todas nuestras desgracias. ¿Acaso por ser poseedor de nuestros miedos y males es más sabio? Por supuesto que no. Su sabiduría es extrema porque ha sufrido por sí mismo a lo largo de su eterna vida.
Sólo hay que ver el rostro de uno de nuestros ancianos para poder confirmar dicha teoría. Con unas lentes de un grosor considerable, mi abuelo me miraba fijamente. Su cabello negro le atribuía una mayor vitalidad; sus ojos, una interminable ternura hacia su nieto; su sonrisa, la esperanza y felicidad absolutas. Sí, es cierto, esta descripción confiere un aire juvenil a mi querido abuelo. No obstante, había llevado una vida a cuestas y; a pesar de que su alma y alegría fueran adolescentes; en su rostro, en su piel, se podía leer un pasado de continuo dolor.
Quejarnos sin sentido por un capricho que no poseemos es una de las opciones más recurridas en estos últimos tiempos. Ellos, que querían ser niños, les pilló la guerra, arrebatándoles hasta lo más esencial. No tuvieron risas ni juegos de pequeños, sino injusticias y muertes inesperadas. Vuelvo a repetir, ¿de veras debemos reclamar lujos? Si tuvieras a mi abuelo delante de ti como yo lo tuve en su día, conocerías la respuesta.
Pecó de grandeza. Entonces y ahora, es mi ídolo. ¿Cómo puede recuperar alguien una grata risa tras los horrores que presenció? Es inexplicable, pero lo hace; y ello le otorga mayor valor. Y desgraciadamente ahora nos ahogamos en un simple charco de agua...
Nunca unas facciones me pudieron aportar tantos datos sobre lo que realmente importa. Un rostro donde el arduo trabajo, una esperanza vigente y una infancia perdida se escondía en cada surco. Aquel anciano hombre era una verdadera lección vital reflejada en una frente repleta de historia, ilusiones, sueños y arrugas.
Sólo hay que ver el rostro de uno de nuestros ancianos para poder confirmar dicha teoría. Con unas lentes de un grosor considerable, mi abuelo me miraba fijamente. Su cabello negro le atribuía una mayor vitalidad; sus ojos, una interminable ternura hacia su nieto; su sonrisa, la esperanza y felicidad absolutas. Sí, es cierto, esta descripción confiere un aire juvenil a mi querido abuelo. No obstante, había llevado una vida a cuestas y; a pesar de que su alma y alegría fueran adolescentes; en su rostro, en su piel, se podía leer un pasado de continuo dolor.
Quejarnos sin sentido por un capricho que no poseemos es una de las opciones más recurridas en estos últimos tiempos. Ellos, que querían ser niños, les pilló la guerra, arrebatándoles hasta lo más esencial. No tuvieron risas ni juegos de pequeños, sino injusticias y muertes inesperadas. Vuelvo a repetir, ¿de veras debemos reclamar lujos? Si tuvieras a mi abuelo delante de ti como yo lo tuve en su día, conocerías la respuesta.
Pecó de grandeza. Entonces y ahora, es mi ídolo. ¿Cómo puede recuperar alguien una grata risa tras los horrores que presenció? Es inexplicable, pero lo hace; y ello le otorga mayor valor. Y desgraciadamente ahora nos ahogamos en un simple charco de agua...
Nunca unas facciones me pudieron aportar tantos datos sobre lo que realmente importa. Un rostro donde el arduo trabajo, una esperanza vigente y una infancia perdida se escondía en cada surco. Aquel anciano hombre era una verdadera lección vital reflejada en una frente repleta de historia, ilusiones, sueños y arrugas.
lunes, 22 de octubre de 2012
Retrato de un futuro fracaso humano: Entrega 1
PARTE 1: PRIMERAS PINCELADAS
Oxford, 1938.
Oxford, 1938.
La noche sumerge en una interminable oscuridad a la ciudad inglesa de Oxford. La tenue luz eléctrica de las farolas alumbra lo suficiente para avistar una completa ausencia de viandantes en aquella zona.
Muy lejos, se oyen unos pasos que, conforme transcurren los minutos, son más estridentes. Junto a su lienzo, una joven pintora, de cabello negro como la fría noche y ojos verde esmeralda, se dispone en aquella avenida vacía de colores, almas y sonidos.
Permanece allí durante horas, en un completo silencio, y dirigiendo la mirada hacia un cielo ausente el cual arde en deseos de que la luz se haga.
Amanece y el horizonte se cubre de una gris neblina. La muchacha continúa en la misma posición, quieta y con los labios sellados.
De repente, un haz de luz traspasa un firmamento encapotado de nubes. Irremediablemente, la avenida se ilumina y comienza el matutino alboroto a causa del tránsito de cientos de ciudadanos.
Haciendo uso de su lápiz de grafito, la mujer se inicia en su obra. Una obra que reflejará la situación del momento y la de años venideros. Una obra que nunca verá la luz debido al negror de sucesos futuros, sucesos horribles a raíz de un tremendo fracaso humano. Una obra que presenciará el sufrimiento y las injusticias de un nefasto porvenir, y que será iniciada y finalizada en ese mismo lugar. Al frente, el Puente de los Suspiros de Oxford, fuente de inspiración de múltiples artistas callejeros.
Pequeño individuo pensante
No soy mucho más que eso, un pequeño individuo pensante. Mis historias para no dormir surgieron a raíz de la nada, de mis pesadillas y deseos más internos. Grande es Kant, al que se debe el nombre del blog; yo sólo soy uno más de los tantos que intentaron entender y no pudieron.
Este blog se concibió como una terapia personal. ¡Tanto ocurre a tu alrededor! ¡Tantas absurdas ideas arden en nuestra conciencia! Debía curarme aquel daño interno y, aprovechando la ocasión, intentar hacer reflexionar a un colectivo.
Sin embargo, nunca creí que llegaría a las más de quinientas visitas y en un tiempo relativamente corto, ya que pocas personas conocen este espacio en la red. Ojalá algún día tenga el valor de dar a la luz, a un masivo público, mis pensamientos más personales sobre una vida que se nos escapa y un mundo que jamás lograremos comprender.
Ahora ojeo todas aquellas entradas de hace meses y pienso. Paulatinamente, voy evolucionando. Mis primeras entradas eran más generales y asequibles, las últimas con una gran carga sentimental y crítica. Al principio, historias que daban lugar a una reflexión; ahora, ensayos a cual más dispar e íntimo. No sé si estará mejor o peor, lo único que quiero es no perder nunca mi esencia. Como dice una canción del grupo rock Marea: No quiero ser más que el esqueleto de lo que he sido.
Resumiendo, todavía quedan muchos temas que tratar: límites del ser humano, ¿tal vez de nuevo la muerte?, los abrazos y caricias, errores humanos cada vez más graves, o simplemente, nuestra vida en general. Tranquilos, aún queda imperativo categórico para rato. Para concluir y haciendo honor a Kant añado que yo no enseño filosofía, sino que invito a filosofar.
Este blog se concibió como una terapia personal. ¡Tanto ocurre a tu alrededor! ¡Tantas absurdas ideas arden en nuestra conciencia! Debía curarme aquel daño interno y, aprovechando la ocasión, intentar hacer reflexionar a un colectivo.
Sin embargo, nunca creí que llegaría a las más de quinientas visitas y en un tiempo relativamente corto, ya que pocas personas conocen este espacio en la red. Ojalá algún día tenga el valor de dar a la luz, a un masivo público, mis pensamientos más personales sobre una vida que se nos escapa y un mundo que jamás lograremos comprender.
Ahora ojeo todas aquellas entradas de hace meses y pienso. Paulatinamente, voy evolucionando. Mis primeras entradas eran más generales y asequibles, las últimas con una gran carga sentimental y crítica. Al principio, historias que daban lugar a una reflexión; ahora, ensayos a cual más dispar e íntimo. No sé si estará mejor o peor, lo único que quiero es no perder nunca mi esencia. Como dice una canción del grupo rock Marea: No quiero ser más que el esqueleto de lo que he sido.
Resumiendo, todavía quedan muchos temas que tratar: límites del ser humano, ¿tal vez de nuevo la muerte?, los abrazos y caricias, errores humanos cada vez más graves, o simplemente, nuestra vida en general. Tranquilos, aún queda imperativo categórico para rato. Para concluir y haciendo honor a Kant añado que yo no enseño filosofía, sino que invito a filosofar.
miércoles, 17 de octubre de 2012
Simples gestos, inmensa felicidad
Quizás lo más fácil sería interesarse por mí cuando se necesita algo. Tal vez la manera más sencilla de hablarme sería mediante vacíos, fríos y automatizados mensajes a través de las redes sociales. Sin duda, lo simple sería no luchar por mí, por verme o hablarme.
Sí, eso restaría dificultad, muchas personas lo hacen. Pero otras, las más importantes para mí, guerrean por mí, adoran los retos y, a pesar de que el enemigo o un mal temporal se acerque, permanecen ahí hasta que amaine.
Ellos son mi gente, mi yo, mi todo. Da igual que no nos conozcamos desde la infancia, ellos han llenado mi pasado de un maravilloso presente junto a ellos. Espero con ansias que rellenen ese futuro incierto en el que, por fin, cuando mis pesadillas me enreden de nuevo, pueda estar inmediatamente al lado de ellos, sonriendo, soñando, viviendo.
Y al ojear otra vez unas páginas olvidadas, y al admirar esos pequeños e insignificantes objetos con gran carga sentimental; darte de bruces con la realidad. Hoy ha sido un día duro, y probablemente mañana también lo será, pero poder encontrarte encima de la mesa un pequeño detalle alivia la importancia de una vida complicada de entender.
Hoy avisté una carta, leí el remitente y sonreí. Ni regalo, ni dinero, ni ningún objeto material. Únicamente treinta y seis céntimos en un sello y un sobre y, ha sido lo mejor que me ha podido ocurrir hoy. No todo el mundo se molesta en contar algo que tantas veces me has repetido pero que nunca he poseído por escrito. Ahora tengo la prueba del crimen, la de mi felicidad. Gracias porque ahora estoy seguro de que, aunque ciertos cretinos no me aguanten, aún me puedo sentir querido.
A todos los que me hacen sonreír diariamente, vosotros y sólo vosotros, sois mi objetivo en la vida: mi absoluta y eterna felicidad.
Sí, eso restaría dificultad, muchas personas lo hacen. Pero otras, las más importantes para mí, guerrean por mí, adoran los retos y, a pesar de que el enemigo o un mal temporal se acerque, permanecen ahí hasta que amaine.
Ellos son mi gente, mi yo, mi todo. Da igual que no nos conozcamos desde la infancia, ellos han llenado mi pasado de un maravilloso presente junto a ellos. Espero con ansias que rellenen ese futuro incierto en el que, por fin, cuando mis pesadillas me enreden de nuevo, pueda estar inmediatamente al lado de ellos, sonriendo, soñando, viviendo.
Y al ojear otra vez unas páginas olvidadas, y al admirar esos pequeños e insignificantes objetos con gran carga sentimental; darte de bruces con la realidad. Hoy ha sido un día duro, y probablemente mañana también lo será, pero poder encontrarte encima de la mesa un pequeño detalle alivia la importancia de una vida complicada de entender.
Hoy avisté una carta, leí el remitente y sonreí. Ni regalo, ni dinero, ni ningún objeto material. Únicamente treinta y seis céntimos en un sello y un sobre y, ha sido lo mejor que me ha podido ocurrir hoy. No todo el mundo se molesta en contar algo que tantas veces me has repetido pero que nunca he poseído por escrito. Ahora tengo la prueba del crimen, la de mi felicidad. Gracias porque ahora estoy seguro de que, aunque ciertos cretinos no me aguanten, aún me puedo sentir querido.
A todos los que me hacen sonreír diariamente, vosotros y sólo vosotros, sois mi objetivo en la vida: mi absoluta y eterna felicidad.
sábado, 13 de octubre de 2012
Haces de luz en tu sonrisa
Hombre que no sonríe, hombre que no vive. Pobre de aquel que no viva con una ilusión, con sueños imposibles, con amores no correspondidos. ¿Qué sería de la vida sin un poco de sufrimiento?
Monotonía de lluvia tras los cristales, diría Machado. Aquel hombre no busca amargura, pero tampoco una aparente y eterna felicidad. Desea altibajos: que la soledad lo alcance y alguien se acerque a su lado, que el frío rodee su cuerpo y ella lo envuelva con sus brazos, que la tristeza se apropie de su rostro y esa persona le saque una sonrisa.
¡Oh, bendita cuando sonríes! No mis sonrisas, por supuesto, sino las tuyas, que me contagian. Droga como heroína, así es tu boca. Siempre mostrando un semicírculo que se traspasa a mi cara. Locura, luz, amor y calma. Problemas a miles que se desvanecen cuando muestras una sonrisa y que se acentúan cuando quiero rozarla.
Hombre que no sonríe, hombre que no vive. Ojalá te conociera aquel desgraciado para que descubriera cómo es el no estar muerto, cómo encontrar el sentido a algo tan enigmático como es la vida.
Gracias por regalarme diariamente la visión de esos haces de luz en tu sonrisa, fuente de inspiración de individuo afortunado.
Recortes, reformas y deformes (IV): Huelga, única opción
Un servidor, desde un humilde blog que quizás nadie lee, quiere hacer un llamamiento a la huelga. Una huelga por esta lamentable reforma educativa que tendrá lugar los días 16, 17 y 18 de octubre de 2012. Insto que quedarse en casa no es la solución más factible. Necesitamos salir, movilizarnos, hacernos oír. Tal vez el voto de cuatro personas no repercuta en un país, pero quizás si unimos fuerzas y ese cuarteto se multiplica, consigamos algo.
Yo soy el primero que no cree en las manifestaciones. Pierdes un día de clase que después tienes que recuperar, haces mucho ruido para pocas nueces y, aún encima, después los partidos políticos proporcionan un dato sobre el seguimiento de la huelga fruto de su invención. Tanto esfuerzo siempre para nada.
No obstante, esta vez la necesidad nos llama a voces. La necesidad de hacer frente a reformas tan absurdas como las que voy a mostrarles:
-Vuelven las reválidas. Quizás nadie sepa lo que significa esto. Son exámenes, algunos de ellos determinantes para conseguir un título o pasar de curso. Esto es lo que se pretende hacer al final de cada ciclo. Volvamos al pasado con tan odiosas pruebas que, al fin y al cabo, no sirven para nada, únicamente para incrementar un fracaso escolar ya bastante importante y proporcionar porcentajes sobre el nivel de competencia de cada comunidad. Ya tenemos bastante con la PAEG (Selectividad) para que aún incrementen este tipo de controles.
-Adiós PAEG, hola exámenes específicos: Hablando de la PAEG, esta prueba llegó a su caducidad. No, no os alegréis, porque hay novedades. Será sustituida por una de las ya citadas reválidas (vamos, que la PAEG seguirá existiendo con otro nombre) pero ésta no influirá en la entrada a la universidad sino que cada universidad podrá convocar los exámenes específicos que desee, incluso entrevistas personales. ¿Entrevistas personales? ¿Exámenes en cada lugar? Esto sólo dará lugar a que la imagen que presentes en la prueba (más te vale ir repeinado) sea más importante que tu inteligencia.
-Subvenciones a colegios no mixtos: Sin duda la reforma más degradante y estúpida de todas. Ya que estamos implantemos de nuevo una dictadura o, ¿por qué no?, también podemos volver al Antiguo Régimen. Chicos por un lado, chicas por otro; y más subvenciones a los pertenecientes al Opus Dei. Sexista y entrando en temas religiosos. No añado nada más que me tachan de rojo, algo que tampoco soy, sólo pretendo ser objetivo.
A todo esto se le sumarían el recorte en las becas universitarias y otras reformas que ya podemos ver presente en las aulas. Éramos el futuro en España y, por unas acciones ineptas en el presente, ya no lo podremos ser. Fuga de cerebros nos espera en la posteridad.
Sin embargo, tenemos una opción: luchemos por nuestros derechos. Somos el populum, y la única manera que tenemos para hacernos oír es manifestarnos. Escribid pancartas, carteles o, únicamente, llevad vuestra voz y ganas de cambiar el mundo. Tal vez no consigamos nada, pero sí que no lo haremos si nos quedamos de brazos cruzados.
El movimiento obrero hizo frente a los abusos de los patronos en la Primera Revolución Industrial. La revolución francesa acabo con el absolutismo en Francia. Ellos se manifestaron y pronunciaron un decisivo "no nos moverán", consiguiendo así sus propósitos. Emulemos sus acciones y defendamos la educación, la base del saber, la vida y el futuro de España. Liberté, egalité et fraternité, gritarían los revolucionarios franceses. Hagamos nosotros lo mismo
Yo soy el primero que no cree en las manifestaciones. Pierdes un día de clase que después tienes que recuperar, haces mucho ruido para pocas nueces y, aún encima, después los partidos políticos proporcionan un dato sobre el seguimiento de la huelga fruto de su invención. Tanto esfuerzo siempre para nada.
No obstante, esta vez la necesidad nos llama a voces. La necesidad de hacer frente a reformas tan absurdas como las que voy a mostrarles:
-Vuelven las reválidas. Quizás nadie sepa lo que significa esto. Son exámenes, algunos de ellos determinantes para conseguir un título o pasar de curso. Esto es lo que se pretende hacer al final de cada ciclo. Volvamos al pasado con tan odiosas pruebas que, al fin y al cabo, no sirven para nada, únicamente para incrementar un fracaso escolar ya bastante importante y proporcionar porcentajes sobre el nivel de competencia de cada comunidad. Ya tenemos bastante con la PAEG (Selectividad) para que aún incrementen este tipo de controles.
-Adiós PAEG, hola exámenes específicos: Hablando de la PAEG, esta prueba llegó a su caducidad. No, no os alegréis, porque hay novedades. Será sustituida por una de las ya citadas reválidas (vamos, que la PAEG seguirá existiendo con otro nombre) pero ésta no influirá en la entrada a la universidad sino que cada universidad podrá convocar los exámenes específicos que desee, incluso entrevistas personales. ¿Entrevistas personales? ¿Exámenes en cada lugar? Esto sólo dará lugar a que la imagen que presentes en la prueba (más te vale ir repeinado) sea más importante que tu inteligencia.
-Subvenciones a colegios no mixtos: Sin duda la reforma más degradante y estúpida de todas. Ya que estamos implantemos de nuevo una dictadura o, ¿por qué no?, también podemos volver al Antiguo Régimen. Chicos por un lado, chicas por otro; y más subvenciones a los pertenecientes al Opus Dei. Sexista y entrando en temas religiosos. No añado nada más que me tachan de rojo, algo que tampoco soy, sólo pretendo ser objetivo.
A todo esto se le sumarían el recorte en las becas universitarias y otras reformas que ya podemos ver presente en las aulas. Éramos el futuro en España y, por unas acciones ineptas en el presente, ya no lo podremos ser. Fuga de cerebros nos espera en la posteridad.
Sin embargo, tenemos una opción: luchemos por nuestros derechos. Somos el populum, y la única manera que tenemos para hacernos oír es manifestarnos. Escribid pancartas, carteles o, únicamente, llevad vuestra voz y ganas de cambiar el mundo. Tal vez no consigamos nada, pero sí que no lo haremos si nos quedamos de brazos cruzados.
El movimiento obrero hizo frente a los abusos de los patronos en la Primera Revolución Industrial. La revolución francesa acabo con el absolutismo en Francia. Ellos se manifestaron y pronunciaron un decisivo "no nos moverán", consiguiendo así sus propósitos. Emulemos sus acciones y defendamos la educación, la base del saber, la vida y el futuro de España. Liberté, egalité et fraternité, gritarían los revolucionarios franceses. Hagamos nosotros lo mismo
viernes, 12 de octubre de 2012
El día que nacemos
Nacemos sabiendo que un día moriremos y, aún así, celebramos cómo nuestro tiempo se agota reduciéndose a un simple reloj de arena que nos impide dormir.
Feliz cumpleaños decimos cuando cumplir años es algo trascendental. Hoy cierta persona cumple diecisiete que, posiblemente podrían ser treinta en cualquier otro calendario. Un año es una medida de tiempo pragmática, no significa nada más.
Por lo tanto, y como dijiste tú, hoy no hay nada que celebrar. ¿O quizás sí? ¿Qué ya eres una diecisieteañera? Eso a todos nos da igual. Lo que hay que celebrar es el día que, una mujer cualquiera, decidió tenerte. Celebrar que la experiencia vital ha decidido formarte tal cual eres ahora, con unas virtudes y defectos que todos los que te queremos alabamos.
Así que, ¿qué es un cumpleaños? Cumpleaños es estar con la gente que te hace soñar, reír y pasar los momentos más felices de tu vida. Quisiera regalarte algo, pronto, lo mejor que te puedo ofrecer: un cumpleaños. Creo que mi compañía es lo más valioso que puedo entregarte.
De nuevo, felicidades. Felicidades, porque pocas personas consiguen demostrarme en tan poco tiempo lo que tú has hecho por mí. Pilar, definitivamente, felicidades por ser así.
Feliz cumpleaños decimos cuando cumplir años es algo trascendental. Hoy cierta persona cumple diecisiete que, posiblemente podrían ser treinta en cualquier otro calendario. Un año es una medida de tiempo pragmática, no significa nada más.
Por lo tanto, y como dijiste tú, hoy no hay nada que celebrar. ¿O quizás sí? ¿Qué ya eres una diecisieteañera? Eso a todos nos da igual. Lo que hay que celebrar es el día que, una mujer cualquiera, decidió tenerte. Celebrar que la experiencia vital ha decidido formarte tal cual eres ahora, con unas virtudes y defectos que todos los que te queremos alabamos.
Así que, ¿qué es un cumpleaños? Cumpleaños es estar con la gente que te hace soñar, reír y pasar los momentos más felices de tu vida. Quisiera regalarte algo, pronto, lo mejor que te puedo ofrecer: un cumpleaños. Creo que mi compañía es lo más valioso que puedo entregarte.
De nuevo, felicidades. Felicidades, porque pocas personas consiguen demostrarme en tan poco tiempo lo que tú has hecho por mí. Pilar, definitivamente, felicidades por ser así.
miércoles, 10 de octubre de 2012
Mitología
<<En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos>>
Pura literatura y belleza. Pura magia y ciencia irracional. La mitología intenta explicar de forma amena y a través de dioses o semidioses, objetos y fenómenos que nos rodean; sucesos que ni siquiera pasados tantos siglos podemos nosotros explicar.
La mitología griega es la más bella de todas, sin ofender a la escandinava. Este es el principio del libro Teogonía de Hesíodo. Sin embargo, no pretendo aburriros con lecciones didácticas, sino poéticas, filosóficas y cotidianas, ya lo sabéis; por lo tanto, me remitiré únicamente al tema del texto.
¿De qué trata? Del comienzo de todo. ¡Ay, si pudiéramos explicar realmente y con precisión lo que sucedió en el inicio! Los católicos optan por la opción de que Dios creó el mundo en siete días. La mitología escandinava nos presenta la vida como unión entre el frío y el calor y una posterior formación del mundo de los humanos, Midgard, y el de los dioses, Asgard, que se sitúa en el centro del primero. En cambio, y como podemos ver reflejado en la narración anterior, los griegos relataban que al principio existía la oscuridad, Caos, la tierra, Gea, y el amor, Eros, que embriaga a todos con su esencia.
Tal vez actualmente pensemos que todas estas historias son patrañas, que no tienen ni el mínimo sentido. Algo de razón llevamos, pero eso no justifica lo hipócritas que somos. ¿Acaso no creemos en la magia, en las supersticiones? Vivimos rodeados de mitos y, lo más decepcionante es, que nos los creemos.
El amor verdadero es un mito. La amistad incondicional y eterna, una burda mentira. Las palabras de los políticos, necias pero convincentes para su rebaño de votantes. La verdad en sí es un mito; y confiar en el ser humano por su propia naturaleza, una gran equivocación.
No obstante, no os preocupéis. Pronto desaparecerán los mitos y todo serán certezas: jinetes del infierno perseguirán a los pecadores, a quienes han pregonado mentiras sin fundamento. Lo dice la Biblia en el Apocalípsis. Sí, es cierto, me contradigo, pero soy humano y, por lo tanto, al mito me remito. Una vez más.
Pura literatura y belleza. Pura magia y ciencia irracional. La mitología intenta explicar de forma amena y a través de dioses o semidioses, objetos y fenómenos que nos rodean; sucesos que ni siquiera pasados tantos siglos podemos nosotros explicar.
La mitología griega es la más bella de todas, sin ofender a la escandinava. Este es el principio del libro Teogonía de Hesíodo. Sin embargo, no pretendo aburriros con lecciones didácticas, sino poéticas, filosóficas y cotidianas, ya lo sabéis; por lo tanto, me remitiré únicamente al tema del texto.
¿De qué trata? Del comienzo de todo. ¡Ay, si pudiéramos explicar realmente y con precisión lo que sucedió en el inicio! Los católicos optan por la opción de que Dios creó el mundo en siete días. La mitología escandinava nos presenta la vida como unión entre el frío y el calor y una posterior formación del mundo de los humanos, Midgard, y el de los dioses, Asgard, que se sitúa en el centro del primero. En cambio, y como podemos ver reflejado en la narración anterior, los griegos relataban que al principio existía la oscuridad, Caos, la tierra, Gea, y el amor, Eros, que embriaga a todos con su esencia.
Tal vez actualmente pensemos que todas estas historias son patrañas, que no tienen ni el mínimo sentido. Algo de razón llevamos, pero eso no justifica lo hipócritas que somos. ¿Acaso no creemos en la magia, en las supersticiones? Vivimos rodeados de mitos y, lo más decepcionante es, que nos los creemos.
El amor verdadero es un mito. La amistad incondicional y eterna, una burda mentira. Las palabras de los políticos, necias pero convincentes para su rebaño de votantes. La verdad en sí es un mito; y confiar en el ser humano por su propia naturaleza, una gran equivocación.
No obstante, no os preocupéis. Pronto desaparecerán los mitos y todo serán certezas: jinetes del infierno perseguirán a los pecadores, a quienes han pregonado mentiras sin fundamento. Lo dice la Biblia en el Apocalípsis. Sí, es cierto, me contradigo, pero soy humano y, por lo tanto, al mito me remito. Una vez más.
lunes, 8 de octubre de 2012
Cigarettes in the theatre
Tenía una enfermedad gravísima. Sabía muy bien que aquella era su última noche en la faz de la Tierra, una noche que el mundo recordaría como otra cualquiera. Sabía muy bien que, cuando saliera de aquel teatro, nadie se daría cuenta de su presencia ni de su ausencia en él.
Obras, grandiosas piezas teatrales había compuesto por y para aquel lugar. Actores que habían encarnado los personajes surgidos a raíz de su imaginación. Personajes que ni siquiera saben quién es su padre, su creador. Tal hombre que se despedía para no volver a ese lugar ni a ningún otro, era un magnífico dramaturgo.
Suspiró mientras que, con un leve movimiento de muñeca encendía una incandescente cerilla que alumbraba una soledad inmensa la cual abarcaba incluso el interior de su persona. Con la mano que le quedaba libre, sacó un cigarrillo, se lo colocó en la comisura de los labios, y acercó la cerilla. La colilla comenzó a arder. Ojalá fuera yo la llama que avivara de nuevo, susurró con cierta nostalgia.
Nostalgia futura. Melancolía hacía una vida que avistaba como algo que no podía controlar. Es paradójico, pensó, este mundo ha significado mucho mí y, en cambio, yo nada he significado para el mundo.
Sí, tal vez los estudiantes de generaciones cercanas le recordaran como aquel literato que existió años atrás y que les está amargando la existencia a través de interminables comentarios de texto o nombres de obras con títulos muy abstractos y dispares. Era su sueño: pasar como un escritor de los grandes. Sin embargo, también quería pasar a la posteridad como persona, una ilusión que, a su parecer, no iba a hacerse realidad.
Se sentó en una butaca a fumar tranquilamente el cigarro. Había vencido al cáncer que lo llevaría a la tumba. Por uno más no fallecería antes. Al fin y al cabo no le quedaba nada más que hacer, únicamente admirar aquellas paredes que habían sido espectadoras de su efímero éxito.
Abandonó aquel lugar antes de enfrentarse a la muerte, cara a cara. Estaba absolutamente convencido de que nadie sabría nunca de su presencia en aquel teatro esa última noche. Sabía que ninguna señal podría justificar su existencia.
No obstante, no cayó en la cuenta de un ínfimo detalle. La colilla, todavía desprendiendo humo, se situaba en medio de una roja alfombra resplandeciente e impoluta.
Cualquiera juraría que no había estado allí si no hubiera sido por aquel cigarro.
(If I hadn't been there, if not for a cigarette)
Obras, grandiosas piezas teatrales había compuesto por y para aquel lugar. Actores que habían encarnado los personajes surgidos a raíz de su imaginación. Personajes que ni siquiera saben quién es su padre, su creador. Tal hombre que se despedía para no volver a ese lugar ni a ningún otro, era un magnífico dramaturgo.
Suspiró mientras que, con un leve movimiento de muñeca encendía una incandescente cerilla que alumbraba una soledad inmensa la cual abarcaba incluso el interior de su persona. Con la mano que le quedaba libre, sacó un cigarrillo, se lo colocó en la comisura de los labios, y acercó la cerilla. La colilla comenzó a arder. Ojalá fuera yo la llama que avivara de nuevo, susurró con cierta nostalgia.
Nostalgia futura. Melancolía hacía una vida que avistaba como algo que no podía controlar. Es paradójico, pensó, este mundo ha significado mucho mí y, en cambio, yo nada he significado para el mundo.
Sí, tal vez los estudiantes de generaciones cercanas le recordaran como aquel literato que existió años atrás y que les está amargando la existencia a través de interminables comentarios de texto o nombres de obras con títulos muy abstractos y dispares. Era su sueño: pasar como un escritor de los grandes. Sin embargo, también quería pasar a la posteridad como persona, una ilusión que, a su parecer, no iba a hacerse realidad.
Se sentó en una butaca a fumar tranquilamente el cigarro. Había vencido al cáncer que lo llevaría a la tumba. Por uno más no fallecería antes. Al fin y al cabo no le quedaba nada más que hacer, únicamente admirar aquellas paredes que habían sido espectadoras de su efímero éxito.
Abandonó aquel lugar antes de enfrentarse a la muerte, cara a cara. Estaba absolutamente convencido de que nadie sabría nunca de su presencia en aquel teatro esa última noche. Sabía que ninguna señal podría justificar su existencia.
No obstante, no cayó en la cuenta de un ínfimo detalle. La colilla, todavía desprendiendo humo, se situaba en medio de una roja alfombra resplandeciente e impoluta.
Cualquiera juraría que no había estado allí si no hubiera sido por aquel cigarro.
(If I hadn't been there, if not for a cigarette)
domingo, 7 de octubre de 2012
Recortes, reformas y deformes (III): Adiós, cultura
¡Pregono que la cultura ha pasado a una mejor vida! ¡Cuantos artistas teníamos, han desaparecido! Ya no queda ni un Cervantes, ni un Picasso, ni una Rocío Jurado, ni un Sancho Gracia. Todos murieron gracias al fomento de la anticultura.
La cultura es básicamente un recurso para ignorar la realidad. Una realidad pésima que nos enviste como un toro, de frente, causándonos una frustración y decepción inmensas. La cultura era nuestro único método para evadirnos de este país vergonzoso, tarareando la letra de una canción pegadiza, viendo una comedia o una tragedia, o leyendo acerca de la libertad y las ganas de vivir. Una cultura que ya no nos queda.
La drástica subida del IVA en estos lares no traerá consigo un aumento del consumo. Ni mucho menos. Esta magnifica reforma sólo hará que echemos mano de nuestra billetera, veamos una telaraña remplazando esas monedas que antes nos sobraban, la cerremos y suspiremos. Los pequeños placeres nunca habían sido tan caros.
Pero ésta no es la única razón por la que tengamos que despedir a la cultura. Nada de eso. El excelentísimo ministro Wert ha anunciado, junto a una reforma educativa que analizaremos en otra ocasión, que eliminará en un futuro las enseñanzas artísticas, y reducirá gastos en Humanidades. Adiós a los literatos, pintores y actores, que se van para no volver. En la historia de España, esto marcará un antes y un después el cual será, obviamente, el fin de la propia historia. Sin cultura, sin innovaciones, sin pensadores, la historia y el desarrollo se estanca, y España también. A decir verdad, ya lo está.
¿Y quién será el culpable? La sociedad. Si el cine fracasa será porque un trabajador de a pie no pagará 12 euros para ver un largometraje. Eso dicen los políticos, sabiendo realmente que ellos mismos son los causantes del final de la intelectualidad en España. La Ilustración que comenzó en el siglo XVIII acaba de finalizar. Españoles y españolas, la cultura ha muerto.
La cultura es básicamente un recurso para ignorar la realidad. Una realidad pésima que nos enviste como un toro, de frente, causándonos una frustración y decepción inmensas. La cultura era nuestro único método para evadirnos de este país vergonzoso, tarareando la letra de una canción pegadiza, viendo una comedia o una tragedia, o leyendo acerca de la libertad y las ganas de vivir. Una cultura que ya no nos queda.
La drástica subida del IVA en estos lares no traerá consigo un aumento del consumo. Ni mucho menos. Esta magnifica reforma sólo hará que echemos mano de nuestra billetera, veamos una telaraña remplazando esas monedas que antes nos sobraban, la cerremos y suspiremos. Los pequeños placeres nunca habían sido tan caros.
Pero ésta no es la única razón por la que tengamos que despedir a la cultura. Nada de eso. El excelentísimo ministro Wert ha anunciado, junto a una reforma educativa que analizaremos en otra ocasión, que eliminará en un futuro las enseñanzas artísticas, y reducirá gastos en Humanidades. Adiós a los literatos, pintores y actores, que se van para no volver. En la historia de España, esto marcará un antes y un después el cual será, obviamente, el fin de la propia historia. Sin cultura, sin innovaciones, sin pensadores, la historia y el desarrollo se estanca, y España también. A decir verdad, ya lo está.
¿Y quién será el culpable? La sociedad. Si el cine fracasa será porque un trabajador de a pie no pagará 12 euros para ver un largometraje. Eso dicen los políticos, sabiendo realmente que ellos mismos son los causantes del final de la intelectualidad en España. La Ilustración que comenzó en el siglo XVIII acaba de finalizar. Españoles y españolas, la cultura ha muerto.
miércoles, 3 de octubre de 2012
Entre lombrices o en ceniceros
La muerte acecha a la vuelta de la esquina. Extraño fenómeno que te arrastra en cualquier momento. ¿Y qué es la muerte? Muerte puede significar otra vida, tal vez paraíso o reencarnación o, según mi opinión, no puede significar nada.
Al otro lado, para mí, sólo hay un oscuro vacío, en ocasiones, una gran interrogación. Eso es ser agnóstico, señores. Las religiones sólo te vinculan a una visión idealizada de lo que habrá: ¿cielo o infierno? ¿reencarnación? ¿fundición en un estado espiritual de nirvana? Nadie lo sabe, ni siquiera ellos, líderes religiosos. La muerte es y siempre será un absoluto misterio. Por lo tanto, vivamos esta vida, ya que la tenemos, y no nos preocupemos por lo que pueda llegar después.
A modo de ejemplo, el catolicismo penaliza a los pecadores con un infierno ardiente y repleto de sufrimiento, recompensa a los devotos y bondadosos, y juzga los fallos en el purgatorio. Pura mitología. El cielo estaría desierto entonces. El objetivo y, por lo tanto, el mayor pecado del ser humano es no dejar ninguno.
Y me da igual ser católico o protestante, y me da igual ser caritativo o corrupto, y me da igual ser rico o pobre. Lo que la cuna nos diferencia, la muerte nos iguala. Todos morimos y lo hacemos de la misma forma. Y una vez muertos, estemos sepultados entre lombrices o reducidos a polvo en ceniceros, no seremos nada.
Con respecto a la famosa luz al final del túnel... No estoy seguro. Tal vez sea el paraíso, algo real, o quizás sólo un reflejo: un destello luminoso de una vida que se nos escapa.
Al otro lado, para mí, sólo hay un oscuro vacío, en ocasiones, una gran interrogación. Eso es ser agnóstico, señores. Las religiones sólo te vinculan a una visión idealizada de lo que habrá: ¿cielo o infierno? ¿reencarnación? ¿fundición en un estado espiritual de nirvana? Nadie lo sabe, ni siquiera ellos, líderes religiosos. La muerte es y siempre será un absoluto misterio. Por lo tanto, vivamos esta vida, ya que la tenemos, y no nos preocupemos por lo que pueda llegar después.
A modo de ejemplo, el catolicismo penaliza a los pecadores con un infierno ardiente y repleto de sufrimiento, recompensa a los devotos y bondadosos, y juzga los fallos en el purgatorio. Pura mitología. El cielo estaría desierto entonces. El objetivo y, por lo tanto, el mayor pecado del ser humano es no dejar ninguno.
Y me da igual ser católico o protestante, y me da igual ser caritativo o corrupto, y me da igual ser rico o pobre. Lo que la cuna nos diferencia, la muerte nos iguala. Todos morimos y lo hacemos de la misma forma. Y una vez muertos, estemos sepultados entre lombrices o reducidos a polvo en ceniceros, no seremos nada.
Con respecto a la famosa luz al final del túnel... No estoy seguro. Tal vez sea el paraíso, algo real, o quizás sólo un reflejo: un destello luminoso de una vida que se nos escapa.
lunes, 1 de octubre de 2012
Pangea
Sucia ramera, maldita meretriz. Nos separas a ambos, impides un abrazo o un "te quiero". Puta con horario de oficina es tu nombre. La oficina siempre permanece ahí, tú disponible las veinticuatro horas, pero intensa en un periodo concreto y diario.
O más bien eres como un asesino a sueldo, que siempre acecha pero que clava puñaladas en el momento más inesperado. Me matas, me acabas desangrando y, en ocasiones, ya me cuesta levantarme.
Pero no es sólo de ti la culpa, vieja arpía. Nos conocemos lo suficiente, distancia. La ciencia no hace nada por acabar contigo. ¿Acaso ha inventado un remedio infalible para hacerte indolora? No. Ellos andan buscando vidas en otros planetas, agua en Marte. No lo entiendo. ¿Para qué quieres explorar más universos si aun ni siquiera conoces la propia Tierra, si aun ni siquiera puedes a tu antojo desplazarte por toda ella? No pido muchos kilómetros, lo que deseo tener está aquí al lado, no en un polo opuesto.
Sólo pido a la distancia que sea un poco más compasiva y lanzar una propuesta a los geólogos, con una voz quebrada y batida. Pangea. Volvamos a Pangea. Unámonos en un todo. Así tal vez, cuando más lo necesite, en cualquier momento y en un solo paso, podamos estar juntos de nuevo.
O más bien eres como un asesino a sueldo, que siempre acecha pero que clava puñaladas en el momento más inesperado. Me matas, me acabas desangrando y, en ocasiones, ya me cuesta levantarme.
Pero no es sólo de ti la culpa, vieja arpía. Nos conocemos lo suficiente, distancia. La ciencia no hace nada por acabar contigo. ¿Acaso ha inventado un remedio infalible para hacerte indolora? No. Ellos andan buscando vidas en otros planetas, agua en Marte. No lo entiendo. ¿Para qué quieres explorar más universos si aun ni siquiera conoces la propia Tierra, si aun ni siquiera puedes a tu antojo desplazarte por toda ella? No pido muchos kilómetros, lo que deseo tener está aquí al lado, no en un polo opuesto.
Sólo pido a la distancia que sea un poco más compasiva y lanzar una propuesta a los geólogos, con una voz quebrada y batida. Pangea. Volvamos a Pangea. Unámonos en un todo. Así tal vez, cuando más lo necesite, en cualquier momento y en un solo paso, podamos estar juntos de nuevo.
domingo, 30 de septiembre de 2012
Le sens de la vie
En tardes así, un pensante errante como yo reflexiona, perdiéndose entre las gotas de lluvia, nubes grises y lejanas, y remolinos ventosos golpeando las ventanas. Un paisaje lamentable, piensan algunos. Un entorno perfecto, en cambio, para mí.
<<Buscó la existencia de un Dios durante toda su vida. Jesucristo, Alá, Buda, Jehová, Yahvé, rezó a todos. Rezó tanto que se convirtió en ateo.
Buscó una señal, una explicación de por qué nacemos y por qué morimos, durante toda su vida. Visitó matronas e incluso pompas fúnebres. Condujo tantos coches mortuorios, que renació de nuevo.
Buscó el significado de la vida durante toda ella. Nació, creció, se reprodujo, murió y quién sabe si se reencarnó. Se aturulló tanto buscando una respuesta, que incluso se le olvidó aquella enigmática pregunta>>
Dejé la pluma que hacía segundos sostenían mis dedos. ¿Por qué había escrito aquello? No tenía sentido y, peor aún, me contradecía continuamente. Impulsivamente, volví a escribir sobre aquel pergamino:
<<Pasó su vida buscando nuestro objetivo como humanos que, cuando encontró el significado de la vida, ya no pudo hacer nada para solucionarlo>>
Pensé acerca de aquellas misteriosas palabras que de mi mente habían brotado. Yo era el primer humano que conocía cuál era el verdadero significado de la vida. Inmediatamente, callé y olvidé. Mejor que cada uno encontrara su propia respuesta.
<<Buscó la existencia de un Dios durante toda su vida. Jesucristo, Alá, Buda, Jehová, Yahvé, rezó a todos. Rezó tanto que se convirtió en ateo.
Buscó una señal, una explicación de por qué nacemos y por qué morimos, durante toda su vida. Visitó matronas e incluso pompas fúnebres. Condujo tantos coches mortuorios, que renació de nuevo.
Buscó el significado de la vida durante toda ella. Nació, creció, se reprodujo, murió y quién sabe si se reencarnó. Se aturulló tanto buscando una respuesta, que incluso se le olvidó aquella enigmática pregunta>>
Dejé la pluma que hacía segundos sostenían mis dedos. ¿Por qué había escrito aquello? No tenía sentido y, peor aún, me contradecía continuamente. Impulsivamente, volví a escribir sobre aquel pergamino:
<<Pasó su vida buscando nuestro objetivo como humanos que, cuando encontró el significado de la vida, ya no pudo hacer nada para solucionarlo>>
Pensé acerca de aquellas misteriosas palabras que de mi mente habían brotado. Yo era el primer humano que conocía cuál era el verdadero significado de la vida. Inmediatamente, callé y olvidé. Mejor que cada uno encontrara su propia respuesta.
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